022 | Interesado

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Ya estaba más cerca de la universidad, para llegar solo tenía que seguir caminando derecho, pero se da cuenta que todo el entorno que precedía la entrada de aquella universidad, para él era otra delicia visual o arquitectónica

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Ya estaba más cerca de la universidad, para llegar solo tenía que seguir caminando derecho, pero se da cuenta que todo el entorno que precedía la entrada de aquella universidad, para él era otra delicia visual o arquitectónica. La universidad se encontraba al final de una calle estrecha, con edificios de lado a lado, las aceras estaban acompañadas de hermosas lamparas de postes alumbrando con un color amarillo tenue, y árboles frondosos. La cúpula de la universidad resaltaba mucho, era otra obra de arte que quizás nunca hubiera podido presenciar jamás en su vida de no ser por este don. Nunca le llamó la atención la arquitectura, pero era imposible no sentirse persuadido por aquel ambiente.

Sam termina de llegar a la puerta principal, era gigante comparada con otras universidades, también estaba rodeada de hermosos pilares. Él toca la puerta, lo hizo por un buen rato, y no salió nadie, pero al instante se da cuenta que la puerta estaba abierta, temerariamente decidió entrar, pero cuando lo hace, quedó perplejo, el interior era una completa maravilla, nunca había estado en una universidad semejante —la universidad por fuera solo era la punta del iceberg—. La sala principal era muy espaciosa, las paredes eran blancas, y lo que formaba parte de la decoración tenía un color madera. También se había percatado de la enorme escultura que había en el interior del techo, no podía distinguir de que se trataba, pero dedujo que se podía estar relacionado con algún extracto histórico plasmado en aquella escultura esplendida, además con un color dorado, excesivamente llamativa.

No había nadie en la universidad, fue lo que se dio cuenta Sam después de haberse quedado contemplando todo como un niño, entró en razón y gritó ¡Maldición!

«¿Por qué tengo que distraerme con todo», pensó Sam.

Él empezó a caminar por el primer pasillo que vio para comprobar de que estaba completamente solo en la universidad, y así irse mentalizando de que iba a ser una noche dura. Solo siguió caminando, y terminó parando en una biblioteca, que también lo había dejado atónito por lo grande que era, y la magnitud del estante super largo que ocupaba de extremo a extremo lleno de libros. No solo se detiene allí por esa razón, sino que también había visto a una mujer leyendo, sentada en el ultimo rincón del otro extremo de la biblioteca, siguió caminando para llegar hasta a ella, y preguntar por Marie —había una distancia considerable—.

Una vez que llega, y ella vuelve su mirada hacia él, se da cuenta que era la propia Marie Curie en persona, esto lo dejó conmocionado —se había hecho real— Sam estaba emocionado porque por fin estaba teniendo la oportunidad de tener cara a cara a una mujer que ha admirado desde el comienzo de su carrera, que conoció por ser la primera persona en recibir dos Nobel, y no solo eso, sino también en romper aquellos estereotipos que habían oprimido a la mujer por mucho tiempo, además de su inteligencia, y comprensión de lo que era ser mujer, sin mencionar que dedicó su vida a lo que amaba hacer, puesto que su muerte se debió por anemia aplásica, probablemente a consecuencia de las radiaciones a la que estuvo expuesta en sus trabajos. Él vuelve su a voz hacía ella:

—¿Eres Marie Curie? —Pregunto Sam fascinado.
—Sí, esa misma soy, de hecho, te había estado esperando, pensé que no vendrías.
—¿Qué? ¿Cómo así? No entiendo ¿Cómo es posible? —preguntó Sam bastante extrañado.
—¿No te lo dijeron verdad? —preguntó Marie, y enseguida añadió—: Mejor siéntate, puedo apreciar que soy tu primera visita, eso explica todo.
—¿Decirme sobre qué? Y aunque no entiendo nada, sí, literalmente eres a la primera persona que visito —replicó Sam mientras tomaba la silla que estaba al frente de ella.
—Para ser sincera, siempre prefiero no ser la primera persona en la mente de un viajero novato como tú —dijo Marie Curie—. Pero bueno, estás aquí, es lo que importa.
—No se que decir ¿gracias por ser sincera? —dijo Sam frunciendo su ceño mientras movía sus manos—. Mejor vayamos al grano, soy todo oído.
—No se que tanto te hayan dicho, pero las personas que recibimos este don quedamos inmortalizados en el pasado, podemos anticipar cada vez que un viajero viene a visitarnos porque estamos conectados, aunque ellos en primera instancia no lo sepan —explicó Marie con primor.

Sam había quedado asombrado, era maravilloso todo lo que iba descubriendo en cuanto al don, y la frase que más le llamó la atención fue cuando ella mencionó "inmortalizados en el pasado". Podía notarse a través de su semblante cuan interesado estaba por saber más de ello, así que vuelve su voz hacia ella en el mismo instante:

—¡Espera! Dijiste ¿inmortalizado" ¿Cómo así? —preguntó Sam con un semblante lleno de curiosidad.
—Tal cual como lo dije —dijo Marie, y añadió—: Es un poco complicado de explicar, creo que ni yo misma logro entenderlo a veces.
—Pero has el intento ¡Por favor! —clamó Sam mirándola fijamente. 

Las crónicas del viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora