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«El poder oculto» es una historia de amor, misterio y magia. La joven Tamara heredará los conocimientos mágicos que su abuela volcó en un antiguo libro. Junto a Esteban, su oscuro compañero, se verá envuelt...
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Disfrutaba profundamente de aquellos momentos en los que podía distraerme de los estudios y alejarme de todo el mundo teniendo a Tamara como única compañía. Creo que si no hubiera sido por ella, la presión y la culpa que cargaba sobre mis hombros me hubieran destrozado por completo.
Tamara era como un faro que ayudaba a que no me perdiera en medio de un mar de tinieblas. Aun así, algunas noches me despertaba gritando o invadido por la pena. Me arrepentía de no haber sabido valorar los momentos que había vivido con mi madre de crianza. En la distancia, aquellos recuerdos se tornaban cada vez más dolorosos.
Durante el día me esforzaba en ser el mejor en las distintas materias y disciplinas que me habían asignado. Quería lograr la perfección, a pesar de que nada que existiese podría alcanzar características semejantes. Siempre me había gustado desafiar las leyes que nos atan al mundo material experimentando con lo oculto.
Una tarde fría del mes de junio en la que había salido a caminar por la orilla del lago junto a Tamara, una llovizna que pronto se convirtió en aguanieve, frustró nuestro paseo y nos obligó a regresar al hotel. Cuando entramos, estábamos empapados y tiritando. Aunque lo más lógico hubiese sido subir a cambiarnos, los actos que cometemos por amor carecen de sensatez y nos quedamos abrazados allí durante un tiempo considerable. Solo nos separamos cuando Ailén se acercó a nosotros con unos toallones blancos con el logo del hotel que tenía el dibujo de una cruz egipcia.
—Gracias —dijo Tamy algo sonrojada.
—El clima está cambiando muy rápido. Eso nunca es buena señal —comentó Ailén observando las gotas de lluvia que se deslizaban por los amplios ventanales y nublaban la vista.
—Había sol cuando salimos —comenté envuelto en el toallón.
Ailén observó a Tamara con un dejo de lo que solo pude interpretar como tristeza.
—Pido disculpas por mi indiscreción, pero es que todavía no comprendo qué es lo que está haciendo aquí una chica como vos.
—Mis padres consiguieron trabajos mejores que los que tenían en Buenos Aires —explicó mi novia.
—No, lo que quiero decir es que puedo ver tu aura y es muy blanca y brillante. Quizás crean que estoy loca, pero mi abuelo es chamán —Ailén parecía avergonzada.
—¿En serio podés ver el aura? Eso es genial y no creo que estés loca —agregó Tamara emocionada por el cumplido.
No me sorprendía en absoluto que Ailén tuviera ciertos poderes. Posiblemente, la habíamos subestimado al creer que ignoraba todo lo que sucedía en el hotel.
—Sí. Mi abuelo me enseñó cuando era pequeña. Si estiran sus manos con los dedos separados y desvían apenas la mirada podrán verla. Varía de persona a persona, pero el color blanco está relacionada con las personas buenas y poderosas. También puede variar según el estado de ánimo y las acciones que tomamos —explicó la recepcionista.