—Si esto se sale de control seré la primera en salir y voy a fingir que no te conozco. Además, me vas a tener que pagar diez, no, veinte arcos por cada hora que pase en tu jueguito de ser héroe. ¿Te quedó claro?
Christopher rodó los ojos mientras apretaba el volante, tenía media mañana escuchando en ese mismo parloteo.
—¡Hey! respóndeme —le reclamó Lourdes.
—Sí, Lourdes, me quedó claro las primeras diez veces que me lo dijiste.
—Más te vale —dijo ella del lado del copiloto mientras se recostaba del asiento, observando la vista—. No sé por qué me he metido en esto.
—Quizás tu conciencia te ínsita hacer lo correcto —le respondió Christopher sin apartar la vista del camino.
—Mi conciencia, esa es la causante de todos mis problemas —dijo en un suspiro.
Christopher la miró de reojo, estuvo tentando a preguntarle sobre lo que le pasó, sin embargo, sabia que ese no era el momento adecuado.
Después de saber que respuestas buscar, ambos se dirigían al complejo de los empleados, esta vez, Christopher esperaba tener más suerte que el día anterior. Solo le quedaba horas antes de que el plazo se acabara.
—Casi estamos llegando —le señaló a la reportera.
—¿Estas seguro que es por aquí? —le preguntó alarmada por las convulsiones que tenía el coche—. Cuidado si nos quedamos perdidos en medio de la nada.
—Estamos en el camino correcto.
Lourdes bufó.
—Si claro, eso es lo que ustedes siempre dicen.
Christopher negó ligeramente y siguió su camino más despacio, él también había tenido la sensación de estar en el lugar equivocado.
—Ya llegamos.
Ella arrugó el ceño y miró a su alrededor.
—Debe ser una broma —murmuró.
Christopher bajó del auto y la dejó a ella organizando sus papales, esperó hasta que ella saliera antes de empezar avanzar.
—Estas personas están muy renuentes a hablar de lo que pasó —le advirtió—. Así que déjamelo a mí, antes de que empieces a bombardear con cientos de preguntas.
—Me alegra saber que soy de mucha ayuda —dijo con sarcasmo mientras entraban a la propiedad.
Igual que la primera vez que fue no había nadie en la vista, caminó al lado lateral sin ver presencia. Miró la propiedad y avanzó a la puerta principal.
—Nos están observando —le susurró Lourdes.
—Lo sé —dijo Christopher mientras tocaba la puerta.
Nadie respondió a su primer toque, así que tuvo que hacerlo varias veces.
—¿Qué quiere? —preguntó una voz masculina del otro lado.
Christopher miró a Lourdes antes de responder.
—Soy el inspector Christopher Arias estoy con mi compañera Lourdes Morales, es reportera, pedimos hablar con el señor Juan Valdez.
—Aquí no hay nadie que se llame así.
—Estuve hablando ayer con un señor mayor —informó—. Me dio ese nombre.
—Esta equivocado, nadie aquí ha hablado con usted por favor váyase antes de que llámenos a la seguridad —exigió con voz temblorosa.
Christopher miró a la puerta como si pudiera ver quien estaba del otro lado.
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Justine
Tajemnica / Thriller"Inocentes, ese es el precio del cambio". Después de una serie de homicidios violentos, el inspector veterano Christopher Arias se encuentra siguiendo el rastro de crímenes sin resolver. Tras una investigación sin pistas, la llamada de una misterios...