Capítulo 12: Penitencia & Venganza[7]

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(Continuación de la entrevista)

D: Señor
e siente usted en condiciones para seguir?

X: Ya que no van a dejar de acosarme.

D: ¿Me podría decir como fue el contacto con la víctima?

X: ... Estaba saliendo del trabajo. Eran las diez casi las once, cuando yo iba hacia mi casa.

D: ¿Por lo general  sale tan tarde?

X: ¿Tarde? Ese fue uno de mis mejores días. A veces tengo que trabajar hasta tres turnos. Así que sí, por lo general salgo tarde.

D: Por favor continúe.

X: Como decía, estaba en el callejón de la quinta, desde ahí uno puede caminar hacia la calle principal. Mientras caminaba solo vi una silueta. Pensé que era una prostituta. Estaba recostada sobre la pared y se repente su cuerpo colapsó. Cuando le ayudé a reincorporarse fue que me di cuenta de los moretones. Le pregunté si quería ir a algún lugar, pero se negó.

D: Pero, ¿ no le preguntó por las heridas? ¿No se preocupó por ello?

X: Esto es Constanza, mujeres golpeadas eso ya es algo típico.

D. Pero usted le ofreció llevarla algún lugar.

X: Claro, el hecho de que el sistema sea decadente eso no me convierte en insensible. Le ofrecí ayuda y ella lo rechazó. Lo único que me pidió fueron unas monedas para hacer una llamada.

D: ¿Sabe usted a quien llamó?

X: Está muerta, así que no fue a ustedes. Bueno, no tengo idea. Después de esa solo seguí mí camino y no volví a saber nada de ese tema hasta que usted me llamó.

D: Mucha gracia por su colaboración señor X. Por favor manténgase a disposición.

El inspector Mattel estaba al volante

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El inspector Mattel estaba al volante. Había un silencio incómodo en el vehículo, la música apenas lo podía disimular.

Con las millas se podía ver la transición a los barrios pobres. Las calles en mal estado, las casa que estaban por el suelo y los niños semi desnudos que andaban sin supervisión. A pesar de todo lo que tenía a su alrededor el inspector no podía dejar de pensar en la declaración de la joven.

Justine.

Su nombre se repetía una y otra vez. Había una posibilidad de que fuese ella, pero unas mil que no.
Una parte de él le reclamaba:
«Debiste confirmar, esa duda se resolvía mostrándole a Justine. No es como si se le estuviera acusando».

Él sabía que tenía que hacer eso, hacer su trabajo.
La joven había acordado que llamaría si recordaba algo. Por lo que sabían ella fue la última persona en ver a señor Sempere.
«Igual que Justine» pensó.
«Había una posibilidad de que fuera ella, y otras mil de que no».

JustineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora