Capítulo 43

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Narra Shay

Jamás había visto a Harry tan agresivo. Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera su cara de loco mientras pegaba a aquel tipo. No era ese el Harry del que me enamoré, o puede que sí… ni siquiera yo lo sabía. Llevaba tres horas esperando en comisaría, todavía no me habían dicho nada y ni siquiera me habían dejado verle.

Había muchísima gente a esas horas de la madrugaba y nadie me daba buena espina. Sentía la mirada de unos cuantos borrachos sobre mí, probablemente algún colega se habría metido en problemas.

Estaba inquieta, tenía miedo a que mi padre estuviera allí. No sabía si tenía que trabajar esa noche en la comisaría pero por desgracia me encontré a uno de los compañeros de mi padre, Mike, un treintañero que siempre me tiraba los tejos cada vez que nos veíamos. Era algo más bajito que yo pero con rasgos muy masculinos y aire atractivo. Moreno de ojos oscuros y con un cuerpazo, por algo era policía.

-          ¡Shay! ¿Qué haces aquí?-me muerdo el labio a causa del nerviosismo y sonrío débilmente.

-          Eeeee…-no se qué decir exactamente-un amigo se ha metido en un lío, una pelea en un bar y aun no me han dicho nada.

-          ¿Harold Edward Styles se llama?

-          El mismo-bajo la mirada evitando cualquier tipo de contacto visual, no quiero que vea que tengo sentimientos por Harry.

-          Tu padre está con él.

Dios mío. No, no, no, no, me negaba. Mi padre no podía estar hablando con él y menos enterarse de que yo estaba aquí, le había dicho que Harry y yo ya no teníamos nada, que lo iba a dejar con él, no podía enterarse de que le había mentido.

-          Es más, ahí viene-añade Mike con una sonrisa amplia en la cara.

Las manos comienzan a temblarme y soy incapaz de estar quieta, me muevo en todas direcciones sin saber por dónde huir.

-          Shay, ¿se puede saber qué haces aquí? ¿no habrás venido por ese idiota?

-          ¿Qué vais a hacer con él?-pregunto preocupada, en ese momento necesito tener noticias de Harry.

-          Cinco mil euros de finanza.

-          ¡Eso es demasiado!-exclamo con los ojos como platos.

-          ¿No tendrás pensado pagarla tú?

De nuevo bajo la mirada, mi padre se está dando cuenta de lo que ocurre.

-          Aun estás con él…-susurra.

-          No es eso, es que soy la única persona que presenció la pelea, ninguno de sus amigos estaba por allí, por eso estoy aquí-intento que mi discurso suene lo más real posible.

-          ¿No te das cuenta de la cantidad de problemas que este tío te está causando?-ya empezábamos otra vez con los sermones-te dije que acabaría contigo y lo está haciendo poco a poco. No te mereces esto, Shay.

-          Papá, por favor. Quiero pagar la finanza e irme. No quiero estar más tiempo aquí.

-          Está bien, sólo deja que te de un consejo, es algo que he aprendido con los años. Muchas veces las personas que más queremos son las que nos hacen más daño, nos aferramos a ellas porque nos hacen sentir, nos hacen estar vivos. Pero cuando sólo nos dan dolor es hora de dejarlos ir, aunque nos duela, porque si sigues atada a algo tan tóxico puedes acabar destrozada y convertirte en una muerta en vida.

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