Por un momento pensó en acostarse, y mañana buscar algo que comer; pero el hambre que había empezado a darle en ese momento no era normal. Luego recordó que, en el tercer piso, vio algún tipo de enlatados, así que se dirige hacia ellas. Mientras está bajando por las escaleras empieza a escuchar un bullicio que de afuera venia; como si de unos tanques se tratara. Sigilosamente se acerca a la ventana más cercana, y había acertado en cuanto su especulación. No solo era un tanque, sino que también iba acompañado de un pelotón; aparentemente estaban buscando a alguien. Sam todavía seguía sin poder identificar a los militares porque estaban a una distancia bastante considerable; pero mientras estaba observando pudo notar que estos estaban entrando a cada edificio aparentemente abandonado, y lograban sacar a personas de ellos, más que todo mujeres y niños.
Él permanecía observando, luego de que el pelotón aparentemente termina de sacar a todas las personas que residían en esos edificios de aquella cuadra; empieza a notar que todas las mujeres y niños estaban siendo colocados en fila —había un alrededor de treinta personas— Luego las mujeres y niños fueron arrodillado, y seguidamente de eso un militar se colocaba al frente de cada persona. Sam como observador estaba empezando a especular, y temía mucho que fuera lo que estaba pensando; a los pocos segundos escucha esa ráfaga de disparos... Cada mujer y niño había sido acribillados a sangre fría.
Se da la vuelta para no seguir mirando. Esto había estremecido a Sam a tal punto que provocó que perdiera fuerzas en sus piernas, arrastrándose así por la pared hasta caer. Su entorno estaba girando en cámara lenta en medio de la demencia, no podía creer todavía lo que había pasado, intentaba convencerse de que solo se trataba de un sueño, se negaba a aceptar que estas mujeres y niños habían muerto de esta manera tan inhumano. Su corazón había empezado a latir más de lo normal, su pulso estaba fuera de control. Había entrado en una especie de shock.
Habían pasado más de quince minutos, y él entra en razón, vuelve a observar, y todos se habían ido. Los cadáveres fueron amontonados en una esquina como unos perros. Sam tenía motivos para seguir luchando, no podía simplemente renunciar a su vida; su familia, sus hijos, el futuro que había construido, así que decide que lo más correcto era descansar para tener energía al día siguiente porque tenía la noción de que si no buscaba alguna forma de salir o volver a la normalidad, podría pasarle lo mismo que aquellas personas inocentes. El hambre se le había ido por completo por todo lo que presenció. Él vuelve a su habitación, y se acuesta a dormir, pero no podía quitarse de su mente aquella ráfaga de disparo. Sam no había vivido algo semejante; sin embargo, su cansancio en ese momento era mayor, haciendo que él quedara dormido a los pocos minutos.
Eran las 8:00 AM del día siguiente cuando se despierta por el bullicio que provenía otra vez de afuera; pero esta vez las tanquetas y el pelotón estaban mucho más cerca de lo que estaban la noche anterior. En ese momento no sabía si correr hacía algún lugar más seguro, o prepararse primero un desayuno por el gruñir fuerte de su estómago.
El hambre pudo más que las ganas de correr, así que Sam se dirigió rápidamente al tercer piso a buscar los enlatados que había ignorado la noche anterior. Una vez que llega, las encuentra, y vio que se trataban de atún, garbanzos, y otros enlatados pero que no eran de su gusto; sin embargo, el atún y el garbanzo para él no había algo mejor.
«Peor es nada», pensó Sam.
Termina de abrirlas, las pone a remojar removiendo así el contenido aceitoso que traen. Y empieza a comer lo más rápido posible mientras se asomaba por la ventana para ver que tanto había avanzado aquel pelotón. Como era a plena luz del día, y la unidad militar estaba más cerca pudo notar que el uniforme era verde oliva casi parecido al uniforme Nazi; pero, Sam pensó que solo se podía tratar de una mala broma porque la segunda guerra mundial había pasado hace más de setenta y nueve años, así que en ese momento pensar que se podía tratar de un pelotón Nazis era una idea completamente absurda.
Aquel pelotón estaba solo a dos edificios de distancia —esta vez habían sacado de esos edificios a más mujeres y niños que anteriormente—. Y estaban casi listos para ser ejecutados. Sam no sabía qué hacer en ese momento asomado por la ventana, no podía permitir que estas personas inocentes fueran ejecutadas; pero él tampoco sabía de que se trataba esto. Si era un sueño lo que estaba viviendo o algún tipo de pesadilla. Todavía no sabía distinguir si era real o no todo lo que estaba pasando.
Click en la estrellita si le gustó el capítulo y no olviden dejar sus comentarios.
ESTÁS LEYENDO
Las crónicas del viajero
FantasíaSam es un empresario exitoso, intelectual que descubre que tiene el don para viajar a cualquier parte en el pasado. Pero de todos los hombres que alguna vez recibieron este don, él fue el más hábil de todos, cuando utilizó su don para empezar a visi...