Capítulo 25

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Narra Harry

La casa estaba prácticamente en lo alto del monte, aislada totalmente del pueblo por lo que era necesario llevar el coche para hacer la compra, ir al bar y demás. Tardé hora y media en llegar más o menos y me instalé. La casa era bastante grande, mis padres siempre habían tenido dinero. Tenía dos plantas y estaba decorada en tonos marrones y beis, era bastante moderna. Con cristaleras y una piscina climatizada. También tenía jardín y por supuesto estaba rodeada de vegetación.

Contemplé la naturaleza que se extendía ante mis ojos y me acordé de lo mucho que habíamos disfrutado mi madre y yo allí cuando era niño. Mi madre adoraba el campo y allí estábamos alejados del estrés de la ciudad. La echaba muchísimo de menos, no me solía permitir pensar en ella porque siempre me acababa hundiendo pero en ese momento no pude evitarlo.

Subí a mi habitación para empezar a sacar mis cosas. El techo y el suelo eran de madera mientras que la cama de matrimonio tenía sábanas de seda blanca y las cortinas hacían juego con ésta. Encima de la cama estaba la manta verde que tanto que me gustaba y como era invierno me iba a venir de perlas. Encendí la calefacción para que el lugar empezase a tener un ambiente más hogareño y me preparé un té.

Tendría que bajar a hacer la compra al pueblo porque allí no tenía más que unas cervezas, café, té y poco más… nada comestible.

Cogí las llaves del coche y bajé al pueblo, entré en la única tienda que había y compré lo imprescindible para sobrevivir: pizzas, pan, huevos, leche, cereales, yogures, algo de fruta y poco más, con eso me las apañaría.

Metí todo lo que había comprado en el maletero y justo enfrente de donde estaba aparcado vi que había un bar con bastante ambiente, probablemente sería el único bar del pueblo y por eso estaría tan petado. Vi a una chica preciosa recogiendo los vasos de las mesas de la terraza. Era alta, delgada con el pelo castaño y ondulado que le caía en cascada por la espalda y los hombros. Giró su rostro en mi dirección sintiéndose observada y me encontré con unos ojos de gata azules y penetrantes, me excitó con sólo una mirada.

Limpió las mesas y justo antes de meterse para dentro del bar volvió a mirarme y una sonrisa pícara se dibujó en su rostro, ¿estaría invitándome a entrar detrás de ella? Como un perrito entre al bar pisándole los talones. En el interior había unas treinta personas de todas las edades, el local era bastante grande por lo que no había agobios. La encontré detrás de la barra sirviendo un par de cañas, me acerqué a ella y me senté en una banqueta de madera.

-          ¿Te pongo algo?-preguntó sonriéndome, tenía una dentadura perfecta, parecía que tenía ganas de jugar.

-          Mucho, pero creo que mejor me pones una cerveza-le guiño un ojo y suelta una risita adorable. Pienso en la risa de Shay al instante y veo que no tienen nada que ver, necesito olvidarla y si esta chica puede ayudarme a hacerlo no lo descarto en absoluto.

-          ¿Eres nuevo por aquí, verdad?

-          Chica lista-respondo.

-          Aparte de lista tengo otros atributos-dice apoyando su pecho en la barra mientras me da la cerveza. Lleva una camiseta de manga corta con escote y ajustada, no puedo evitar mirarle los pechos con descaro.

-          ¿Estás provocándome?

-          ¿Está dando resultado?-pregunta.

-          Puede…-respondo haciéndome el interesante mientras bebo un trago de cerveza-¿a qué hora acabas tu turno?

-          Lo siento, pero no salgo con extraños-vuelve a sonreír, cómo le gusta seducir.

-          Soy Harry-digo tendiéndole la mano.

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