001 | Fuera de lo normal

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*48 horas antes de viajar al pasado*

La noche casi estaba por caer, Sam había roto su rutina, se había ido a su empresa caminando, y cuando estaba por volver de la misma manera a su casa, se había puesto a pensar en aquello que a veces le robaba el sueño por las noches, pero no se trataba de una pesadilla, sino de un vacío existencial tan grande que había estado sintiendo por años, sin embargo, nunca representó un problema, solo hasta estos últimos meses, el vacío había empezado a tomar más fuerzas conforme pasaba el tiempo. Su cabeza solo tenía lugar para una pregunta muy inquietante:

«¿Por qué me siento así?», pensó Sam.

Mientras él seguía caminando, se da cuenta de que empieza a llover, pero aún estaba a 8 Km de su casa. La lluvia iba aumentando y todo apuntaba a que llovería por un buen rato. Sam inmediatamente empieza a buscar algún lugar para resguardarse, pero el lugar más cercano estaba a 1 Km. Luego de llegar al lugar que sería su refugio, casi mojado, decide sentarse. Mientras pasan los minutos, el todavía seguía pensando en lo vacío que se sentía, y su confusión iba en aumento, de la nada, entre tanto pesar él se queda contemplando; la lluvia, oyendo cada gota que caía, el sonido de la brisa mezclándose con la lluvia, los rayos cayendo en diferentes direcciones. Esta mezcla de sonidos que la naturaleza había desencadenado en ese momento específico, provocó una especie de trance en Sam, de este modo haciéndole recordar cuando era niño, y la facilidad que tenía para ser feliz con cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

Mientras las lágrimas descendían de su rostro, él había vuelto en sí, y había fijado su mirada en los transeúntes, y a pesar de que estaba lloviendo, él tenía la noción de que estas personas al igual que él, estaban llenos de problemas; sin embargo, él podía apreciar algo en estas personas. Contaban con algo que, a pesar de la fuerte lluvia, sacaba a relucir el semblante de estas personas, algo que él había perdido hace mucho tiempo.

«Esperanza», pensó Sam.

La lluvia no había bajado su intensidad desde el momento en el que se había sentado. Él aun pudiendo llamar a su esposa para que lo buscara, todavía seguía manteniendo la idea de irse a casa caminando porque aún esa sola pregunta seguía salpicando en su mente. Luego de la nada, su plena serenidad se ve interrumpida por un señor con aspecto de vagabundo, y bastante desconocido para él.

—¿Qué hora es? —preguntó el vagabundo.
—Las 7:40 —responde.
—¿Puedo sentarme? —dijo el vagabundo educadamente.
—Claro por supuesto, al final, estas son unas sillas públicas —dijo Sam.
—Qué curioso, e irónica puede parecernos la vida —exclamó el vagabundo, mientras se apoyaba con su bastón para poder sentarse.

«Lo que me faltaba para completar mi día de suerte»,  pensó Sam.

Vuelve a reinar el sonido desencadenado por la lluvia. Solo estaban ellos dos sentados. La lucidez que mostraba el vagabundo empezaba a hacer que Sam se sintiera incomodo, y preocupado a la vez. Él empezaba a preguntarse cómo un señor tan cuerdo pudo haber llegado a su situación actual. Pero el vagabundo, vuelve a interrumpir el silencio:

—Conozco el corazón del hombre, y no hay cosa peor que estar vivo, pero sentirse muerto —exclamó el vagabundo con mucha seguridad.

Sam se convencía a sí mismo, de que solo se trataba de una mera casualidad porque a nadie le había comentado sobre ese vació que había estado sintiendo, sin embargo, procede en hablar:

—Supongo que vivir en la calle debe ser muy duro para usted —dijo Sam, mientras desviaba su mirada.
—Es lo menos que me preocupa. He visto como el hombre se ha desviado tanto de sus sendas antiguas, creando su propia autodestrucción —dijo el vagabundo con firmeza.
—¿A qué te refieres? —dijo Sam, bastante desconcertado pero interesado a la vez.
—En pocas palabras, el hombre en su propia sabiduría ha creído que puede reemplazar lo que puede llenar verdaderamente nuestra alma con todas las cosas banales posibles que ofrece este mundo —dijo el vagabundo, con la mirada al horizonte.
—Según usted, ¿cómo se puede llenar el alma? —dijo Sam, esperando alguna respuesta que pudiera ayudarlo.
—Buscando la verdad —afirmó. 

A los pocos segundos después del vagabundo haber terminado de pronunciar sus últimas palabras, pasa una caravana de policías a gran velocidad con las sirenas en su máximo volumen posible, captando la completa atención de Sam, pero él cuando vuelve su mirada para comentarle al vagabundo, especulando que pudo haber pasado para que tantos policías pasaran de esa manera, el vagabundo simplemente no estaba.

Él queda más desconcertado aun de lo que estaba, pero prefiere actuar como si nada hubiera pasado, que no fue más que una ilusión producto de su locura que había estado teniendo, solo ignoró el hecho porque realmente estaba cansado, y se había dado cuenta de que había pasado alrededor de una hora. La lluvia estaba por cesar, pero decide antes llamar a su esposa para que lo fuera a buscar.

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Las crónicas del viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora