Nos ataca una bandada de pájaros

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—Me voy a dormir—suelta Dylan—¿Haces tu la primera ronda?

Asiento.

Hemos acordado que mientras uno duerma, el otro vigila. Ya sabes, por si aparece alguien o algo.

Acto seguido, se queda dormido y me quedo mirándolo.

Al verlo de de cerca, confirmo que es un chico atractivo. No puedo olvidar el hecho de que ha cargado conmigo durante todo el camino y ni siquiera se ha quejado. 

Y eso por no hablar de su cara. Es como el perfil del chico perfecto. ¿Acaso no me abre encontrado con un dios griego por casualidad? Ya que parecer ser que voy a pasar una temporada atrapada aquí, ¿por qué no en compañía de un tío agradable para la avista?

Sí, lo sé, nadie es perfecto. Estoy segura de que tendrá algún defecto, todos los tenemos, pero no me importaría que ese defecto, o defectos, tarde o tarden en aparecer.

Pasan las horas y de vez en cuando me miro el moratón. Por suerte, me duele cada vez menos. Con que es buena señal. 

Admiro el tatuaje de zorro de Dyaln, debido a que lleva la manga remangada. ¿Qué significará?

Inesperadamente, Dylan se despierta de golpe y no se me ocurre otra cosa que mirarle a sus ojos. Sus precioso ojos grises.

—¿Qué? ¿Acaso tengo monos en la cara?—pregunta algo enojado y con el ceño fruncido.

—Perdón.... yo solo....

No consigo acabar la frase porque una bandada de pájaros vuelan directos a nuestra dirección. Intercambiamos una mirada de preocupación. Ambos nos movemos de prisa para bajar cuanto antes.

Desgraciadamente, no hemos sido tan rápido.  Las aves ya nos alcanzan.

¿Sabes qué es que cientos de pájaros te picoteen por todo el cuerpo?

Te digo yo, no es agradable y menos si estás sentada en un árbol y que a nada que haces un movimiento es muy probable caerte.

Con que, ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Dylan es el primero en caer y seguido de mí. 

Mientras caigo, no paro de chillar. 

Hasta que noto que algo me agarra de la muñeca evitando mi inminente caida. Fijo la mirada en quien me sujeta y para mi sorpresa ¡ES DYLAN!, o bueno su brazo.

Tira de mí hasta que consigo sentarme en la misma rama que él.

—No sabía que eras tan ágil—bromeo mientras intento recuperar el aliento.

—Pues ya somos dos—responde, igual de asombrado que yo.

Poco a poco, conseguimos llegar hasta abajo.

—¡POR FIN, TIERRA!—grito de emoción mientras que me pongo de rodillas y beso el suelo.

Nota mental para futura Lena: no subirse a los árboles nunca más. 

—Infantil—se limita a decir el castaño en un tono vacilón.

Le dedico una mirada de reproche.

—Idiota—le devuelvo el "cumplido".

Tal vez sea yo, pero estoy segura que ha sonreído cuando le he dicho eso.

Seguimos andando un poco mas. Mi pierna no duele tanto. Aún así, voy poco a poco para no forzarlo y es por eso Dylan encabeza la marcha. 

———

Un par de horas más tarde

—¿Podemos parar un momento?—me quejo exhausta—. Estoy agotada.

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