Al llegar a mi casa, me senté en el jardín rodeada por el perfume de los rosales. Una vez más, infinidad de reflexiones me invadieron. Estaba segura de que alguien había inducido el suicidio de mi abuela y de que esa misma persona se relacionaba con el pasado de Esteban.
Él y Ariel estaban seguros de que alguien quería controlar a las banshees, para controlar a la muerte. Yo, en cambio, creía que la muerte era una entidad solitaria y que las banshees, los elementales y algunos otros seres podían ser inducidos por conjuros no sabía hasta qué punto. Aún no tenía bien claro qué era lo que pedían ellos a cambio de su "servicio". Ariel había mencionado algo sobre el precio que uno está dispuesto a pagar. No tenía claro tampoco quién lo pagaba, pero era evidente que para lograr un inmenso poder no bastaría halagar a los elementales tan solo con velas e inciensos.
Recordé que Esteban había mencionado además de sus conjuros a un demonio y sabía que había utilizado su propia sangre. Había visto sus cortes y... Ariel también tenía cortes. Me preguntaba si Teby no querría alejarse de mí por miedo a que el precio a pagar fuese mi propia vida, ya que era evidente que me amaba y había sido estremecedora la forma en que tembló cuando mencioné al ángel negro. ¿Quién le habría inducido los sueños e involucrado en la magia? Susana parecía ajena a todo eso, pero no podía descartar que conocía a mi abuela. Además, el padre de Teby también era un hechicero y su propio hijo había heredado su poder...
Sorprendentemente, en ese mismo momento la voz chillona de Susana interrumpió mis pensamientos.
—Chau, Tamy. Espero que tengas un lindo día. ¡Saludos a tu mamá! —gritó al pasar caminando con prisa por la puerta de mi casa.
—Adiós, Susana —le devolví el saludo.
Había dejado de creer en las casualidades. Todo tenía un porqué. Ahora estaba segura de que Susana sabía más de lo que aparentaba. Recordé que era una mujer la que controlaba el grupo oscuro del que me había hablado Ariel. No, aquello que cruzó por mi mente por un instante no podía ser posible. Teby se hubiese dado cuenta enseguida. Con su inteligencia era poco probable que algo de semejante magnitud no fuese advertido por él. Obviamente, los avisos de peligro para él y para mí, que me habían llegado desde el mundo espiritual, no podían estar relacionados con su madre. Tendría que descartar esa absurda idea.
Recordé la advertencia que apareció escrita en el cristal: "Ya ha nacido y sabe de ustedes". ¿Quién sería? ¿Cómo sabría? ¿Quién habría enviado la señal? Lo único que creía haber podido revelar de la frase había sido que alguien nos estaba advirtiendo de un peligro y que yo era la encargada de proteger a Esteban. No sabía de quién debía protegerlo, ni por qué era yo la elegida para hacerlo, ni tampoco quién me enviaba la advertencia.
Era la hora de la siesta. Mientras la cálida brisa de verano acariciaba mis mejillas, me fui sumiendo en un mundo onírico.
Caminaba por un laberinto de infinitas columnas de plata, encargadas de sostener el rojizo cielo del anochecer. La suave brisa traía consigo la música de un carrusel. Yo no caminaba, el mundo se desplazaba a mi alrededor. Las columnas retrocedían junto a mí y la música se hacía más fuerte. Al igual que un barco cuando emerge del horizonte, veía al carrusel acercándose. Al llegar a mi lado se detuvo, así como la música y las columnas. Allí estaba ella, sentada en una serpiente de madera.
—Hola, Tamara —dijo Crisy sin bajar del carrusel. El eco de sus palabras nos acompañó unos instantes.
—Te preguntaste cómo hacían. Es muy cruel. Yo te puedo contar.
Intenté hablar, pero no surgía ningún sonido de mi garganta. Ella continuó, como si tuviese poco tiempo:
—Solo escucha —dijo calmada —. Ellos eligen a su indefensa víctima y la introducen en un ritual. Un muy oscuro ritual. El temor de la víctima va creciendo, la convencen de que va a morir. Su corazón se acelera. Piensa que cada segundo que sigue con vida es un milagro y cuando cree que ya todo está perdido, su temor a morir se hace incontenible y entonces llegan ellas. Algunos no resisten y realmente se mueren, porque sus corazones no soportan tanto horror. Los que sobreviven, jamás revelarían lo que les pasó, ya que son amenazados. Así es como lo hacen. Adiós, Tamara, cuando quieras verme, soñá conmigo. Algún día uniremos fuerzas, quizás... Depende de qué lado te convenga estar.
Todo desapareció envuelto en una luz blanca muy brillante.
Abrí los ojos. Ya era de noche y los faros del auto de mi padre me encandilaban. Había dormido toda la tarde. ¿Habría soñado con Crisy?, ¿ella estaría involucrada? o ¿habría sido una simple proyección de mi mente para manifestar una oscura realidad?
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El poder oculto✔️
FantasiaDISPONIBLE EN AMAZON EN E-BOOK Y EN PAPEL «El poder oculto» es una historia de amor, misterio y magia. La joven Tamara heredará los conocimientos mágicos que su abuela volcó en un antiguo libro. Junto a Esteban, su oscuro compañero, se verá envuelt...