Capítulo 31

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Narra Shay

Miro sus ojos verdes apagados, tiene unas ojeras bastante importantes, parece que llevara sin dormir meses. Le ha crecido mucho el pelo, le llega por encima de los hombros y ha perdido ese brillo que le caracterizaba. Sus manos tiemblan y su cuerpo parece consumido, es increíble cómo había cambiado a nivel físico durante ese tiempo.

Su rostro expresa miedo, ansiedad y desesperación. Jamás lo había visto así, siempre parecía muy seguro de sí mismo pero era capaz de esconder muy bien los problemas que tenía consigo mismo.

Me tiende la mano para que vuelva dentro con él y movida por un impulso irrefrenable vuelvo al interior de la sala.

-          Sólo te voy a dar esta oportunidad para que te expliques, si no consigo entenderte me iré y se acabó para siempre.

-          Está bien-dice y se sienta en el sofá negro que ocupa media sala-no se por dónde empezar…

-          Por tu diario, cuaderno o lo que sea-digo. Él suspira, se que no quiere hablar de ello pero si quiere que me quede allí con él tendrá que hacerlo.

-          Lo del cuaderno no fue decisión mía. Estuve yendo al psicólogo durante unos meses y me lo recomendó como autoregistro. Tendría que anotar todos los sentimientos tanto positivos como negativos que tuviera a lo largo del día, se supone que era una terapia para desahogarme.

-          ¿Por qué tuviste que ir al psicólogo?

Me mira sin hablar, se humedece los labios nervioso, mueve la pierna constantemente.

-          Porque me había intentado suicidar y casi lo consigo.

Dios mío, a medida que iba conociendo cosas de Harry y de su pasado más miedo sentía. Me aterraba que una persona pudiera estar tan rota por dentro, tan desesperada como para querer morir, y lo peor de todo era que el Harry que estaba empezando a descubrir, aunque fuera peligroso, me atraía todavía más.

-          Pero tuvo que haber un motivo por el que lo hicieras.

-          Lo hubo. Cuando mi madre murió me quedé totalmente solo.

-          ¿Y tu padre?

-          Preferiría no hablar de él por favor-inconscientemente pongo los ojos en blanco-deja que vaya poco a poco.

Asiento pero estoy demasiado intrigada, necesito saber más. Se que está midiendo mucho sus palabras y probablemente me esté ocultando detalles relevantes de la historia.

-          ¿Qué le pasó a tu madre?

-          Un cáncer terminal, en dos meses murió.

-          Dios mío…-digo horrorizada. Él coge la cruz que lleva por colgante y la rodea con su mano, no le doy mayor importancia a ese gesto.

-          Me quedé totalmente solo, sin familia y desesperado. Siempre he sido una persona fría pero quería a mi madre más que a nada y su pérdida me volvió loco.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y sentí la necesidad de abrazarlo. Probablemente tocarle despertaría en mí emociones demasiado intensas pero no me importaba perder el control de la situación por un momento, él me necesitaba.

-          Ven aquí-digo soltando un suspiro.

Rodeo su cuello con mis brazos y siento su mano acariciar mi espalda, me tenso rápidamente. Él hunde su cara en mi cuello y sentir su aliento en mi piel me estremece.

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