Aventura

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-Presiona ahí- le digo a mamá para que prenda el carro. Ella hace caso.

-Rum rum- hace el sonido ella. La fila de los carros empieza a avanzar.

Salimos del hotel y el guía nos lleva por un bosque. Después de 20 minutos de manejar en el bosque, salimos a un camino lleno de lodo.

-Más rápido- grito, mi voz no se escucha mucho. Mamá acelera justo en un charco. El agua con lodo nos cae encima. Ambas reímos.

Me estaba gustando este paseo en carritos.

Después de 15 minutos llegamos a una playa muy bonita. No tenía tantas olas como la que playa que tiene nuestro hotel.

La fila de carros se estaciona.

-Iré a mojarme los pies- digo mientras me quitaba las sandalias.

-Esta bien. Tu papá, tus hermanos y yo estaremos allí dentro tomando agua- mamá señala una cabaña cerca.

-Ok.

Voy al mar y empiezo a grabar para Snapchat. El agua estaba simplemente perfecta, podría quitarme el polo y zambullirme, pero no llevo ropa de baño puesta.

Empiezo a correr por la playa hasta que me cansé. Decidí tomar asiento en una de las bancas. Me echo y veo el paisaje, pero otra cosa me llama la atención.

Era el chico brasileño. Estaba jugando con su hermano menor fútbol. No un fútbol normal porque el chico empieza a ponerle el pie para que su hermano menor se caiga. Luego se pone a reír a carcajadas viendo a su hermano en el piso.

El menor que tenía más o menos 10 años es igualito a él, solo es más rellenito. Veo cómo se pone a llorar y empieza a correr hacia su mamá, el mayor rueda sus ojos y después me ve a mi. Yo cierro mis ojos rápidamente como si estuviera descansando.

Cuando ya me aseguro que no esté me levanto rápidamente y voy a la cabaña donde están mis papás.

-¿Nadaste?- preguntó mamá mientras tomaba una piña colada.

-No.

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