Me gustaba el silencio, la soledad y todos los beneficios que venían de estas, la paz.
Me gustaban estar en mi mundo propio, llegó un momento en que hasta mis padres dejaron de insistir en que viva en su mundo. A la corta edad de ocho años, estaba solo y me gustaba.
Hasta que llegó ella.
Joven, eufórica y parlanchina. Sin duda eran todas las cosas que yo odiaba. Era mi cuidadora, así que no tenia de otra y por eso lo odiaba, a ella y a mis padres. Al parecer eso no le importaba, porque seguía siendo ella. Siempre hablando y sonriendo, era como si nunca tuviera un mal día. Y por alguna razón que iba más allá de mi comprensión, ella me consideraba su amigo.
No tuve de otra, entendí que la única manera de hacer su presencia menos molesta, era seguirle la corriente. Así lo hice, ella seguía siendo igual de molesta; siempre sonriendo y hablando, nunca tenía un mal día.
Antes de que me diera cuenta, su presencia se fue haciendo menos molesta. Y ya cuando lo pude notar, me había acostumbrado a ella. Podía elegir volver a cerrarme, volver a mi propio mundo y así estar en paz. Pero sin ella la soledad se me era insoportable.
Así que lo hice, entre a su propio mundo donde conocí maravillas imaginables. Su voz y su sonrisa incluso su cálido toque. Todo se volvió perfecto, por que ella lo era. Ella era el amor.
Cálida, feliz, fuerte y hermosa. Todos los atributos podía tener el amor ella lo tenía. Incluso antes de saber que era el amor, yo la amaba.
Con el pasar de los años me volví su compañero de aventura, su confidente y en su amigo. Mi amor hacia ella era casi devoción.El amor debe ser puro, hermoso e inocente. Por que así fue el amor que ella me mostró. Por ello no entendí cuando mi amada lloraba por amor.
—¿Por qué lloras?
—Por que el amor es dolor —me respondió con una sonrisa triste.
¡No! Eso no puede ser verdad. Porque el amor es puro, hermoso e inocente. Así fue como ella me lo mostró. Pero mi amada se había enamorado se alguien que soló le daba tristeza, dolor y sufrimiento. Cuando le pregunté por que lo amaba ella sólo respondió.
—El corazón es masoquista, se aferra a quien le da un poco de felicidad y aún cuando llega el dolor, no quiere dejar lo que le hizo feliz. Porque así es el amor, egoísta.
Ella siguió llorando, a mi amada le habían roto el corazón, alguien hizo que ella cambiara su concepto de amor. En este momento me dije a mi mismo que estaría ahí para ella, para recoger los fragmentos de su corazón. Y que cuando yo creciera los iba a arreglar, estaría ahí para ella y la haría recordar lo que era el amor de verdad. Y cuanto alguien la hiciera llorar, pagaría el valor de sus lágrimas con sangre. Porque así es el amor que siento por ella, egoísta.
Especial dedicado a luz_furquito gracias por apoyar está historia.

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Justine
Mystère / Thriller"Inocentes, ese es el precio del cambio". Después de una serie de homicidios violentos, el inspector veterano Christopher Arias se encuentra siguiendo el rastro de crímenes sin resolver. Tras una investigación sin pistas, la llamada de una misterios...