Propuesta | 2.2

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Asgard,
20 años de edad.

Se miró frente al espejo. ¿Era débil por llorar? Todo ese tiempo que desaprovechó, todo ese tiempo en el que no peleó por la corona. El nunca quiso ser rey. Ahora deseaba haberse esforzado. Todo sería más sencillo de ser él el Rey. Se casaría con Keira, reinarían juntos, restablecerían la paz. Podrían amarse sin límites. Pero Thor debía ser el Rey. Thor, el rey.

No estaba molesto. Estaba desolado. ¿Que haría si no podía contarle a su madre sobre esto? ¿Cómo decirle que quieres quitarle a tu hermano lo que él más desea? Y aunque peleara ahora, igual perdería. Siempre perdía. Thor siempre ganaba.

Su ventana se abrió. Giró para ir a cerrarla y se encontró con Keira.

Lucía terrible. Sus ojos inflamados, cabello desordenado, piel seca, hombros tensos, lágrimas por toda su cara. Podía lucir terrible y al mismo tiempo deseable.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Loki, en un susurro casi extinto—. ¿No deberías estar descansando? Mañana es el torneo.

Entonces Keira se acercó a Loki. Ella observó las líneas finas que daban forma a su rostro, contempló su nariz respingaba, sus cejas gruesas, sus pestañas largas. Se detuvo a admirar sus labios pero tomó mas importancia a sus ojos cristalizados. En esa sola mirada dijeron todo lo que no se habían dicho. Las palabras sobrarían, el espacio sobraría. Dibujó con sus dedos el inferior de su mandíbula. Rozó su labio inferior y se detuvo ahí.

—Te amo, Loki.

Era algo que ya se habían dicho. No con palabras sino con acciones, con las miradas. Las palabras literales sobraban y sobraba el espacio. Hacia falta aire y hacía falta cercanía. Los brazos de Loki rodearon suavemente la cintura de Keira. Los dedos de Keira rozaron los labios de Loki una última vez y bajaron. Bajaron los dedos y se acercaron sus cuerpos.

Sobraba espacio, faltaba cercanía. Sobraba la vista y faltaba el tacto. Sus labios se acomodaron antes de tocarse, cuando compaginaron, actuaron por sí mismos. Una mano se quedó en la cintura y la otra subió al posterior del cuello. Jugaron, disfrutaron, absorbieron. Se unieron en formas mas allá de lo físico con un solo beso, compartieron el sentimiento.

Juntaron sus frente y se permitieron descansar.

—Me dejaré ganar.

Loki no pudo con la noticia y se separó.

—¿Qué?

—Me dejaré ganar mañana. No seré reina si no gano el torneo.

—No, Keira, no puedes hacer eso.

—Sí puedo —Keira tomó las manos de Loki—. Solo pídemelo. Pídeme que pierda y lo haré. Podremos estar juntos.

—Keira...

—Pídemelo —suplicó—. No me importa la corona y no me importa lo que digan. No importará nada, solo importas tú.

—Jamás lo haría —se negó Loki—. Es tu legado, es tu futuro. No puedo quitarte eso. Si Odín se entrara que perdiste a propósito te condenaría y a mi me exiliaría. No sabes lo que dices.

—Quizá no pero sé lo que siento —Keira besó a Loki. Lo abrazó, no deseaba estar sin él y si eso significaba renunciar a La Corona, no dudaría—. Escapemos. Vamos a Midgard. No nos encontrarán ahí. Por favor.

—No perderás el torneo por mi —sentenció Loki.

Era razón para molestarse, más Keira se mantuvo firme. Amaba a Thor también, y le dolería lastimarlo pero sus prioridades eran claras. Su sonrisa desapareció y apretó con fuerza  las manos de Loki.

—Entonces pelea por la corona. Gánale el trono a Thor. Sé Rey de Asgard y Wylfgard conmigo.

Quédate conmigo | Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora