Las cosas han estado tranquilas, los Mortales siguen aprendiendo, mientras yo sigo creciendo, con los años, por fin, logré ser más alta que mis compañeros Árboles, ya que he crecido como Diosa
Las piedras donde están los Dioses Bestias están tranquilas, en lugares que no serán, muy visitados, por los mortales.
Eso sí, este último tiempo, he escuchado de una posible guerra entre los humanos y los elfos, ellos se han conocido y por lo que escucho del viento, se llevan fatal....No me involucrare en su guerra, estoy aquí para proteger a los mortales, es verdad, pero siempre he dicho para mí misma, que yo no me involucrare en sus batallas ya que forman parte de su historia, de todas formas, puedo, de forma indirecta, guiarlos.
También he escuchado, por el viento, que desde que encerré a los Dioses Bestias, he hice mi primera aparición como Diosa, muchas leyendas se han creado....Anda a saber cuántos años han pasado desde que me presenté a los Mortales, después de vivir mil años, el tiempo para mí, pasa como las caricias del viento, es decir, pasa en un instante.
-Mi Diosa- me llama uno de los monstruos que me protege.
-¿Qué sucede?- le pregunto mientras estoy sentada en una de mis raíces.
Eso he aprendido con los años, mi cuerpo físico es mi Árbol, pero puedo manifestarme usando mi magia y propio poder vital, como no he olvidado que una vez fui humana, me gusta pasar mucho de mi tiempo, estando en mi forma de Diosa, esa que es la una joven mujer, con largo cabello verde y ojos cafés.
-Hemos sentido que alguien viene ¿Es necesario estar en la defensiva?- me pregunta, mientras mira hacia un camino echo por mis compañeros.
-He sentido la presencia, no es un mal mortal, por lo cual no es necesario estar a la defensiva, eso sí, ya le he pedido a los demás, que estén una forma de un laberinto, no veo la necesidad de matarlo, pero no dejaré que llegue hasta aquí tan fácilmente- le digo mientras miro el cielo.
Este es el primer Mortal que viene a mi tierra, su corazón debe de ser puro para poder llegar aquí, por eso les pedí a mis compañeros que formarán un laberinto, ese ser debe de pasar el laberinto, para poder llegar a donde estoy yo, tranquila y calmada.
Sigo escuchando el viento, a pesar de que podría ser una Diosa omnisciente, no quiero serlo, ya que sería aburrido y ya no tendría una diversión, escuchar al viento es entretenido, a veces, cuenta historias muy divertidas.
Pasan las horas, o días, que se yo, pero siento que el Mortal está cerca de mí, por lo cual vuelvo a mi Árbol, ese Mortal me tendrá que llamar, allí veré si es que aparezco o no.
El Mortal aparecio, es un hombre joven, de cabello castaño, su mirada está llena de sabiduría y amor, siento que su corazón está lleno de pureza, no hay odio, gula o lujuria, este mortal es uno muy raro, al parecer.
-Este es el final del laberinto.....Aquí debería de estar la Diosa Tindharia descansando....Mi Antepasado dijo que la Diosa, solo ha hecho su aparición cuando los Dioses Bestias, estaban causando estragos- dijo el hombre, mientras se acercaba al lago.
-Por favor, Gran Diosa Tindharia, escucha mi oración, aparece ante mí, ayúdame a detener la guerra entre humanos y elfos- pidió el joven, mientras se miraba en el lago, desesperado.
Lo quedó mirando un rato, hasta que veo que de sus ojos, sale una lágrima, la cual cae en el lago, haciendo ondas, con eso ya estoy clara, voy a ayudarlo, su Lágrima está llena de pureza y de vida, me agrada.
Comienzo a aparecer ante el hombre, saliendo de mi Árbol, tranquilamente, con gracia, me paro en el centro del lago, mirando al hombre.
-¿Quién eres?- le pregunto.
El hombre se me queda mirando sin palabras, sus ojos muestran sorpresa e incredulidad.
-Me llamo Leroy- me dice el hombre, intentando reaccionar.
-Joven Leroy, estás en la Tierra Sagrada, donde yo, la Diosa Tindharia vivo.....¿Por qué has venido?- le digo al joven.
-Necesito su ayuda, quiero detener la Guerra de los humanos y los elfos- me dice con determinación.
-Entiendo, pero....¿Qué es lo que tú exactamente quieres?- le digo al chico.
-Yo....Yo quiero detener la guerra, pero también quiero enseñar las lecciones que usted, mi Diosa, ha dejado en el mundo- me dice el Mortal.
Lo miro un poco y veo que hay veracidad en lo que dice, también puedo sentirlo en su aura y corazón.
-Joven Leroy....No....Obispo de la Luz, tu serás el primer representante Mortal de mi parte, tienes mi bendición para acabar con la Guerra de los Humanos y los Elfos, te daré un símbolo, que desde ahora en adelante, pasará de generación en generación con los Obispos de la Luz, todos los Mortales, que estén dispuestos a seguir la Religión de la Diosa, tendrán la oportunidad de convertirse en Sacerdotes, Sacerdotisas, Cardenales y solo aquel que el Símbolo acepte, será el nuevo Obispo de la Luz- le digo mientras hago, con mi magia, un collar en forma de estrella de doce puntas.
-Desde hoy, hasta que encuentres un sucesor, tú eres el Primer Obispo de la Luz- le digo, mientras me acerco al Mortal, y coloco el collar en su cuello.
El collar tiene un hechizo de mi parte, es uno que sirve para ver una imagen mía, para que sepan los demás Mortales, que yo los estoy cuidando, además servirá como el símbolo de la Religión de la Diosa.
-Muchas Gracias, mi Diosa, yo, el Obispo de la Luz, Leroy, juro repartir sus enseñanzas y detener la guerra de los Humanos y los Elfos- me dice con una reverencia.
Con una sonrisa, hago magia, es hora de que este Mortal vaya a casa y detenga esa Guerra, ya quiero escuchar las cosas que hará, ahora, que es el Obispo de la Luz.
El hombre desapareció, mientras el resto de los seres que viven aquí, comienzan a aparecer.
Conversamos un rato, todos estamos ansiosos de saber que historias creará ese hombre:
El primer Obispo de la Luz de la historia de este Mundo.
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Soy un....¡¿Árbol!?
FantasyPor ser una tonta y distraída,en la calle, por estar mirando el celular fui atropellada por un camión y por lógica termine muerta. Nunca creí en la reencarnación, pero cuando tome conciencia de todo, estaba en un lugar totalmente tranquilo y lleno d...