¡¿OMG?!

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Me despierto con un inmenso dolor de cabeza.

Miro alrededor en busca del palo en el que me apoyo. Por suerte lo encuentro a unos pocos centímetros de donde estoy. Con la ayuda del palo, intento ponerme en pié.

Una vez levantada, busco a mi compañero. Miro por todas partes pero, lamentablemente, no lo encuentro.

Frunzo el ceño. Que raro. ¿Dónde se habrá metido?

—Dylan—lo llamo—¡¡¡DYLAN!!! ¿Dónde estás? 

Entro en pánico, no te voy a mentir. Era como volver al principio. Cuando me desperte soola en el bosque. Dylan me hacía compañía y no lo diré delante de él pero dejando de lado que es un pesado, me alegra que nos hallamos encontrado. Además, me ha salvado en varias ocasiones.

Justo entonces me doy cuenta de que no estoy sola. Hay un zorro que viene directo al lugar donde estoy. 

Por mi humilde experiencia, me he dado cuenta de que hay que dejar a los animales salvajes y no molestarle o no acercarte mucho. Es por eso que, poco a poco, me voy a alejando del animal.

Para mi desgracia, el animal corre hacia mí.

Decido quedarme quieta. Esperaré hasta que se vaya. Espero que se aburra de mí rápidamente.

El zorro se acerca a mí y empieza a olfatearme la pierna en la que tengo la herida. ¿Qué raro?

Me agachó lentamente para saber que quiere.

De repente, me muerde la manga del buzo y tira de ella dejando al descubierto el tatuaje del tigre blanco.

Después de recuperarme del susto, entonces entiendo lo que quiere decir: el tatuaje de Dylan era un zorro.

No puede ser.

No.

No es posible.

Me estaré volviendo loca.

Se me está yendo la cabeza. El golpe me ha afectado. 

Me estoy volviendo loca.

¿Ese zorro es Dylan?

Cálmate, Lena y piensa con la cabeza fría. Segundos antes de perder el conocimiento, he visto la silueta de un zorro en el destello que provenía de Dylan y cuando me despierto me encuentro con un zorro que es casualmente el tatuaje del castaño.

—¿Dy-Dylan?—formulo medio tartamudeando—¿Eres tú?

El animal asiente.

Creo que me va dar algo. Cuando pensaba que lo había visto todo va y me viene con esto.

Aunque me alegro de que este aquí, aunque sea en modo de zorro. Por lo menos, sé que no ha desaparecido o ido sin mí.

Entonces me viene a la mente otro tema: si él tiene un tatuaje de un zorro y se puede convertir en uno, eso significa que ¿yo también puedo convertirme en un tigre blanco?

—Vamos zorro-Dylan—lo llamo—. Sigamos adelante.

Juntos, nos adentramos en el bosque en el que cada vez se ven menos árboles.

De vez en cuando, miro al zorro-Dylan. Es que aún no me lo creó. ¿Como se habrá convertido? Y ¿cuándo dejará de ser un zorro?

Cuando estábamos pasando por un claro, pasa algo inesperado. El zorro empieza a brillar, como lo hizo antes Dylan para después convertirse en zorro.

—¡Ha sido una pasada!—describe su experiencia cuando se convierte en humano otra vez— ¿A qué sí, Len?

Abro los ojos como platos.

MetahumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora