Capítulo 18: Unión y burlas.

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Separe mis labios para contestarle, cuando tocaron la puerta.

-¿Señor Akron? ¿Puedo pasar? –del otro lado se escuchó la voz de una mujer, tal vez de una enfermera. Nos miramos el uno al otro, en total pánico y asombro.

Me separe de él, agarre mi ropa y salí corriendo al baño escuchando una ligera risa de Damien.

Me regrese y le dije bajito:

-Cámbiate...y...yo también te amo.

Cerré la puerta despacio, tratando de no hacer mucho ruido.

Se escuchó el ruido de la puerta de la habitación abriéndose y los tacones de la enfermera en el vitro piso después un pequeño sonido asombrado.

¡El olor!

Me tape la boca para no gritar yo también. Frente a mi había un espejo. La mordida que Damien me había dado en el cuello había agarrado un ligero color morado.

La voz de la enfermera regañando a Damien y la risa de este me entretuvieron mientras me limpiaba los restos de Damien dentro de mí.

¿Qué rayos estábamos pensando?

Quería darme de golpes contra la pared. ¡También le había dicho que lo amaba!

-Joder... –susurre agarrando el puente de la nariz, había comenzado a dolerme la cabeza.

Me cambie y me senté en la taza del baño esperando a que la enfermera dejara de darle indicaciones a Damien sobre su salud. Y también regañándolo sobre haber tenido sexo en el hospital y más en su condición.

Para mi suerte, la enfermera no había preguntado nada de mí. Lo cual agradecía enormemente. Cuando por fin se fue, tal vez echando humo por la vergüenza y el enojo. Abrí la puerta lentamente y saque mi cabeza para ver a Damien acomodado perfectamente del lado izquierdo de la camilla con su bata de hospital puesta de nuevo y la sabana hasta su cadera.

¡Se estaba riendo!

-Bonito trasero –dijo extendiendo sus brazos, camine medio dudoso, pensando que tal vez lo mejor sería irme a casa.

Pero no quería separarme de él. Así que me quite los zapatos de nuevo y lentamente me acosté a su lado. Me apachurro y me dio un casto beso.

-Yo muriendo de la vergüenza y tu pensando en mi trasero.

-Dije que es bonito ¿no es suficiente?

-No...creo que debemos de pedirle disculpas a la enfermera. Te faltan cuatro días para salir de aquí y la vamos a seguir viendo.

-Ya me disculpe por los dos.

-¡Mentiroso! ¡Te estabas riendo! –le reproche frunciendo el ceño.

-¡Pero con mucha vergüenza! ¡Lo juro! –levanto su dedo meñique en forma de promesa infantil pero mi dedo meñique nunca se enrollo en el suyo. Me crucé de brazos mirándolo enojado – ¡Hey! Dejar con el meñique estirado es de mala educación.

-Que infantil es, señor Akron.

-Tú eres bien enojón y nadie te dice nada.

-¡Te estaban regañando y tú te estabas riendo! No tienes vergüenza –me deje caer de nuevo a su lado y me abrace a él. Estaba haciendo frío por el aire acondicionado y Damien estaba calentito.

-Ya, ya...mañana nos disculparemos con la señora. Pero que quede claro que no deje que supiera que tú seguías aquí. Le dije que te habías ido a escondidas para que nadie te mirara porque estabas desnudo.

Jamás te olvide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora