Intentarlo | 2.3

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Wylfgard,
20 años de edad

Keira ganó.

Y lo hizo por su pueblo. Lo hizo porque era lo correcto, porque ella había nacido para ser reina y no para amar a Loki. Sin embargo, no se podía engañar a ella misma. El Dios de Engaño había destrozado su corazón al negarse a huir, al negarse a pelear por la corona. El silencio lo dijo todo, sus ojos fueron los delatores.

Una de las sirvientes wylfgardianas apretó aún más el corset del vestido de novia que Odín le había obsequiado a Keira.

La princesa se dobló en busca de aire, —Está apretado.

—Está justo —dijo otra de las sirvientas—. Apriétalo más.

—¡No! —chilló Keira apenas con aire.

La sirvienta encargada de apretar el vestido estaba apunto de cumplir las órdenes de la otra, pero un toque fuerte en la puerta llamó la atención de todas. La cabeza de Thor se asomó, al ver que las sirvientes se retiraban, entró totalmente.

—No deberías verme en pruebas de vestido.

Thor sonrió y Keira recordó a ese pequeño del que antes estaba completamente enamorada. La sonrisa se contagió.

—Sé que no debería pero debo hablar contigo.

Jamás habían hablado sobre la unión. Era un tema bastante incómodo y difícil, los dos terminarían por acordar una rebelión.

—Confesaré que no fue la manera en la que planeé gobernar, tampoco imaginé compromisos a tan temprana edad, sin embargo, no podría imaginar a alguien mejor que tú para compartir responsabilidades —Keira se limitaba a asentir mientras Thor parecía ponerse nervioso y se acercaba más a ella—. No tiene porqué ser malo, ni hay razón para no amarnos. Si estás dispuesta, podemos intentarlo. Ir mas allá que la diplomacia, quizá podría funcionar, quizá obtengamos algo más que dos reinos.

Thor se acercó y traspasó límites con los que Keira solo soñaba a los seis años. Aceptar el beso era aceptar lo proposición, apartarse era rechazarlo. Solo dos segundos bastaron. En esos dos segundos pensó en el futuro: tendría que compartir toda una vida de cinco mil años con la misma persona, una persona que valía la pena, valía la pena internarlo. Pasados esos dos segundos el beso se materializó.

Pero mas de mil millones de dos segundos se necesitarían para olvidar a Loki.

Sueños pasados hechos realidad. Y aunque ya no era su sueño ni parte de sus prioridades, le gustó. Lo disfrutó. Claro que, no a como lo haría con Loki, nada en comparación.

—Luces hermosa, por cierto —agregó el rubio.

—Aunque mis costillas empiezan a perforar mis pulmones, sí. Puede que me vea bien.

—Oh, yo podría hacer algo al respecto —sonrió Thor con maña.

Sus brazos la rodearon y sus manos se detuvieron en el principio de las costuras del corset en la parte posterior. Keira sospechó y se negó de inmediato aguantando a penas la risa, pero era demasiado tarde. Thor rompió las costuras.

Keira no pudo evitar reírse.

Y ambos rieron.

A pesar de que Keira sostenía con apenas un brazo el corset que cubría sus pechos, a pesar de tener la espalda descubierta.

A pesar de eso rieron, y el ambiente no se tornó denso, ni sensual. Eran como dos niños riéndose de una broma que acaban de realizar.

Quédate conmigo | Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora