¡Madre mía!

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Las lágrimas brotan por mis mejillas. ¿Acaso hemos muerto y acabado en el cielo?

Suelto la mano de Dylan y corro a abrazar a mi padre.

Él también está igual de emocionado.

Aunque tenga muchas preguntas, como el hecho de porque esta vivo si supuestamente murió, pienso que no es el momento para preguntárselo.

—Cuánto has crecido, Lena. ¡Eres casi de mi altura!—dice con una gran sonrisa y se limpia una lágrima.

Sonrió también emocionada.

—¿Qué tal están tus hermanos y tu madre?

—Ellos están bien.—O así estaban hasta que aparecí en el bosque—pienso.

—Es un placer conocerte Señor Winchester. Tu hija me ha hablado mucho de ti.—dice Dylan mientras le ofrece la mano a mi padre y mi padre le responde, sorprendentemente, aceptándolo.

El hombre del traje oscuro y peinado impecable tose para atraer la atención de forma que todos nos dirigimos hacia él.

—Siento interrumpir este reencuentro familiar, pero, estoy seguro de que debéis estas agotados y muy confusos.

Dylan y yo asentimos a la vez.

—Bueno cada cosa a su tiempo. Primero, os llevaremos a vuestras habitaciones para que os aseéis, y descanséis. En tu caso Dylan, antes te llevaremos a la enfermería para que vean tus quemaduras.

¿Cómo saben lo de las quemaduras?

—No será necesario—se levanta un poco la camiseta y enseña su espalda—. Han desaparecido.

Me mira a mi al igual que mi padre y el hombre del traje, todos con cara de asombro.

—Bien en ese caso—prosigue—seguir al Sr. Winchester. Él os guiará hasta vuestras habitaciones.

Seguimos a mi padre y es entonces cuando veo la habitación en la que hemos estado. Bueno más que habitación era una habitación con las paredes de cristal. Un poco extraña la verdad. Aunque más allá del cristal no se ve nada, solo oscuridad.

Seguimos a mi padre por unos cuantos pasillos y nos cruzamos con personas que llevan batas y otros que llevan pistolas. Soldados seguramente. 

—Papá, ¿dónde estamos?—digo al fijarme en la persona que lleva la pistola.

—¿Recuerdas que trabajaba en unos laboratorios de investigación?

—Sí.

—Pues estamos en ella.

Vaya, vaya. Casualmente el mismo lugar en la que "murió" mi padre. Todo esto me huele muy pero que muy mal.

Seguimos andando por unos cuantos pasillos más hasta que mi padre se para en frente de una puerta.

—Estos son vuestras habitaciones. Lena la cuya es esta—señala la de la izquierda— y Dylan está la tuya—dice señalando a la derecha.

—¿Volveré a verte?—preguntó preocupada.

—Por supuesto, cariño—me da un beso en la frente—. Me gustaría quedarme aquí hablando contigo poniéndonos al día y explicándote todo pero seguramente estaréis muy cansados así que hablaremos mañana—no puedo evitar fijarme en que mira alrededor de forma constante. Como si tuviera miedo de que nos vean. 

Asiento de mala gana. Sé que tiene razón estamos cansados y eso. Pero me habría gustado quedarme a hablar con mi padre aunque fuera un poco.

—Buenas noches a los dos—dice mi padre en modo de despedida.

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