Capítulo 6

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En ocasiones la vida se vuelve tan amarga, que no puede  vivir o sentir dos amores a la misma vez.

Por un lado estaba el amor que siente hacia Azahara y por otro lado,  ese amor oculto que siente hacia Paula. A pesar de querer expresarle lo que siente, debe callar y dejar que las cosas vayan fluyendo por sí solas. El destino se encargará de advertir lo que más le conviene.

Ahora está de nuevo junto Azahara, todo el amor que le dio y por ello le hizo tanto de sufrir, y a pesar de toda su belleza, su entusiasmo y cuando siente su calor hace que Iñaki termine por perderse apasionadamente bajo las sábanas.

Aquella mañana Azahara comenzó a maquillarse cuando de pronto su cabeza comenzó a dolerle. Varias imágenes rozaron su cabeza empezando a aturdirla. Su mente empezaba a recordar.

Con su mano puesta en su frente, volvió a mirarse en el espejo, su reflejo era tan distinto aquella mujer que se marchó hacía tiempo. Siempre estuvo enamorada de Iñaki. Él era atento con ella, comprensivo y sobre todo le daba ese cariño que ella deseaba. Era feliz. Sin embargo el día que comenzó a trabajar en la empresa y conoció a su jefe, el suizo Fidel Huber, todo se fue transformando en su vida y en ella. Su apetito por ansiar más hizo que aprovechara que Fidel la miraba de manera distinta avalándola con regalos costosos y viajes en su jet privado y hasta en su yate.

Sin duda, Azahara vivía como una princesa de cuento. Su aspiración y afán por tener lo que siempre quiso en la vida, hizo olvidarse lo que era sentir el amor de otra persona.

Las imágenes se agolpaban en su cabeza, podía ver el rostro de su marido y la manera tan cordial y amorosa de tratarla. Tal vez el ansia del dinero la cegó, el interés la llevó a casarse con Fidel dejando a Iñaki. Al único hombre que amó.

La pretensión de querer ser feliz rodeada de lujos, hizo que ella misma fuese cayendo en su propio abismo. Los días de sol llenos de dicha y felicidad se habían vuelto oscuros y grises.

Fidel podría quererla, pero ella no podía amarlo como quería a Iñaki. Necesitaba tanto volver a ser amada, que tras pensarlo con detenimiento, ideó un plan para escaparse.
Lo primero que haría sería hablar  con Iñaki, al ser posible arreglar las cosas entre ellos antes de tomar la iniciativa de divorciarse de su marido. Si Iñaki, seguía enfadado con ella, o lo que más temía ella, que hubiera puesto sus ojos en Paula. Puesto que Azahara sabía que su amiga estaba enamorada también de Iñaki.

Al ver que las cosas siguen igual que antes, Azahara sonrió dándose brillo en sus labios. No había nada que tener, Iñaki seguía enamorado de ella y sobre Paula no era peligro para ella. Volvió a retocarse su pelo, quería verse guapa para cuando llegase Iñaki y hacerle entender a su amiga que Iñaki solo tiene ojos para ella.

Pero para ello debía seguir fingiendo amnesia, debía de  asegurarse que Iñaki seguía amándola para poder contarle la verdad.

La jornada en el hospital había tocado a su fin. Como siempre Paula, aprovechaba cualquier minuto para estar cerca de Iñaki. Ambos se llevan de maravilla. Gastan bromas, hablan de todo, se llevan de maravilla y a pesar de eso,  su silencio es el encargado de que ambos solo sean amigos.

—Paula, te acompaño hasta tu casa, he quedado con Azahara para cenar.—Sus luceros marrones brillaban como dos faros, su sonrisa era la clara expresión de un hombre enamorado.

Aparentando normalidad, simulando una felicidad que tan despacio empezaba a destruir su corazón, Paula asintió con su cabeza. Lo único que le quedaba era encubrir sus sentimientos, callar lo que siente y rendirse ante la posibilidad de que algún día Iñaki y ella sean algo más que amigos.

Al llegar a su casa, Azahara ya estaba lista. Su cabello fuego resplandeciente, su vestido entallado azul y esa sonrisa hizo que Iñaki se derritiera olvidándose de todo para acercarse a ella rodeándola por su cintura terminando por besarla con ímpetu.

