Capítulo 25: Confesiones

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Ariel y yo bajamos juntos del colectivo, ya que él se había ofrecido a acompañarme hasta mi casa. Me volteé al escuchar la voz de Teby gritando mi nombre y noté que venía corriendo hacia nosotros.

—Tamara, necesito hablar con vos. Es urgente. Pasó algo terrible.

Noté que Ariel lo observaba con el ceño fruncido, mientras tanto Teby fingía ignorarlo. Me apresuré a decir:

—Bueno, pero Ariel...

—Es que... es urgente y estás involucrada...

Me miraba con un aire suplicante y a la vez muy tierno. No podía negarme. Le tomé la mano a Ariel y le anoté mi número de teléfono.

—Por favor, llamame cuando quieras. No te enojes, pero él no suele ser así, algo malo debe estar pasando.

—Sí, es algo terrible. Si ella lo considera pertinente, te lo contará después, pero si por mí fuese, no te enterarías.

Esteban miraba a Ariel con arrogancia y en cada sílaba se notaba un aire de desprecio. Sonreí, me divertía mucho verlo celoso, si eso era lo que le pasaba.

Ariel besó mi mejilla y añadió:

—Te llamo más tarde. Nos vemos, hermosa.

Luego, se alejó sin despedirse de Teby. Acto seguido, lo interrogué:

—¿Qué pasó?

Él miró al piso y con una media sonrisa insinuó.

—Bueno, en realidad nada. Es solo que no quería que él supiese dónde vivís.

Me molestaba bastante su actitud, pero a la vez me daba cuenta de que en verdad debía estar interesado en mí.

—¿Qué pasa? Acaso, ¿no será... que estás celoso?

—Por supuesto que no, Tamara. ¿No te das cuenta de que este muchacho está involucrado con gente realmente oscura y peligrosa?

Estaba muy ofendida con él. Me trataba como si fuese una ingenua que no sabe cuidarse por sí misma. Había sido yo la que había salvado su vida de la multitud de banshees, o al menos, era lo que yo creía.

—Ahora que recuerdo, yo te vi hablando con el hombre de la tienda. ¿No será que en realidad quien está involucrándose en asuntos peligrosos sos vos y no yo? Esteban, ¿sos consciente del peligro en el que estás?

—¿Realmente creés que haría algo para perjudicarme?

Tomé su brazo. Los finísimos cortes aún no habían cicatrizado. Lo miré seriamente a los ojos y respondí con claridad:

—Sí, realmente lo creo. Además, estoy segura de que intentaste acercar a las banshees. ¿Vas a negar que las invocaste?

—En un momento, pensé en que yo solo podía controlarlas, pero estaba equivocado. Ellas me debilitaban. Por suerte, algún demonio y mis hechizos de protección lograron alejarlas anoche. Fue la primera noche, después de muchas, en la que al fin pude dormir tranquilo.

El demonio que había visto podría haber sido mi espíritu. Recordé los símbolos dibujados en sangre y lo interrogué:

—Los pentagramas que dibujaste en tu habitación, ¿en verdad las alejaban?

Sus ojos demostraron sorpresa ante mis palabras.

—¿Cómo sabés que dibuje pentagramas en mi habitación?

—Creo que anoche abandoné mi cuerpo y en un extraño viaje estuve junto a vos cuando las banshees llegaban. Creo que yo soy el demonio que viste.

—Entonces, ¿generaste la luz que nos rodeó?

Asentí con la cabeza.

—No debiste hacerlo, fue peligroso, una tontería de tu parte... pero... ¿cómo hiciste?

—No sé. Pensaba en cómo protegerte y me adormecí. Cuando me di cuenta, flotaba sobre mí y solo un hilo de plata me unía a mi cuerpo. De pronto, estaba en tu casa y supe exactamente lo que tenía que hacer... Es decir, no tengo mucha idea de cómo sucedió.

Me interrumpió, restándole importancia a mis palabras.

—Ah... simplemente, hiciste un viaje astral.

—Al regresar, vi a la muerte esperándome. No había banshees allí, solo un ángel negro, el ángel de la muerte.

Palideció de repente y me estrechó fuertemente entre sus brazos. Sentí que todo su cuerpo temblaba. Susurrándome al oído confesó:

—Yo me muero si te pierdo.

Lo aparté un poco de mí con suavidad y clavé mis ojos en el mar gris de su mirada. Podía leer en su rostro lo que sentía por mí, pero lamentablemente agregó:

—Tenemos que estar juntos. Es nuestro destino, pero... no podemos mezclar las cosas. Quizás en un futuro todo podría ser diferente. Por ahora, necesitamos estar juntos para defendernos mutuamente. Debemos ser fuertes. Involucrando nuestros sentimientos nos debilitaríamos... ¿Y si alguno de los dos dejara de sentir?... Vos ya conociste a otro chico, aunque no deberías confiar en él. Es peligroso.

Besó mi mejilla, me regaló una triste media sonrisa y se alejó sin mirar atrás.

Volví a mi casa con la soledad como mi única compañía. Nuevamente me encontraba sola. Una fugaz lágrima surcó mi rostro. El destino decidiría lo que tenía que pasar. La decisión de Teby ya estaba tomada, pero no podíamos negar lo que ya sentíamos.

 La decisión de Teby ya estaba tomada, pero no podíamos negar lo que ya sentíamos

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