El curso del tiempo no detuvo su marcha y, como era de esperarse, los vendajes desaparecieron. Determinada tarde Jodie viajó al hospital junto con Hank para que el médico que la hubiera atendido la noche en la que la atacaron le retirara los vendajes que ya habían cumplido su rol de sanar sus heridas. Le dio una ojeada y examinó su estado aprovechando el verla allí, confirmándole que se encontraba en perfecto estado.
-Los huesos han soldado bien... tu costilla también y la puñalada va cicatrizando perfectamente. No te veo muchos problemas, aunque me gustaría realizarte una radiografía para descartar cualquier tipo de lesión mayor. Esos cansancios de los que me hablas no me dan mucha seguridad.
-Olvídelo, doc. Me siento perfectamente, no quiero estar más tiempo del necesario aquí dentro -respondió saltando de la camilla. Movió su brazo primero con cuidado para que, poco a poco, fuera adaptándose a la sensación de ya no disponer de un vendaje que le limitara el movimiento-. Además, esos cansancios ya no son tan frecuentes desde hace algunas semanas.
Sentía un ligero dolor fantasma producido por la idea de creer que aún seguía afectada y que sus huesos aún no estaban soldados completamente. No obstante, desacreditó esa idea luego de mover su puño poco a poco y efectuar varias series de movimientos con su brazo.
-Me siento bárbara. Gracias, doc.
-No hay necesidad de agradecerme, tan sólo hago mi trabajo -sonrió el profesional de cabellera encanecida prematuramente-. Por lo menos permíteme recetarte algunos medicamentos que aliviarán el malestar los primeros días y evitaran que la herida de la puñalada se infecte en caso de hacerlo. Pese a estar prácticamente cicatrizada, no es conveniente ignorarlo.
-Entiendo... -suspiró-. Si eso le hace sentirse mejor, lo acepto.
Luego de dedicarle una sonrisa, el médico rebuscó en los bolsillos de su bata algunos paquetes de pastillas. Al no encontrar todos los que buscaba, giró sobre sus pies y caminó al armario de la sala para retirar de allí algunas cajas. Analgésicos, antibióticos y algunos calmantes fueron los medicamentos que le entregó mediante receta médica. Sacó de un bolsillo superior de su bata un bolígrafo y tras apretar el botón superior escribió algo sobre las cajas; luego se las dio.
-Te dejé las especificaciones en cada caja. En su mayoría sólo debes tomarlos cuando sientas dolor, pero en caso de que presentes algún tipo de inflamación sobre la herida del abdomen, no dudes en consumirlos. Luego me visitas.
-Si usted dice... -musitó disconforme la muchacha.
Finalmente, luego de haberse despedido del profesional, abandonó la habitación junto con Hank que, una vez fuera, le ayudó a colocarse el abrigo. Si bien no era necesario, esas actitudes cordiales ya eran parte del diario vivir del mayordomo.
Con sus ojos fijos en el final del pasillo, sintió a Hank acabar la tarea de abrigarla y comenzó a caminar. Se detuvo al cabo de algunos pasos, cuando la silueta de Rita le llamó la atención. Recordó que Elizaeth continuaba internada a petición de la misma, aunque no lograba explicarse el por qué la vieja quería seguir allí dentro. Al lado de la mujer, su hijo Isaac permanecía de pie antes de volverse hacia Jodie y sonreírle animado de verla allí. No dudó en aproximarse al verla hacer lo mismo, llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón al detenerse frente a la contraria.
La examinó con la mirada y esbozó una amena sonrisa al comprobar un mejor estado de salud a simple vista.
-Te ves mejor sin vendas.
-¿Eso es un cumplido?
-No soy bueno con los halagos, lo siento -se rió el muchacho antes de dirigir sus ojos hacia Hank y dedicarle una sonrisa.
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Espuria Al Mando
Akcja-Ningún villano tiene un final feliz. -Yo podría ser la excepción -aseguré sonriente.