Disfrazando su alegría, Paula se marchó hacia el baño necesitaba una ducha y poder golpearse la cabeza para olvidar de una vez por todas a Iñaki.

Para ello llamó a su amiga Arantxa. Ésta aceptó salir con ella a cenar y bailar.

Dos horas más tarde, Arantxa y Paula se encontraban tomándose una copa en su bar habitual.

—A ver amiga, dime que te ocurre porque vaya cara de velorio que traes.—Arantxa y Paula se conocen desde el instituto. Arantxa trabaja como enfermera en otro hospital. Ambas se ven siempre que sus trabajos se lo permiten.

—Que te voy a decir que no sepas.

—Iñaki. ¿Verdad?

—Exacto. Y ahora con la llegada de Azahara todo se me está complicando más. Ahora sí sé que tengo menos oportunidades con él que me toque la lotería sin jugar.

—Mira que eres tonta. Debes de pensar en ti, Iñaki solo te ve como una amiga, si hubiera querido tener algo contigo, ya lo hubiera hecho. Así que, venga déjate de lamentaciones y a vivir la vida que son dos días.

Ambas alzaron sus copas dejando que el cristal chocase, alegres se tomaron sus copas.

Eran pasadas las doce de la noche, cuando Paula llegó a su casa. Desde hace mucho tiempo, no se lo había pasado tan bien y al menos había dejado de pensar en Iñaki.

Al pasar al salón encendió la lamparilla, se quitó sus zapatos dejando el bolso encima de la mesita cuando un ruido captó su atención.

No podía ser. No, aquello no le podía estar pasando. Despacio caminó hasta la puerta de la habitación de Azahara. Hizo escucha percibiendo como su corazón se desgarraba lentamente.

Iñaki y Azahara estaban haciendo el amor. Cerró sus ojos, dejando caer esas lágrimas rebeldes. Aquello si le había dolido, más de lo que ella hubiera creído. Aturdida, agarró de nuevo sus cosas y se marchó, lo que menos deseaba era tener que presenciar como el hombre que ama está haciendo el amor con su amiga. La misma que lo abandonó, la misma que se rió de él, la misma que se fue con otro hombre porque tendría dinero dejándolo sin importarle nada.

Sin saber dónde ir, puesto que Arantxa se había ido con un chico a enrollarse, llamó a Jairo. Contándole que necesitaba ayuda, éste despachó a la rubia que estaba tendida en su cama.
Una vez que la chica se marchó, quitó las sábanas puso otras limpias justo en el momento que tocaron a su puerta.

—Paula, ven pasa.—Jairo la invitó a pasar. Era evidente que Paula había llorado y aquello le molestaba. Apreciaba a Paula y no podía soportar la idea de que ella sufriera por su amigo. Aunque él e Iñaki se conocen desde pequeños, había cosas que no podía tolerarle. Como el que le hiciera daño a Paula.

—Siento venir a estas horas, seguro que estabas ocupado.

—No, que va. No te preocupes, ahora cuéntame.

—Jairo ya no puedo más, te lo juro que ya no sé cómo me voy a quitar de mi mente y corazón todo lo que siento por Iñaki.

—Muy fácil, lo primero que debes hacer es quererte y valorarte a ti misma. No puedes estar suspirando por un tío que no te hace ni caso, bueno en el caso de Iñaki él solo te ve como una amiga. Lo segundo y lo más importante, es comenzar con tu vida. Mírate, eres muy linda, reúnes todas las cualidades para atraer la atención de un tío. Sólo debes... no se ponerte algo de maquillaje, ese pelo cortarte las puntas, date algo de tinte, quitarte los vaqueros y ponerte un vestido, un jersey con escote...

—Vale, vale. Para ya. He captado la indirecta.

— ¿Entonces lo harás?

Durante unos segundos Paula pensó si debía de cambiar ya de una vez, y no solo su imagen si no su manera de ver las cosas. Vivir su vida dejando atrás lo que siente por Iñaki.

—Lo haré.

Jairo abrazó a Paula sintiéndose orgulloso de que por fin su amiga fuera a dar un paso tan importante como era el dejar a un lado las tontas ilusiones por su amigo para darse la oportunidad de sentirse querida y amada por otro hombre.


CAMBIANDO EL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora