Capítulo 3

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Zúrich (Suiza)

El sol comenzaba a ponerse, y su preocupación no había desaparecido del todo. Fidel Huber, un magnate de los negocios. Un hombre recto, temible ante la hora de cerrar un contrato con un carácter fuerte, con dominio y seguridad en todos sus actos.
En ese momento su cuerpo seguía rígido, terminó de fumarse su cigarrillo cuando tocaron a la puerta.

—Señor Huber. — El hombre vestido de negro, era el encargado de buscar alguna pista referente a su mujer.

—Habla Zack. ¿Dónde está Azahara?

—Señor, hemos estado investigando y aún no tenemos ningún dato. Creemos que ha salido del país, pero aún desconocemos su paradero.

—Maldita sea.—Fidel golpeó la mesa irritado. ¿Cómo podía ser que una mujer se hubiera escapado habiendo esquivando a los mejores agentes de seguridad?

—Poneros a trabajar de inmediato y quiero saber dónde se encuentra mi esposa  antes de 48 horas.—El hombre al escuchar la voz autoritaria y firme de su jefe, desapareció de la estancia de inmediato.

Devastado, volvió a encender otro cigarrillo. Necesitaba de alguna manera poder aliviar la incertidumbre de no saber nada referente a su mujer. Se casó con ella hace un año. Era su segundo matrimonio, puesto que su primera mujer murió a los tres años de estar casados. Después de estar muchos años sin fijarse en otra mujer como para hacerla su esposa, apareció ella como una luz blanca en mitad de la oscuridad.
Aún podía recordar el día que se sentó delante de él intimidando le con sus ojos llenos de viveza, sonrisa cautivadora hablando con franqueza. Lo que más le llamó la atención fue su belleza. Poner sus ojos en ella  fue como un flechazo.
Esperó unos meses para proponerle en matrimonio. Y ahora en esos momentos estaba desaparecida. A lo primero pensó que la habían secuestrado, continuaron con la investigación hasta que suponiendo que se había escapado.
¿Lo había abandonado? Pero... ¿porqué? Que fue lo que le impulsó a salir huyendo de su lado, si tenía de todo. Vivía en una mansión, conducía su propio coche, tenía un guardarropa con vestidos hechos por los mejores modistos sin contar con las joyas que lucía a las fiestas que acudían.

Desalentado y con sus ojos puestos en el cristal viendo las pequeñas luces que se refleja desde lo más alto del edificio, las contempla con una foto de ella en la mano, preguntándose donde se encontrará y porqué Azahara lo abandonó sin darle ningún tipo de explicación.

París (Francia)

Eran cerca de las  diez de la noche cuando Iñaki llegaba a su casa. Estaba agotado y no solo por el trabajo, más bien era porque no podía apartar de su mente a Azahara.
Exhaló exhausto queriendo apartar sus recuerdos de su mente. Pero era algo muy difícil de hacer. Cuando amas a una persona llegando a cegarte suponiendo que será la persona adecuada con la que compartir tu vida, todo te resulta maravilloso.
Pero cuando un día después de haber compartido el calor de su cuerpo, el sabor de sus besos sigue ahí durante unos minutos, después la buscas y no la ves, sientes que el mundo gira demasiado deprisa, tanto que no hayas la respuesta concreta.
Solo una simple nota donde le dejaba escrito una despedida y que la perdonase.

La buscó como un loco a pesar de su traición, y sin poder encontrarla se enteró por su madre que se había casado con un hombre mayor que ella.

Aquello fue desolador, era como haberle dado con un mazo en mitad de su pecho para después sentir como todo se desbarata dejando que una cúpula de lamento, pensamientos y preguntas que se las lleva el aire, lo envolviese.

Había pasado más de un año de todo aquello. Era el momento de seguir con su vida, pensó Iñaki mientras tomaba asiento y bebía pequeños sorbos de su café.

CAMBIANDO EL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora