009 | Carita de angel

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Mientras que, Sam intentaba comprender todo lo que estaba sucediendo, y analizaba las probabilidades de cualquier intento que sirviera para detener que esas personas inocentes fueran acribillados a sangre fría; suena aquella ráfaga sobre la primera fila —aún quedaban otras tres filas—. El estallido de las balas creaba una profunda zozobra en Sam, por el simple hecho que lo hacía sentir aún más miserable que aquellos militares que volvían su arma contra esas personas inocentes, y él sin hacer nada al respecto para detenerlos; este hecho era lo que carcomía la consciencia a Sam.

En un intento desesperado baja del tercer piso lo más rápido posible impulsado por la impotencia, enojo, y la rabia; iba predispuesto a entregarse él a cambio de que dejarán libres a estas personas. Cuánto está a punto de aproximarse, y hacerse notorio ante aquel pelotón, se empieza a oír disparos que provenían de diferentes edificios creando así, un gran alboroto entre los militares y los civiles que estaban arrodillados. Los militares se vieron embestido por alguna clase de resistencia, y en respuesta se colocaron en sus posiciones de defensa; la única tanqueta que había empezó a disparar aleatoriamente a los edificios dónde provenían aquellos disparos. La resistencia logró asesinar a cinco de los militares que pertenecían al pelotón, por suerte superaban con creces a aquel pelotón. La arremetida por parte de la resistencia era tan fuerte que tuvieron los militares que retroceder, y solo por esta vez, aquellas mujeres y niños pudieron seguir con vida.

Sam había sentido un alivio, no se hubiera perdonado que hubieran muerto más personas. Él aprovecha el momento de que aún estaban los civiles huyendo para acercarse a cualquier persona con la esperanza de que pudieran hablar español, o que por los menos pudieran entender inglés para preguntarles en dónde, y en qué fecha estaban.

Sam logra interceptar a una mujer que iba camino a algún lado; pero ella asustada empieza a gritar:

—No grites... No grites, por favor... no te haré daño, solo tengo preguntas —dijo Sam suplicando sin esperar una respuesta porque había hablado espontáneamente en español.
—¿Qué preguntas? ¿Eres extranjero? —pregunto aquella mujer bastante extrañada.

Qué la dama lo pudiera entender perfectamente, lo tomó por sorpresa, y parecía ser la mejor noticia.

—¿Hablas español? —Preguntó Sam muy desconcertado—. Me llamo Sam, un placer.
—No hablo español, estamos hablando en alemán —respondió la mujer—. Soy Arabelle.

Sam estaba más desconcertado aún, apenas su segundo idioma era el inglés, y el hecho de que estuviera hablando en alemán, para él era algo muy inverosímil; pero eso era lo menos importante en ese momento, había preguntas más importantes, así que dejaría eso para después.

—Mi pregunta es: ¿En qué fecha estamos? —preguntó Sam todavía confundido.
—Estamos en el año 1941 —dijo Arabella.
—Esto tiene que ser una broma —pensó Sam en voz alta.
—¿Disculpa? ¿Tú de dónde eres? —pregunto Arabella.
—Discúlpame tú a mí, solo pensé en voz alta; pero soy de España, y todavía no entiendo que hago aquí —dijo Sam mientras intentaba comprender—. Lo último que quiero es confundirte.
—No te preocupes, pero no te puedes quedar aquí —dijo Arabella con firmeza.
—¿Por qué? —preguntó Sam intrigado.
—Porque así se rigen las cosas aquí, las mujeres se refugian, mientras que los hombres pertenecen a la resistencia —dijo Arabelle mientras casi estaba por cerrar la puerta de lo que sería el nuevo refugio para ellos.
—¿Cómo puedo pertenecer a la resistencia? —dijo Sam interceptando la puerta.
—Verás una especie de cuartel a ochos cuadras, caminando derecho desde aquí —dijo Arabella antes de cerrar la puerta.

Sam por lo menos ahora sabía en donde estaba —Alemania—, siempre lo supuso, pero hablando con aquella mujer alemana lo pudo corroborar. Lo más absurdo, era la fecha, esto para él todavía seguía siendo una completa broma; pero si se trataba de alguna clase de juego, entonces él estaba dispuesto a llegar hasta el final, así que emprende su camino en búsqueda de la resistencia, para unirse, o encontrar respuestas, o lo que fuera necesario para entender de qué iba esto.

Iba a mitad de camino, y había notado que en cada cuadra había montañas de cuerpos, lo cual era muy desagradable, y en su mente solo salpicaba una pregunta:

«¿Cómo se puede llegar a ser tan miserable en la vida?» pensaba Sam.

Cuando está por llegar a la dirección que le había dado Arabelle, él nota que se acercaba una unidad militar a su lado izquierdo; Sam desesperadamente empieza a tocar la puerta del edificio que podía tratarse de la resistencia que se le había indicado; pero estos nada que abrían la puerta.

La unidad militar estaba acercándose más, y también se habían percatado de la presencia de Sam, así que ellos estaban preparando los fusiles para empezar a disparar; una vez que estaban listos para descargar la primera ráfaga, las puertas de aquel edificio fueron abiertas; pero la situación era peor de lo que podía imaginar porque se trataba de nada menos que de un cuartel Nazis.

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