007 | Una parada desconocida

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Él mira la fecha de su teléfono y se percata que no habían pasado más de 20 minutos después de aquella velada romántica antes de parar en medio de la nada; esto lo que había hecho era crear más caos e intriga por todas las cosas que estaban ocurriendo al mismo tiempo sin explicación alguna.

Sam sigue buscando respuesta e intenta por lo menos averiguar en qué lugar, y sobre todo en qué fecha se encontraba. Y se preguntaba porque nunca vio en el periódico que algún país estuviera pasando por esta situación tan atroz.

Decide acercarse a lo que era una vieja cafetería o, mejor dicho; lo que quedaba de ella en ese momento, y empieza a buscar por los lugares más recónditos con la esperanza de encontrar, aunque sea un periódico o algo que lo ayudara a demostrar de que su teoría no fuera cierta. Los indicios en aquel entonces eran muy evidentes; era imposible casi no pensar que algo no estaba bien con la fecha y los acontecimientos. Sam antes de empezar a buscar más pistas, decide asegurarse de que esto no se tratara de un sueño o una vil pesadilla. Toma un cuchillo que estaba debajo del estante de aquella cafetería, y se abre una herida en la palma de su mano; pero el dolor se podía sentir tan real que podía eliminar toda duda de que esto que estaba viviendo no era un sueño. Él recuerda que no era primera vez que le había sucedido esto; un sueño tan realista como el que estaba viviendo ahora, así que prefiere no adelantarse a los hechos; además de ser algo imposible —viajar al pasado—.

Sam sale de la cafetería, y se va en busca de alguna venda para tratar la herida que se había provocado él mismo; a una cuadra estaba una farmacia, así que mientras estaba caminando, observa que las estructuras se le estaban haciendo cada vez más familiar, solo necesitaba encontrar y ver algún tipo uniforme de los militares que habían causado esto para él determinar en dónde estaba, y en qué fecha se encontraba dentro de este aparente sueño.

Lo que no concordaba o creaba más intriga en la mente de Sam; es que si se trataba de un sueño se preguntaba porque solo podía recordar el momento con su esposa en aquella velada como el último fragmento de sus recuerdos. Se preguntaba porque solo podía recordar eso; además no recuerda haber ido a la cama después de haber tenido esa velada romántica. Él estaba entrando en un punto de desesperación por la acumulación de preguntas.

Entre tanto caos e intriga generado por todo el escenario que estaba viviendo, logra conseguir la venda en aquella farmacia; consigue medio vendar la palma de su mano, y sigue su paso intentando descubrir que estaba ocurriendo. Sale de la farmacia e intenta buscar, aunque sea alguna persona viva en aquel lugar para solo preguntarle qué estaba ocurriendo.

Pero la noche estaba empezando a caer, y de lo que había sido el resto del día aparentemente las calles estaban absolutamente desoladas. En medio de la nada, Sam, sabía que tenía que buscar dónde pasar la noche para mañana seguir con la búsqueda, así que su prioridad en ese momento era resguardarse en el edificio más cercano. Por suerte a una cuadra estaba situado un hotel. Él se acerca al hotel; pero antes de pasar la noche en aquel edificio que había encontrado pensó que lo más correcto era asegurar de que no hubiera más nadie allí o que todo anduviera normal dentro lo que cabe.

Ahora su misión era encontrar una linterna —la electricidad estaba cortada—, era necesario para revisar todo el edificio si era posible. Los cinco primeros pisos estaban despejados; cuando está por llegar al penúltimo piso él alcanza a oír un tropel; pero imaginó que se podían tratar de algunos ratones que estaban quizás merodeando. Cuando llega al penúltimo piso se da la tarea de inspeccionar el lugar —había un total de cinco habitaciones por piso—. En una de las habitaciones, Sam, se da cuenta que las velas estaban recién apagadas. Creyó que lo más conveniente era gritar en caso de que alguien estuviera:

—¿Alguien está aquí? —dijo Sam—. No vengo para lastimar a nadie.

No recibió respuesta alguna. Siguió revisando las habitaciones. Solo le faltaba por revisar el clóset de la última habitación del penúltimo piso; en el momento que abre el closet no encontró más que solo ropa de mujer. Sam en definitiva estaba muy agobiado por todo lo que había estado pasando, además de eso se habían hecho las 8:00 PM. Así que allí mismo en esa habitación se iba a quedar a dormir; pero antes se dirigió al baño para ver la posibilidad de tomar una ducha aunque sea, para luego también conseguir algo que comer. Por suerte el agua aún llegaba al baño, se toma una ducha, toma ropa prestada de la habitación porque no era para nada cómodo andar de traje en medio de la nada. Por último, se dirige a la cocina, pero no encuentra nada de comida. 

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Las crónicas del viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora