Ya tengo algo aparte del buzo

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Corremos como si no hubiera un mañana en dirección a la pequeña casa.

Cada vez estamos más cerca y puedo apreciarla mejor. Es una casa típica de leñador. Por fuera, esta todo hecho de madera. En el tejado tiene una chimenea.  No hay rastro de personas.

Llegamos a la puerta y, como gente educada que somos, tocamos la puerta.

Nadie abre.  Decidimos mirar por la ventana para ver el interior de la casa. Dylan mira primero.

—¡Joder!—salta Dylan cuando mira a través de la ventana con cara de estar alucinando.

Solamente teniendo en cuenta su reacción, yo también corro a mirar por la ventana y me doy cuenta de que es como una mansión. No tiene nada que ver con el aspecto de fuera. 

Dentro no hay nadie. Con que, solo tenemos un obstáculo que no nos permite entrar dentro.

—No hay cerradura—observa Dylan con un ligero aire de decepción.

—Déjame intentarlo—le respondo.

En lugar de una cerradura, hay un escaner de huella dactilar. 

Pongo el dedo en él y una luz verde capta mi huella dactilar. Cuando termina, aparto el dedo y la voz de una mujer, parecida a la del traductor de Google, anuncia lo siguiente:

—¡Bienvenida Lena! Espero que disfrutes de tu estancia. En esta casa encontrarás todos los lujos que necesites. 

Mientras que la voz me da la bienvenida, la puerta se abre yambos nos quedamos con la boca abierta.

Al entrar en ella, observo cada detalle. Cuando el castaño cruza la puerta, la voz también le da la bienvenida mientras cierra la puerta. Dylan se lleva tal susto que salta, pega un grito y me abraza.

Nos quedamos los dos mirándonos un buen rato pero sin dejar de abrazarnos. Es raro porque él no me suelta y yo estoy cómoda.

De repente, empieza a sonar la canción de Love me like you do de Ellie Golding y Dylan empieza a bailar conmigo.

Es increíble delicadeza con la que se mueve. Me agarra y me hace pegarme a él, de tal manera que apoyo mi cabeza en su pecho y seguimos bailando por varios minutos.

Al termina la canción, él sigue sin soltarme.

Le miro a la cara. Está sonrojado. Me mira y parece que va a decir algo importante:

—Voy a mirar que hay en la nevera—dice como si no hubiera pasado nada.

Yo, un poco en shock todavía, intento asimilar lo que acaba de pasar. Para aclararme las ideas, busco el baño para ducharme.

Al final encuentro el baño en el piso de abajo. Hay una bañera enorme con burbujas. Sin pensarlo dos veces. Me quito el buzo y me meto en la bañera.

Contemplo el tatuaje mientras pienso en lo que acaba de pasar.

Vamos a ver, con la forma en que me ha abrazado y mirado tal vez sienta algo ¿por mí?

Se notaba la pasión entre ambos. La ilusión en su mirada esa mirada de ojos grises que te traspasan por dentro. Además, esos labios gruesos que le ponen en la cara una de las sonrisas más bonitas que he visto nunca y ese pelo despeinado y perfecto le hace parecer más atractivo.

Estoy llegando a la conclusión que me gusta Dylan. ¿Será mutuo?

Intento autoconvencerme de que Dylan no me gusta pero es inútil. Me acabo de dar cuenta de que me gusta.

Al salir de la bañera, me miro en el espejo.

Sinceramente no soy el tipo de chica que es una belleza. Tampoco me importa la verdad. Casi nunca me hecho maquillaje porque no me gusta y además supone mucho trabajo eso de echártelo y luego desmaquillarte. 

Tengo el cabello pelirrojo y siempre llevo el pelo recogido, como en este caso. Es que tengo el cabello un poco, bueno, bastante, abultada y la verdad me gusta llevarlo con coleta. Estoy más cómoda así. 

Tengo algunas pecas esparcidas por las mejillas. Mis ojos son de un color azul claro, heredado de mi padre. Mis amigos me toman el pelo diciendo a ver si soy un vampiro porque tengo la piel muy blanca, sí, son muy originales. De altura no soy muy alta mi muy baja. Mido 1,65m.

Me pongo el albornoz, porque no encuentro mi buzo, y salgo del baño hacia la cocina para preguntar a Dylan si sabe donde puede estar mi buzo y, para mi sorpresa, se había bajado el buzo hasta la cintura, dejando toda su torso al descubierto.

Me quedo hipnotizada cinco segundos, sin decir nada , hasta que logro reaccionar:

—Dylan, ¿has cogido tú mi buzo?—le pregunto aún un poco en trance.

—Sí y lo he metido en la lavadora. Estaba sucio. Que bien que has terminado de bañarte, ahora voy yo. En el armario al lado del salón hay ropa limpia—me contesta, como si no hubiese pasado nada.

—Por cierto—añade antes de irse—. Te que da muy bien el pelo suelto.

Dicho lo cual, se va al baño.

No me había dado cuenta de que tenía el pelo suelto. Lo he soltado para que se sacará.

¿Soy yo o hace calor aquí? Seguramente sea por eso que Dylan tenía el buzo bajado.

Me voy hasta el salón y cojo un pijama del armario, ya que afuera es de noche.

Para cuando Dylan sale de la ducha, no se que obsesión tiene con su tableta, porque del baño solo a salido con una toalla, y se viste con un pijama.

Cenamos una ensalada que había preparado el castaño mientras que yo me bañaba y vamos a buscar las habitaciones para dormir.

Notaba a Dylan mucho más reservado como si se avergonzara de algo.

Nos damos cuenta de que solo hay una habitación. Abro la puerta.

—Dylan, ven a ver esto.

MetahumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora