028 | Incomodidad

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—¿Nos volveremos a ver? —preguntó Alizee casi susurrando.

Él quedó anonado con la pregunta por el hecho de que no sabía que responder sin hacer que su respuesta fuera a herir de alguna forma sus sentimientos. No dejó pasar mucho tiempo y le devolvió una respuesta:

—Espero que si nos podamos volver a ver porque me ha encantado conocerte. —dijo Sam con entusiasmo.

—A mí también me ha encantado, ha sido un verdadero placer. —dijo ella mirándolo a los ojos, y luego añadió:— ¿No tienes algo más que decir?

Con cara de asombro recibió la pregunta, pero rápidamente intentó disimular la reacción que había tenido para que ella no se percatara y se dirigió seguidamente a ella:

—No entiendo a qué te refieres, ¿Cómo así? —dijo él intentando todavía comprobar de que era él quién estaba mal interpretando toda la conversación.

Ella, aunque no lo expresó por dentro estaba descontenta por la respuesta que él le había devuelto, aun cuando ella había expresado el interés que había empezado a emerger desde que se conocieron mientras esperaban el mismo tren. Ella simplemente suspiro y se dirigió acongojada a él:

—Perdóname, no debí hacer esa pregunta, no lo pensé de hecho. —dijo Alizee con vergüenza y un tanto sonrojada.

El ambiente se había vuelto gélido, también había empezado a darse pequeñas ventoleras acariciando los rostros de ambos. Alizee estaba cada vez más cerca de su casa. Él estaba sumamente confundido porque esta mujer en cuestiones de días había invadido su cabeza desde que se habían conocido, pero también estaba muy consciente de que este sentimiento debía ser desechado, estaba muy claro de todos los riegos que desemboca el hecho de tan solo desear que esta no fuera la última vez en verla —todo lo que pudiesen hablar entre tan poca distancia definiría el destino de cada quién—.

—Perdóname tú a mí, he sido yo el tonto. —dijo él con sofoco, y enseguida añadió:— No sé cómo explicártelo y en caso de hacerlo me tildarías de loco porque mi historia de cómo llegué aquí es confuso incluso para mí.

El climax se había vuelto intenso para ambos, él había empezado a sudar aún y con toda la ventolera bastante fría que estaba rondando por la zona. Encima de tanta tensión suscitó en Alizee un pensamiento: «si tan solo pudiera descifrar que sucede con él y el misterio que esconde desde que lo conocí», pensó ella.

—¿Puedes por lo menos intentar explicar cuál es tu historia? —dijo ella intentando indagar el por qué.

Con una mirada congelada apunta directamente a los ojos de Alizee de tal forma que si sus ojos por un milagro pudieran hablar ella se hubiera enterado de todo lo que ha tenido que callar él por el bienestar de ambos —su silencio era el precio que tenía que pagar para evitar un colapso entre líneas temporales—.

Las crónicas del viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora