Capítulo 15: Penitencia & Venganza [10]

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Christopher fue despertado por el sonido insistente del teléfono. Le tomó un momento darse cuenta que no podía ser el suyo. Él lo había destrozado, de seguro escuchar un teléfono fantasma era la espiración de su cordura.

¿Cuántos días habían pasado? ¿Tres o quizás cuatro? Ya había perdido la cuenta.

Si ya había ignorado el llamado de sus compañeros a su puerta, de seguro podía obviar el teléfono imaginario.

Los dolores de cabeza volvían así que Christopher entendió su mano para buscar la botella, bebió hasta que todo se puso negro.

Despertó desorientado hasta que los sentimientos volvían otra vez como un tren de carga. Se arrastró hacia el baño. Cuando se vio al espejo apenas pudo reconocer la patética persona que le devolvía la vista.

—Y así es como terminan los grandes, solo tenías un trabajo —no pudo contener la risa al ver la imagen tan patética que tenía- Quizás María te de refugio.

Abrió su botiquín y tomó un par de pastillas, tendría que llamar a Lucas. Lucas desde que lo viera de seguro también se reirá de lo patético que se veía.

Volvió a escuchar el maldito teléfono, lo que hizo que su rabia aumentará. Se fue a la cocina dispuesto a romper lo que fuera lo molestaba, pero cuando fue no había nada, en la sala solo quedaban los restos del viejo.

—Te estas volviendo loco —se dijo, pero ahí estaba otra vez, buscó su arma y empezó a caminar, buscando aquel sonido.

Caminó por la casa, escuchando con atención el sonido lo llevó a la habitación final del pasillo, esa que le pertenecía a Justine.

Se detuvo delante la puerta, esa habitación, esa maldita habitación era un recuerdo constante de sus fracasos y ahora lo estaba enloqueciendo. El peso de su arma en su mano se le hacía reconfortante y si...

«No estas pensando con claridad».

Esa pequeña voz estaba allí, pero era muy baja en comparación con las demás, al final, ¿Qué tenía que perder? Lo había perdido todo. Un gran fraude, eso era lo que era.

«Te lo juro, nadie te hará daño».

Esa había sido su promesa, y aún así había fallado.

«Una persona Christopher, no pudiste mantener a salvo a una persona».

Los sonidos de las llamadas eran incesantes, abrió la puerta bruscamente y tuvo que tomarse un tiempo para ser si vista no lo engañaba.

—Esto debe ser una broma.

Había decenas de teléfonos por toda la habitación. Cuando uno se callaba empezaban otro a sonar.

Su primer instinto fue dispararle, pero se dio cuenta que se quedaría sin balas.

—¿Qué demonios es esto? —preguntó bruscamente.

—Con el inspector, Christopher Arias, por favor —dijo una voz femenina.

—¿Quién eres y como diablos llegó esto a mí casa —espetó con rabia.

—Supongo que estoy hablando con el inspector Arias —cuestionó aquella voz.

—¿Qué diablos quieres? —volvió a preguntar perdiendo la paciencia. ¿acaso ya había perdido la cordura? Se preguntó si estaba soñando, pero ese dolor que sentía, es imposible que hubiera tanto dolor en un sueño.

—Ya le dicho —le dijo como si fuera lo más obvio del mundo—, hablar con el inspector Christopher Arias. Oficial condecorado y el mejor de su clase en el 69, graduados con honores y recientemente encargado de los homicidios. ¿Puedo hablar con él?

—¿Es usted una reportera? ¿Eres estúpida? Esto es ilegal.

—No se responde una pregunta con otra. O mejor dicho dos.

Christopher no entendía a que venía, colgó la llamada y rompió aquel teléfono, pero no paso ni diez segundos antes de que otro empezara a sonar y al cabo de medio minuto toda la habitación estaba inundaba de esos sonidos.

—¡¿Qué demonios quieres?! —bramó.

—Ya lo he dicho —respondió como si nada—, quiero hablar con el inspector Christopher Arias oficial...

—¡No esta! —le interrumpió— ese hombre ya no existe, está muerto. Si quieres pon eso en primera plana, pero déjame en paz.

—Ya le he dicho que no soy reportera. Además, si el gran oficial Christopher Arias está muerto, ¿quién es usted?

«¿Quién soy?»

Hace dos años hubiese pedido responder sin dudar, hace dos semanas hubiese podido dar una respuesta, pero ahora no tenía nada.

«Inspector, ¿Qué hacemos con el cuerpo?»

El hombre que había hecho ello esa promesa ya no estaba, igual que el hombre que había jurado proteger a su familia.

—¿Quién es usted? —insistió

—No soy nadie, siento la decepción.

—Es una lástima —respondió con lo que parecía ser pena—. No pensé que su muerte te afectaría tanto. Pero, ya es momento de que reviva aquel gran hombre, el juego no se puede detener para siempre.

—Buena línea —una risa amargada salió de sus labios—, debo admitir que me tomo con la guardia baja y que eso de los teléfonos fue un buen truco, pero, ya es suficiente. Sí vuelve a molestar me voy asegurar que sea lo último que haga.

—¿Una amenaza?

—Es una advertencia, ya basta de trucos.

—No es un truco y pronto lo sabrás. 59-884-9256 —repitió ese número varias veces—, ese número es importante, a ese número el inspector Arias le podrá contactar.

—¿Y por qué está tan segura que lo hará?

—Lo hará, no tendré de otra.

—Claro —dijo fingiendo interés—. Y díganme, ¿a qué nombre debo guardar el numero?

—Al mío por supuesto.

—¿Se supone que debo saber cuál es? —preguntó con sarcasmo.

—Pues el inspector sabe quién soy.

—Ya que ese inspector no está. Deme el beneficio de la ignorancia.

Se escuchó una carcajada del otro lado de la línea.

—Pues señor nadie, cuando el inspector llegué, dígale que Justine quiere ajustar cuentas.

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¡Buenas! Muchas gracias por llegar hasta acá. Este es el final de la primera parte de esta historia. Hasta ahora todo está tomando su forma y les aseguro que lo mejor está por llegar. Al principio cuando publique está historia estaba muy emocionada y también asustada, no tenía ni idea de lo que estaban haciendo.

Aún sigo sin tener idea, pero estoy a la marcha.
Así es por eso que les quiero agradecer a todas las personas qué se toman el tiempo de leerme, votar y cometer, no saben lo mucho que esto me emociona y me motiva, estoy abierta a aceptar cualquier crítica o sugerencia y si alguien quiere hablar de lo que sea, aquí estoy (aunque aveces soy un poco tímida).

Para no hacer esto más largo, le quiero agradecer a LPaulinne
Por leer y comentar mi historia, sé que hay más pero me disculpan si la memoria me falla, lo tendré pendiente para la siguiente nota.

Muy cordialmente se despide su amiga Marley.

JustineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora