Me hundía.
Sentía la humedad en mi cuerpo...
Mis ojos miraban arriba de mi.
Una leve sombra apreciaba desde fuera de estos mares.
Mi mano intento alcanzarle vanamente...
El tiempo pasaba lento, podía respirar en el agua.
No sentía el latir de mi corazón...
Aunque pensaba que respiraba no era así.
Mi pecho subía y bajaba, pero no respiraba.
Estoy muerta, pero sigo estando consiente.
Soy una muerta viviente, o un espíritu perdido entre los mundos.
Me sigo hundiendo en silencio, hasta que la sombra me saca del agua y me lleva al infierno.
Todo consumido en llames, todos ardiendo en sufrimiento.
Las espaldas de todos aquí están curvadas, como si cargarán con algo sumamente pesado. Pero en sus espaldas no hay nada.
Mis manos comienzan a pesar, veo cadenas en ellas.
Mis pies por cada paso que doy, pesan como el plomo.
Mi cintura estada atada a algo que no veo.
Mi cuello lleva una soga.
Mi dedo anular tiene un hilo fino de color rojizo...
Este esta roto, mi dedo es libre.
Frente a mi alguien de negro con la piel rojiza, toma el otro extremo del hilo rojo y se lo ata en su dedo pulgar.
Me ordena despertar...
Yo me niego, y al hacerlo me maldice con las voces por toda la eternidad. Hasta que, cuando él ordene, o yo le obedezca plenamente.
Hasta entonces...
Las voces seguirán resonando en mi cabeza, armando guerras como Ares con Hades.
Hasta el fin de mi eternidad.