Sus ojos, con lentitud, se abrieron y la luz clara del lugar en el que ahora se encontraba lo recibió con los brazos abiertos. Un poco desacostumbrado a tanta luz, cerró con algo de fuerza sus párpados antes de que los mismos, poco a poco, se fueran acostumbrando al brillo de la mañana. Un dolor agudo provenía de su abdomen, pero pudo deducir que, si no sentía más dolor, era por los posibles calmantes que le administraron para que el malestar fuera más llevadero. Soltó un suspiro calmoso a medida que se iba acostumbrando al sentir del daño y con sus ojos recorrió el interior de la sala.
Casi al disponerse a hacerlo se topó con Jodie, dormida en el sofá de acompañante, a unos pocos metros de la camilla. Cubierta con una manta que probablemente hubiera obtenido gracias a alguna enfermera, se encontraba en un sueño breve que fue interrumpido al sentir movimiento. En cuanto alzó sus ojos, se topó con el rostro de Hank, sonriendo; si bien quiso copiar el mismo gesto, optó por levantarse envuelta en la cobija y aproximarse a la camilla. Allí, se sentó en la silla ubicada a un lado de la misma y se frotó los brazos al compás de un bostezo; lo observó a los ojos y examinó su rostro en silencio.
—¿Cómo se encuentra, joven Jodie? —preguntó Hank.
—He estado peor —replicó sincera—. De cualquier forma, no importo en este momento. Lo importante eres tú y quisiera saber eso mismo sobre ti: ¿cómo te sientes, viejo? ¿Qué tal tu herida?
—Hm, duele un poco, pero se tolera. ¿Hace mucho estoy dormido?
—Unos… diez días —dijo seria. Hank abrió los ojos y la muchacha soltó una tenue carcajada—. Es broma, cabrón: llevas unos tres días aquí. Si bien aún creo que si dormiste tanto fue porque te veías cansado, los calmantes que te administraron tuvieron mucho que ver. Tuviste suerte: la puñalada estuvo a centímetros de ingresar a una zona vital, pero afortunadamente lograron intervenirte a tiempo y aquí estás, soportándome otra vez. Bien dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. Tú eres el vívido ejemplo de eso —sonrió.
—Tengo razones por las cuales vivir —sonrió algo apagado el sujeto. Apartó un poco la mirada y soltó un tenue suspiro, a la vez que frotaba sus ojos. Sentía la ausencia de sus anteojos.
—Oye, Hanki —sonrió la contraria en un intento por animarlo—, verás que todo saldrá bien. Yo… no quiero irme sin saber que estarás mejor.
Sus palabras lo sorprendieron. Rápidamente alzó la mirada hacia ella y entornó lo ojos, entre confundido y algo extrañado. Si bien tuvo sus dudas, quiso no alimentarlas más de lo necesario antes de saber lo que Jodie pretendía decirle.
—Disculpe, joven Jodie: ¿A qué se refiere?
Jodie soltó un breve suspiro, se encogió de hombros y efectuó una mueca de desdén sobre su rostro.
—Nada importante. Es sólo que… era bueno y hasta agradable traerle problemas a las personas que detestaba, pero cuando esos problemas comenzaron a afectar a los que quería, la historia cambió de color —dijo. Se llevó una mano a su cabello, lo peinó hacia atrás en un movimiento sencillo y lo volvió a mirar—. Cuando creí que debería soltarte la otra noche, pensé que esa sería la última vez que te vería, Hank. Y no quería que Isaac pasara lo mismo por lo que pasé yo. No quería que se le negara la posibilidad de conocer a su padre… en especial cuando éste es un sujeto maravilloso —añadió.
Hank entreabrió sus labios con la intensión de hablarle, pero se detuvo al oírla reír.
—No te gastes, viejo: no importa lo que me digas, me iré de todas formas. Anoche hablé con William. Le planteé la posibilidad de que me diera una buena suma de dinero a cambio de que me largara, y eso hice. Lo acepté y creo que será lo suficiente para que pueda vivir un tiempo. Ya veré más adelante cómo le hago para seguir viviendo. A lo mejor logro conseguir un empleo o algo similar, ya sabes: para pasar “desapercibida”. Es lo que necesitaré.
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Espuria Al Mando
Akcja-Ningún villano tiene un final feliz. -Yo podría ser la excepción -aseguré sonriente.