Capítulo 3: El Peón y la Reina

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El inspector aún no era capaz de entender como en una solo momento todo este asunto pasó a ser tan personal. Quizás esa era la segunda cosa que no era capaz de admitir: extrañaba la sensación de ser un protector, de tener a alguien a quien proteger. También, por el leve sentimiento de culpa. Sabía que, si él no hubiese ido a hablar con ella quizás no estaría en esa situación, ¿Qué podía hacer? Dejarla una noche en la fiscalía junto con los oficiales, sí, pero también estaría junto a los delincuentes, como si ella fuera una.

Además, eso podía ser un indicio, si alguien la atacó porque habló con él será que tienen algo que ocultar. No estaba seguro si tenía relación con las mujeres asesinadas, pero en ese momento estaba abierto a todas las posibilidades. Sabía que la decisión que tomó no era tan convencional, pero al final nada de esto lo era.

En un principio pensó que a Justine no le gustaría la idea de quedarse la noche en su casa. No tenía mucho que ofrecer, solo seguridad y una cama donde dormir. Después de un momento de duda acepto, pero cuestionando al inspector si su presencia no le sería una molestia.

-Para su esposa, ¿tal vez? -preguntó con suspicacia.

-No, no hay nadie más, pero si no se siente segura, podía llamar a alguna amiga que pase la noche allá contigo.

Justine, demostró total rechazo a esa idea.

-De por si soy una carga, no me gustaría agregar más.

Dejaron a los oficiales examinando la escena, con la esperanza de tener más respuestas. Después de tomar algunas cosas de higiene personal, Justine acompañó al inspector al auto.

Christopher tenía un pequeño coche negro, que le resultaba discreto para su trabajo. Mientras estaba en el camino observó cómo ella cerraba los ojos respirando profundo, como si el aire templado de la noche hiciera que todos los problemas pasaran, él desearía sentir ese sentimiento.

En el ambiente había un silencio. No era incomodo o algo por el estilo, resultaba ser perfecto. En la radio sonaba unas de las canciones populares de la temporada.

Vente conmigo querida.
Deja la gran cuidad y deja que las preocupaciones se queden atrás.
Ven conmigo...

Tardaron diez minutos a una velocidad moderada llegar a la casa del inspector, está se encontraba en lo que para él era un punto perfecto de la ciudad, estaba lo suficientemente lejos de todo el caos de la ciudad, pero podía llegar rápido si era n...

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Tardaron diez minutos a una velocidad moderada llegar a la casa del inspector, está se encontraba en lo que para él era un punto perfecto de la ciudad, estaba lo suficientemente lejos de todo el caos de la ciudad, pero podía llegar rápido si era necesario. Justine se asombró un poco porque esta era la clara representación de una casa de familia y el inspector se esforzaba por mantenerlo así.

-¿Nos estamos mudando? -preguntó Justine al ver las cajas y los muebles que estaban cubiertos por unas sábanas blanca; también las paredes estaban vacías, no obstante, ellas demostraban que no siempre fue así.

-No, así es más practico -le respondió el inspector esbozando una sonrisa.

Por el tono que utilizó denotaba que las pocas ganas que tenía de hablar del tema, ella entendió, el inspector agradeció su silencio. No tardó mucho en mostrarle la casa, principalmente el baño y la cocina.

JustineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora