Capítulo 40

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Narra Harry

-         ¡HE DICHO QUE PARES!-su mano abierta impacta en mi cara despertándome de mis sueños apocalípticos aunque mi parte oscura es aun dominante.

-         Párame tú-digo atravesándola con la mirada.

Sus ojos negros me asesinan, tiene la mandíbula apretada y sus labios describen una fina línea horizontal. Se lanza sobre mí hasta quedar a horcajadas sobre mis muslos, siento su trasero en mis piernas y me excito al instante.

-          Ahora vas a parar, cabrón de mierda-dice ardiendo en furia mientras poco a poco voy parando el R8 al lado de la calzada.

Es increíble cómo hace que se callen mis demonios. Su agresividad repentina consigue que mi mente vuelva a la normalidad y me hace desearla de forma sobrehumana, el poder que tiene sobre mí esa mujer superaba cualquier límite. Me tenía a su merced, era su esclavo totalmente.

El coche se detiene y ambos nos miramos a los ojos con ganas de matarnos, en ese momento puede sentirse cierto odio en el ambiente. La tensión que hay entre los dos es demasiado palpable, pero también lo es el deseo, la pasión desenfrenada… la lujuria.

-          ¿Contenta?-digo entrecerrando los ojos.

-          Pues sí-su respiración es irregular, está demasiado acelerada. Su pecho sube y baja con rapidez. Aun está encima de mí.

-          ¿No querías bajarte? Pues adelante-digo con cierto rencor, estoy siendo un borde pero no quiero que vea lo débil que soy ante ella.

-          Me iría si apartases tus manos de mí-bajo la mirada hasta sus muslos y me doy cuenta de que la estoy sujetando. Mi cuerpo no quiere que se vaya pero no voy a ceder, o eso creo.

-          Ya puedes-respondo liberándola por completo.

-          Es lo que estoy haciendo-se remueve sobre mí intentando salir del pequeño espacio que hay en el R8-joder, esto es imposible. Apártate un poco, anda.

Continúa moviéndose sobre mí rozando mi entrepierna con la suya. Mi erección inminente crece con cada contacto y suelto un pequeño gruñido. Sigue intentando abrirse paso al asiento del copiloto cocándose contra todo lo que hay en el interior del coche.

-          O sales ya o voy a tener que follarte aquí dentro. Quedas avisada.

-          Qué bien se te da amenazar. ¿Por qué no lo haces y acabamos con esto de una vez por todas?

Agarro su brazo y la vuelvo a sentar encima de mí. Con mi nariz recorro su cuello hasta llegar a su oreja.

-          ¿Quieres que te folle?-susurro mientras subo mi mano por su espalda buscando la cremallera de su mono negro.

-          Creo que ya te lo he dejado claro. ¿Necesitas que te lo diga en otro idioma?

-          Estaría bien-una sonrisa torcida asoma en mi rostro.

Me da besos lentos y húmedos por la mandíbula antes de pronunciar las palabras clave:

-          Fuck me-suelta un gemido justo después al sentir mis manos deslizando la tela del mono por sus hombros y liberando sus pechos. No lleva sujetador, lo que facilitará las cosas y nos ahorrará tiempo.

Succiono su pezón derecho haciendo que se endurezca en mi boca mientras sus manos desabrochan mi cinturón y los pantalones. Me incorporo un poco y ella los desliza hasta la mitad de mis muslos liberando mi erección. Envuelve mi miembro con su mano derecha mientras con la otra masajea mis testículos haciéndome gemir profundamente.

-          Te gusta, ¿eh?-dice pegando su boca a mis labios. Se frota contra mi erección sin dejar de mover su mano en movimientos ascendentes y descendentes.

-          Quiero follarte ahora-intento desnudarla completamente pero es complicado.

-          Ojalá me hubiera puesto falda.

Unos intentos después lo consigo y observo su cuerpo desnudo sobre el mío.

-          Ni se te ocurra volver a ponerte como un loco-dice con la respiración agitada y los labios hinchados.

-          Tú eres la culpable.

Me besa enredando su lengua con la mía, la lucha es inminente y ambos queremos la victoria. Nuestra competitividad sobrepasa todos los límites, incluso en el sexo queremos ganar, nos encanta demostrar la superioridad que tenemos con respecto al otro. Sus labios me devoran, me consumen, dejándome sin respiración. Siento la humedad de su sexo sobre mi piel. Separamos nuestros rostros y busco sus ojos. Me adentro en ella en una embestida que hace que sus ojos se entornen disfrutando del placer. Salgo y vuelvo a entrar en ella fuertemente alzando mis caderas.

Apoya el peso de su cuerpo sobre mí haciendo que la llene por completo. Jadea arqueando la espalda mientras yo continúo moviendo mi pelvis. Sus caderas se unen a mis movimientos con maestría, vamos al compás totalmente.

-          ¿Sigues enfadada?-pregunto sin aliento.

-          ¿Tú qué crees?-acelera los movimientos haciendo que sea incapaz de articular palabra hasta que se relaja esa descarga de placer.

-          Joder…-digo-estás muy sexy sólo con la pulsera.

-          Tienes razón. Voy a tener que llevarla puesta todos los días-me muerdo los labios ante sus palabras y la poseo aun más fuerte-Harry…

-          Eso es, nena. Di mi nombre.

-          Harry-susurra-Harry. Harry.

En pocos movimientos nos entregamos al orgasmo que nos arrastra al paraíso, un paraíso en el que sólo estamos ella y yo. Se deja caer sobre mí apoyando su cabeza en mi hombro. La abrazo sin salir de ella y acaricio su espalda húmeda.

-          Esta batalla la has ganado tú pero ya veremos quién gana la guerra-susurro en su oreja dándole la victoria. Me ha vencido, y no sería la última vez.

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