El escape

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Advertimos de que este capítulo es más largo que cualquier otro de los que hemos escrito. Esperemos que lo disfrutéis igualmente.

Si tenéis alguna recomendación o lo que sea acerca de la historia, hacérnoslo saber.

Saludos de parte de las escritoras.

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Entonces entra mi padre.

—No tenemos mucho tiempo—nos da a cada uno una mochila—. Dentro tenéis provisiones, ropa y algo de dinero.

—No lo entiendo, ¿adónde vamos?—pregunto confusa.

—Tenéis que salir de este sitio lo antes posible—dice nervioso.

—¿Huir?—pregunto mientras cojo una cazadora vaquera y Dylan una negra para el camino.

—Sí. Es única manera de que os salvéis. Pero antes de nada, es importante que sepáis que está pasando en realidad.

Dylan y yo nos sentamos en el borde de la cama y escuchamos atentamente lo que tiene que decir mi padre.

—No todo lo que os han dicho es verdad. Lo de que estabais enfermos y que intentamos salvaros, eso sí, es cierto.

Hace una pausa.

—Pero—continua—, no todos veían una forma de curar cualquier enfermedad. Algunos, como el Sr. Montgomery, querían utilizaros como soldados metahumanos. Después de decidirlo entre todos, os dejamos marchar hasta pasados unos años. Algunos de nosotros nos obligaron a quedarnos aquí, permanentemente. Es por eso que fingieron mi muerte—coge aire—. De esa forma estaría aquí todo el tiempo. Y así he estado—suspira—. Nunca me han dejado verte ni a ti, ni a los chicos ni a tu madre, y lo he intentado por todos los medios posibles.

Silencio durante unos segundos.

—La última vez que nos vimos, Lena, fue cuando te despertaste de una pesadilla—en ese momento, me acuerdo del sueño que tuve en el bosque. La última vez que vi a mi padre—. Siento decírtelo pero la pesadilla fue real. Esa fue la noche en la que os convirtieron en metahumanos.

Nos hemos quedado en silencio unos segundos, asimilando todo.

—Hasta han conseguido engañar a vuestras familias diciendo que estáis en una especie de escuela especial, haciendo cursillos. Esas son razones suficientes por las que debéis marcharos de este terrible lugar. Quieren borrar la memoria y usaros como soldados Metahumanos.

—¿Tú no vienes?—pregunto a mi padre tristemente.

—Lo siento, Lena—me doy cuenta que intenta controlar las lágrimas—. Pero alguien tiene que quedarse aquí, por si acaso—dice y pone una mano en mi hombro—. Sé que es duro, hasta hace poco no sabías ni que seguía vivo y ahora que me has visto, tienes que irte.

Apoyo mi cabeza en el hombro de mi padre y nos damos un abrazo de despedida.

—En la primera planta hay una maceta de rosas. Debajo de ella he escondido la llave de uno de los coches que tienen fuera, la encontrareis a la derecha. Ir allí y cogerla. Después, iros directos hacia el coche y conducir todo lo lejos que podáis.

—Pero no sabemos conducir—replico yo nerviosa.

—En realidad, yo sí—dice orgullosamente el castaño. Lo miro sorprendida—. Una larga historia.

—¿No es más fácil qué usemos nuestros poderes y nos traslademos fuera de aquí?—a mi parecer, es la cosa más lógica.

—No sabemos si funcionaria. No controláis vuestros poderes. Es la forma más segura que tenéis para viajar—se dirige a la puerta—. Yo intentaré conseguir tiempo. Pero debéis iros ya.

MetahumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora