¡Dylan está en peligro!

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Han pasado unos cuantos días desde la partida de Dylan.

Aún me acuerdo de él, pero ya no es tan doloroso como al principio. Claro que, eso no significa que no lo eche de menos. Solamente intento pensar que era lo mejor para los dos y punto.

Trato de estar distraída, haciendo una cosa y otra. Por ejemplo, ayer mismo estuve escalando un árbol que está situado cerca de aquí. Encontré unas cuerdas, que estaban en una caja, y me pareció una buena idea practicar.

Pensé que después de lo del encuentro con pájaros, no tengo ni idea de como escalar, no bien por lo menos, pues me pareció una buena excusa para hacer algo.

También, regularmente, tomo el sol. Ya que tengo el desierto prácticamente al lado que menos que aprovecharlo y ponerse un poco morena.

No sabes lo morena que me he puesto.

Aunque, el peor momento es al acostarme. Es cuando mi cabeza comienza  dar vueltas y vueltas.

Es como si ahora todo dependiera de mí, especialmente mi vida bueno, sí, sobre todo mi vida. Además, como solo estoy yo no tengo que preocuparme por nadie más y no tengo que discutir sobre qué película ver.

Acabo de comerme un buen plato de espaguetis a la carbonara y tengo toda la tarde por delante. ¿Y ahora qué hago?

¡Ya está!

Me dirijo a la estantería de la sala de estar y miro los libros que me quedan para leer es que le encargue a Alice libros nuevos.

Paso el dedo por la estantería.

—Este lo he leído—digo en voz alta.

—Este tambien—miro cuidadosamente por si se me escapa alguno—¡Éste!

La reina roja se titula el libro. Tiene buena pinta.

Abro el libro y empiezo a leerlo.

A la noche

Hace mucho que he acabado el libro y me estoy preparando para acostar.

Entro en la cama y cierro los ojos.

Para mi sorpresa, esta noche voy a tener un sueño de los que no tenía desde hace tiempo. De esos raros.

Estoy en mi habitación, buena en la que tenia cuando tenía cinco años, y veo a mí yo de cinco años en la cama, durmiendo.

Si mal no recuerdo, este sueño es la a continuación del sueño anterior.

Te hago un resumen, si no te acuerdas: no podía dormir así que le pedí a mi padre que durmiera conmigo.

Repentinamente, se despierta y se da cuenta de que papa no está.

Seguramente habría ido a trabajar. Siempre se iba a trabajar antes de que me despertara. Creo que se día tenía que venir a casa a recoger una cosa y me prometió que nos veríamos cuando me despertara.

Se dirige a las escaleras y la sigo. Se oyen voces.

Puedo identificar una de ellas, es la de mi madre.

Bajo abajo y me encuentro con esta escena: dos hombres vestidos con traje negro están hablando con mi madre en la sala de estar y mi madre no para de llorar.

Los tres se dan cuenta de mi presencia y todos se giran hacia mí.

Al ver que mi padre no estaba entre ellos, pregunto con un tono inocente:

—¿Y papá?

Mama se me acerca y me pone un brazo en el hombro.

—Eres demasiado pequeña para entenderlo, cariño.

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