La caja

285 19 4
                                    

Delante de nuestros ojos está nada más ni nada menos que una caja. Una caja negra de metal con un botón grisáceo en el centró.

—¿Una caja?—pregunta Dylan confuso.—En serio tanta historia por una caja. 

Nos quedamos unos minutos observando. Pasados esos minutos, propongo lo siguiente:

—Deberíamos abrirlo. 

—¡NO! ¡ESPERA!—me detiene él y añade lo siguiente—¿ Y si es una bomba o algo por el estilo?

Lo miro asombrada.

—¿Pero cómo va nadie a poner una bomba en mitad de un bosque perdido?—pregunto tratando de hacerle entrar en razón.

—Pues para probarlo, tal y como lo que hicieron los nazis en Guernica. 

Suspiro de desesperación mientras que él coge un palo cercano.

—¿Para qué es el palo?—pregunto algo confusa.

—Tu observa y aprende.

No se le ocurre otra cosa que tocar la caja con el palo.

—¿Intentas abrir la caja o, simplemente, jugar con ella?

—Ja. Ja. Muy graciosa—se burla—. Intento abrirla.

—En ese caso, porque no le das al botón grisáceo de ahí—lo señalo con mi palo/bastón.

Como respuesta, él lo mira asombrado. Parece ser que no se ha dado cuenta de su presencia.

—Será mejor que des un paso atrás.

Doy un pasó atrás de mala gana, esperando que nadie nos vea y nos tome por tontos.

Mientras tanto Dylan le da al dichoso botón, al fin.

Acto seguido, la caja se abre y nos encontramos con un montón de provisiones: una manta, dos cantimploras, unas cuantas piezas de fruta, sándwiches y un pequeño kit de primeros auxilios.

—¡Cuidado es una bomba!—grito en tono vacilante—. Una vez más, tenía razón.

Él se limita a gruñir.

Mientras que el come un sándwich yo me quito la bota del tobillo que tengo mal, me subo un poco el buzo y aplico la pomada en la pierna. Después, me dispongo a beber agua de la cantimplora.

—¿Está rico el sándwich?—pregunto.

—Sí, ¿quieres un poco? Hay de sobra—responde.

—No, era para saber si tenían algo. Ya sabes veneno o así—digo como sí nada. 

Me mira con cara de pánico.

—¡¿QUÉ?!—grita horrorizado y mira a la comida—¡¿Tienen veneno?!

—No, idiota. Lo decía de broma—digo sin poder parar de reír—. Tenías que verte la cara.

—Tinías que virte la cara—dice imitando mi voz con tono burlón.

—Oye, no te enfades. Solamente digo que es raro que nos encontremos con todo esto en mitad de un bosque. No sé. Es demasiado... bueno.

—Mientras que no me muera de hambre, por mí vale—responde él dándole un mordisco al sándwich.

—Así que, un día te despiertes perdido en un bosque desconocido, vestido únicamente de un buzo y un tatuaje extraño. ¿No te parece raro?—reflexiono y prosigo al ver que no dice nada—Además, en el momento que más hambre tenemos, aparezca una caja mágica que parece caída del cielo. ¿No te parece raro?

MetahumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora