Capítulo 41: De cumpleaños feliz a momento excitante (Damien).

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Hoy es mi cumpleaños, y por lo tanto no tengo que ir a trabajar. Pero aun así mi bello y hermoso esposo me levanta temprano dándome los buenos días y felicitándome.

Repitiéndome de nuevo "no eres un viejo".

¿Es que no entiende que me acompleja que sea tan pequeño?

El estará joven, yo todo viejo y arrugado.

Mientras pensamos en que vamos a hacer solos mientras llegan los demás, nos encargamos de darnos mimos en nuestra cama, nos acariciamos y nos damos besos con amor.

−Te amo, Damien -dice acariciando mi cabello, tiene un cierto brillo en los ojos que me hace pensar que algo oculta.

−También te amo, bebé -digo moviéndolo con amor, y apartándolo de mi pecho -Vamos, hay que ducharnos y ponernos más guapos de lo que ya somos.

Él se ríe con esa risa tan melodiosa que tiene, me encanta.

Se pone de pie, siguiéndome al armario, mientras pensamos que ponernos. Somos tan flojos, que nuestra ropa esta toda revuelta.

El otro día, termine tratando de meterme uno de sus pequeños boxers. Pensé que se habían encogido en la secadora y termine rompiéndolos.

Ambos decidimos ponernos elegantes, saldremos a comer a solas y por la noche cenaremos con nuestras familias. Me alegra que mis queridos suegros estén sobre nosotros...que emoción.

Entramos juntos a la ducha y me encargo de desnudarlo, me muero por tocarlo...por besarlo, por hacerlo mío, escuchar sus gemidos es mi perdición.

Pero no quiero lastimarlo, sé que mi celo está detrás de este deseo tan grande, pero no he presentado celos desde que estoy con él...no lo había necesitado, porque primero me deje llevar en su celo, seguimos teniendo relaciones después de eso y no querido hacerlo con él desde que sabemos del embarazo.

Cuatro meses sin sexo nos están matando. Puedo verlo en sus ojos, mientras le quito los boxers, me encuentro de cuclillas, acariciando sus largas piernas blancas, Nathan da respiros entre cortados. Su miembro brinca cada vez que paso mis manos a su alrededor.

No puedo seguir quedándome con las ganas de tocarlo...

−Nathan...

− ¿Si?

−Haré que te vengas -escucho como respira forzadamente -Pero no lo meteré...hasta esta noche, dijiste que mi tío te dio permiso...confío en ambos, pero prométeme que cualquier molestia me la dirás.

Lo veo asentir repetidas veces como esos monitos de autos que mueven la cabeza sin detenerse y no puedo evitar el reír.

Me vuelvo a colocar en el piso y lo coloco de espaldas a mí, recargándolo en la pared, lo agarro de las caderas y lo jalo hacia mí. Sus jadeos me hacen querer penetrarlo y puedo sentirlo cuando mi pene se hincha.

Maldición.

Abro su trasero y la vista de su entrada húmeda y punzante me hace babear, acerco mi boca lentamente y meto mi lengua, Nathan gime y aprieta la mano en puños contra la pared, me incita a seguir y vuelvo a meter mi lengua con más fuerza.

− ¡Damien! Mete tus dedos, por favor...

Nathan sabe tan delicioso...

Mi hermoso esposo, mi dulce bebé.

Meto un dedo junto a mi lengua, Nathan mese sus caderas hacia atrás, veo como le tiemblan las rodillas. Me preocupo y saco mi lengua y mis dedos de su interior. Me pongo de pie y lo jalo.

Jamás te olvide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora