Capítulo 21: "Verdades dolorosas"

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Si bien sus acciones dieron de qué hablar a la prensa por algunos días, en la familia se decidió simular que nada había sucedido. Consideraron que la mejor manera de sobrellevarlo era ignorándolo, pasando por alto el hecho de haberla visto en la fiesta, molestando e irrumpiendo en la tranquilidad de la familia. Fue extraño, hasta para ella, no recibir ninguna clase de reclamo por parte de alguno de los mayores o de la vieja, pero supuso que se estarían acostumbrando a su presencia y a su modus operandi. No objetó nada al respecto, sintiéndose victoriosa y confiada, como la mayor parte del tiempo. Comenzaba a creer que las cosas serían más sencillas ahora que no se oponían a sus “arranques” de locura.

Pocos días después, la familia se encontró en el patio de la mansión para llevar a cabo la celebración del cumpleaños de Timmy. Algunos compañeros del mismo, decoraciones infantiles y una piñata fueron algunas de las cosas que se destacaba entre toda la ornamentación apreciable del lugar, junto a un castillo inflable que ilusionaba, obviamente, a los más pequeños. Dados los sucesos recientes, optaron por realizar una festividad más sencilla y personal en la que, pese a eso, el agasajado pudiese divertirse junto a sus otros amigos. Sobre dos mesas impecablemente ordenadas se encontraban todos los aperitivos de los que se podía disfrutar, centrándose en una de ellas el gran pastel de chocolate con la decoración pertinente a un cumpleaños infantil.

Lo que se podía respirar en aquel jardín era un ambiente ameno, sin tensiones ni preocupaciones aparentes. La familia, como en los viejos tiempos, se mantenía en calma, procurando olvidar por un instante las inquietudes y diferencias que pudieran mantener entre ellos para que el cumpleaños de uno de los más pequeños de la familia no se viera afectado. A fin de cuentas, era lo menos que podían hacer por él.

Entre tanto Timmy jugueteaba por allí, algunos de sus otros primos se disponían atender a las personas, disfrutando además de las canciones pop que se podían oír. Rita y su marido prefirieron mantenerse en una de las mesas, platicando con otro matrimonio que había sido convidado a la fiesta, mientras que Trevor se encontraba solo contra una de las mesas. Por motivos personales, se había peleado con su novia y, ahora, estaba solo dado que la joven Leonor no quiso participar de la festividad a modo de reclamo a su pareja. Supuso que era lo mejor y se dispuso a charlar con su sobrino Matt, que se encontraba por allí de igual manera.

Sin embargo, no todos estaban tranquilos: una de las más activas de la familia fue Ginger que, junto a su madre Mary, no se estuvo quieta hasta dos horas después de comenzada la reunión, cuando por fin pudo dar un respiro y se fue a sentar junto a su esposo. Su calma se vio afectada cuando al preguntarle sobre la pequeña Anny, Allan le respondió que no la veía desde hacía un rato. Creyendo que se encontraba en el corral, Ginger se puso de pie y fue hacia donde, suponía, estaría su hija, pero se sorprendió al no verla allí dentro. Con un rostro preocupado, se volvió hacia su padre y se aproximó.

—Papá, ¿viste a Anny? —preguntó.

—No. ¿No estaba en el corral? —respondió William.

—Eso también creía Allan, pero cuando fui a buscarla no estaba. Iré a ver si consigo encontrarla frente a casa… —dijo la mujer dirigiéndose hacia allí junto a su marido.

Sin embargo, la menor se encontraba más que feliz gateando hacia la sala. Entre risas animosas de infante que soltaba al darse cuenta de la artimaña que efectuaba a espalda de sus padres, se adentraba en la inmensa mansión. Esa libertad que sentía no la recordaría al cumplir los veinte, pero disfrutaría en esa ocasión en la que se escapó de sus padres en cuestión de segundos.

Fuera de total peligro y con dificultad, se enderezó para dar algunos pasitos hacia un pasillo que se extendía tras la sala, sujetando su vestido rosa pastel para equilibrarse. En cierto momento cayó sentada y comenzó a reírse, observando todo a su alrededor; desde su tamaño aquel pasillo se veía inmenso. No obstante, sus enormes ojos verdes se fijaron en una puerta que a unos metros de ella se abrió, pasando luego Jodie a través de ella. Con un libro en mano que acababa de retirar de la biblioteca de Frederick, cerró la puerta con la otra y comenzó a caminar en sentido opuesto hasta que oyó unas risillas infantiles y se volvió. Allí, Anny volvía a levantarse con dificultad y, lentamente, daba algunos pasitos hacia ella. La joven cerró el libro y se volvió, colocándose de cuclillas frente a la menor que, a poco más que medio metro de distancia de Jodie, tambaleó. Se estiró hacia ella y ésta la levantó, volviendo a verla poco después en cuanto la sujetó sobre sus brazos.

Espuria Al MandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora