Capitulo 56

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Joseph estaba enfrascado en una reunión con unos clientes extranjeros interesados en un gran proyecto de una cadena hotelera en Latinoamerica. Cuando escuchó la puerta de la sala de juntas abrirse y ver entrar a June con semblante de temor.

- Disculpen un momento caballeros. – Se excusó para retirarse un poco de la mesa y encontrar a June. – ¿Qué ocurre?

- Señor, la señorita Hendersson y el señor Tanner salieron de las oficinas hace más de una hora y no han regresado. El señor Mattews dio el parte.

- ¿Cómo? – gritó atrayendo la atención de los presentes.

Tomó su teléfono de manos de su asistente y marcó el número de Tory mientras salía a grandes pasos de la sala de reuniones. Mat se encontraba fuera paseándose de un lado a otro.

- Ella solo salió a la pastelería de la vuelta a comprar una torta de chocolate. – Aseguró Mat.

- Tiene el teléfono apagado!. – gritó Joseph. – Ella nunca tiene el teléfono apagado.

- Tanner no contesta, le llame en varias ocasiones. – ya avise a John mientras venia hacia aquí. – Comentó Mat.

- ¿Los niños?

- Están bien, los tres, y Grace también. Lo verifique.

El teléfono de Joseph sonó. La llamada entrante era de su jefe de seguridad, John.

- Le encontramos señor. Está en un hospital, recibió tres impactos de bala a quemarropa, ingresó hace 40 minutos, su estado es crítico.

Las palabras de John, casi le causan un desvanecimiento a Joseph, se tomó fuertemente del pelo, como si arrancándoselo pudiese aliviar su frustración. Temblaba de pies a cabeza como un flan. No. No. No podía ser posible que su preciado Ángel estuviese herida. Sintió como su mundo se desmoronaba lentamente bajo sus pies.

- "Dios mío, esto no puede estar pasando".

Mat, había alcanzado a escuchar las palabras de John, tomó por el brazo a Joseph ofreciéndole apoyo.

- Ya informé a la policía y he llamado al detective Roberts y al fiscal para informarles. – respiró profundo. – No hay rastro de la señorita Hendersson.

Una sola frase emitida por John había sido suficiente para que pudiese volver a respirar de nuevo, inundándose de alivio. Luego se sintió fatal, ruin, miserable por alegrarse de que el herido no fuese Tory, hasta que cayó en la cuenta de que un buen hombre se debatía entre la vida y la muerte. Seguramente protegiéndola.

- Señor, creo que esto es una retaliación, por lo que hicimos. – aseguró John

- Y como demonios se habrán enterado. Dios santo, esta gente es peligrosa, muy peligrosa.

Con esta afirmación, volvió a llenarse de angustia. ¿Dónde estaba?, ¿porque se la llevaron? Y lo peor... ¿que serían de capaz de hacerle?

Cuando Victoria abrió los ojos, sentía un peso fuerte en su cabeza, se sentía mareada, desubicada y muy confusa.

- Donde estoy. – susurro para sí misma.

Era un cuarto oscuro, y muy caliente. Olía como a hierro o acero, no sabría identificarlo. Palpo el piso. No era concreto, sino metal. Pronto se percató que el cuarto en el que estaba, se encontraba en movimiento. Escuchó el sollozo de algo, o alguien.

- Shhhh... ya no llores. – expresó una voz de una mujer que también parecía asustada.

- ¿Dónde estoy? – preguntó más fuerte.

- Estamos en un contenedor. Y estamos en una especie de carretera interestatal. Hace poco salimos de una cuidad. Pero no se cual, ni nuestra ubicación exacta.

- Quienes son ustedes. – preguntó Tory con esfuerzo.

- Mi nombre es Candy, estas aquí junto a diez más de nosotras. Y los hombres que nos custodian.

- ¿Porque?

- Tu, serás igual que nosotras. Nos trajeron con engaños, y ahora nos comercializaran quien sabe en donde.- La voz de la chica se fue volviendo más aguda a través del relato, para concluir en llanto.

El mundo de Victoria se vino abajo tras esta afirmación. Y más aun escuchando el – llanto de las otras chicas que iban junto con ella en aquel apestoso contenedor. - "Santo Dios", ¿Quién haría esto? ¿Y porque a ella?.- 

Ángel de luz Propia - |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora