Capítulo 18: "Sólo intentas llamar la atención, querida Jane"

18 5 32
                                    

               

Al cabo de algunos días la calma había regresado al hogar. Algunos miembros de la numerosa familia seguían ajenos a lo que había sucedido aquella noche entre Kayden y Jodie. Era como si jamás se hubiesen enterado; probablemente incentivados por la añeja Elizabeth a quien no le convenía que se pusieran en su contra hablando demasiado. Si los mantenía vigilados, las cosas serían más llevaderas. Al menos por un tiempo.

Sin embargo, tenía que mantenerse informada. Le solicitó a su nieta Ginger que la notificara sobre lo que supiera acerca del desarrollo del favor que le habían solicitado a Trevor semanas antes, esperanzada de poder dar con algún dato que fuera de importancia. Y aunque su nieta estuvo dudosa, accedió a informarla. No era una persona que accediera al cotilleo para sacar ventaja del mismo, pero la manera en la que su abuela se lo pidió el favor no fue tan explícita como para que pudiera negarse. A fin de cuentas, ¿quién podía decirle que no a una anciana tan afable?

Salió del dormitorio de su abuela y se dispuso a buscar a su tío, con el paladar algo reseco y las manos sudadas. Bajó rápidamente las escaleras hasta llegar al primer piso, donde su mirada le ayudó para ubicarlo caminando hacia el comedor. Algo dudosa pero influenciada por las suaves palabras persuasivas de su abuela que aún retumbaban por su memoria, caminó rápidamente para tratar de alcanzarlo.

—¡Tío! —le llamó.

Trevor reconoció su voz y se volvió hacia ella tras haber frenado. Alzó una ceja ante el llamado y ladeó un poco su cabeza al verla aproximarse.

—¿Sí? —preguntó—. ¿Pasa algo, Gin? —agregó.

—N-No… sólo quería hablar contigo —respondió.

De réplica sólo obtuvo un suspiro un tanto resignado por parte de su deudo que bajó un poco la mirada hacia el suelo a la vez que sus manos se dirigían a la comodidad de sus bolsillos. Suponía el tema que Ginger buscaba tocar, aunque no se opondría. Con un gesto le indicó que fueran a la cocina y, una vez allí, se aproximó a la nevera para retirar una botella de cerveza. La abrió con facilidad y comenzó a beberla, recargándose en la encimera aprovechando que Guido no se encontraba por cerca mientras miraba a su sobrina con su seriedad característica.

—Bien, habla —ordenó.

—Pues, verás… resulta que me estaba preguntando qué tal te estaba yendo con Jodie, ¿sabes? —comenzó a decir algo temerosa.

—¿Tú te estabas preguntando? —inquirió retóricamente el contrario conociendo la respuesta.

Ginger guardó silencio. Se pasó una mano por la cabeza moviendo su pelirrojo cabello hacia atrás y luego volvió a verlo un poco más calmada; debía controlarse si quería que las cosas salieran bien. No podía defraudar a su abuela.

—La abuela me lo pidió. Quería saber cómo te estaba yendo con Jodie —dijo—. Oí que el otro día salieron juntos… ¿te dijo algo o te mencionó alguna cosa? ¿Crees que podrás convencerla de que se largue?

Un sorbo pasó por su garganta antes de bajar la botella nuevamente y saborear casi por inercia el sabor de la bebida dentro de su boca. Exhaló y volvió a verla. Era una situación algo compleja teniendo en cuenta que debería romper la confianza que Jodie tuvo con él al abrirse, así como él estaría expuesto a que sus “confesiones” se vieran al desnudo una vez que Jodie supiera lo que él hizo. Ya fuera por venganza o por acto reflejo, pero temía que así ocurriese. Negó con la cabeza en un intento de desvanecer esos pensamientos y se encogió de hombros.

—Me dijo que necesita el dinero para su hermano —informó, despidiéndose con eso de toda clase de culpa aunque la misma no se fuera tan fácilmente. Había tomado una decisión sin siquiera mencionarla—. Que lo van a operar de no sé qué cosa.

Espuria Al MandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora