Capitulo 32

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La sala se mantuvo en silencio bastantes minutos después de que el abogado se marchara. Todos y cada uno sumidos en sus propios pensamientos, conclusiones y decisiones.

- Tenemos que hacerlo, Grace. – Afirmó Tory.

Grace sollozó y se cubrió el rostro con las manos como si fuese una niña indefensa.

- No quiero. – contestó entre lágrimas Grace.

Mat se apresuró a pasarle un brazo por los hombros acercarla a sí mismo y darle el consuelo que ella estaba necesitando.

- Yo tampoco Grace, pero es por el bien tuyo, de las niñas, no podría perdonarme si por cualquier razón te separan de ellas.

Grace lloró aún más fuerte, porque sabía que Tory tenía razón. Ella no quería dejar de luchar a su lado, se lo había prometido a si misma el día que enterraron a sus queridos Bonnie y Andrew. Pero tampoco podía poner en peligro la custodia sobre sus pequeñas y sobre el mismo Andy. Juntas solo serían una desventaja.

- ¿Qué haremos entonces? – preguntó Grace.

- Grace, cariño, quiero que tú y las niñas vengan a vivir conmigo.

- ¿Qué?. – Preguntó Grace sorprendida, levantando la cabeza deteniendo de inmediato su llanto.

- Cariño. – Contestó Mat, limpiándole el rostro húmedo. - sabes bien que hace varios días te estoy lanzando indirectas para que te vinieras a mi casa, a vivir permanentemente. – Se encogió de hombros. – Solo quería darte tiempo para que lo pensaras, asumieras y decidieras.

- Pero... pero.

- Pero nada, cariño. Sabes qué espacio hay de sobra, y las niñas adoran estar allá y yo amo estar con ustedes tres.

Grace lo observó durante un segundo y luego volvió su rostro hacia Victoria. Mat notó su duda.

- Servicios sociales infantiles no pondrá ninguna objeción en caso de una visita, mis ingresos son más que suficientes para mantenernos a los cuatro incluso sin necesidad de tus ingresos.

- ¿Y Tory?

- Si tú quieres, también puedes venir a vivir con nosotros. – Ofreció Mat.

Tory abrió la boca para contestar a la generosa oferta de Mat. Pero no alcanzó a decir nada.

- ¡Y un demonio! – Espetó Joseph.

- Tú ocúpate de tu mujer, yo me hago cargo de la mía.

Expresó poniéndose en pie y ubicándose entre Mat y Victoria. La barbilla de Tory casi cae al suelo.

- Ella vendrá a vivir conmigo en mi casa con Andy y esa maldita gata manchada.

- ¡Oye!... Que es esa manera de hablar de mí y de mi gata, como si yo no estuviera presente. – Contestó Tory enfurruñada frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. Hasta que su cerebro procesó la información.

- Lo siento ángel, pero es que este Mat me saca de casillas. – contestó acercándose a ella para abrazarla.

Mat estaba evitando esbozar una sonrisa, Joseph aún no se enteraba de lo que acababa de ofrecer, que aunque lo había hecho a voluntad había sido inconscientemente.

- ¿Estás seguro Joseph?. – Preguntó Mat, azuzándolo.

- Por supuesto que sí. Nosotros ya somos pareja, solo que nadie se entera, aún. – Joseph se puso empezó a caminar de un sitio a otro. – Primero. Empezar a mostrarle a todos los mentecatos que trabajan aquí que tú eres mía, a ver si de una vez dejan de mirarte el trasero cada vez que andas de aquí para allá. – mostró dos dedos de su mano. – Dos. Llevar el resto de tus cosas, las de Andy y la gata a casa. Lena se pondrá feliz. – levantó tres dedos. – Tres, contratar un investigador que rebusque un poco en la vida del tío de Andy, a ver que trapos sucios encontramos del hombre. Y que de ahora en adelante alguien se atreva a decir que no tenemos los suficientes recursos económicos como para darle la mejor vida a Andy.

- Joseph, solo te falta una cosa. – Afirmó Tory.

- ¿Qué?

- Que no me has preguntado a mí si estoy de acuerdo.

Él la observó un momento con la confusión dibujada en el rostro. Soltó el aire pesadamente y dejo caer los hombros hacia adelante.

- Lo siento mi ángel. Se me olvido que tú, eres tú. – contestó sentándose al lado de ella tomándole de las manos. – volvió la vista hacia Mat y Grace quienes permanecían como espectadores de todo, y con la amenaza de su mirada le indicó que no se metieran.

Ellos se apresuraron a mirar hacia otro lado.

- Victoria, mi ángel. Es la mejor solución. Estarías segura en mi casa, lejos de ese barrio de poca confianza, tendrías todo el apoyo de Lena en el cuidado de Andy y estarías libre de todas tus tareas domésticas, que sé que te mantienen muy cansada después de trabajar. Sé que extrañaras a Grace y las niñas, pero igualmente las veras a diario aquí en la empresa y pasaremos los fines de semana haciendo planes con ellos.

- ¿Y?

- ¿Y? ¿quisieras venir a vivir conmigo?

- No.

- ¿No?

- Tus argumentos son muy buenos, y te agradezco, pero hace falta más que eso para que una pareja decida vivir juntos.

¿No son suficientes?, pensó Joseph. Pero qué demonios le pasaba, acaso no se daba cuenta que él, lo que estaba tratando de hacer era ayudarla, cuidar de ella y del pequeño. ¡Por Dios si le estaba ofreciendo su casa!, su protección, su...

¡Pero que idiota era!. Tomó nuevamente asiento al lado de Victoria, sujetó el rostro de ella entre sus manos y depositó un suave beso sobre sus labios

- Mi ángel, sé que soy un estúpido completo, y deberás disculparme por esta y muchas ocasiones más que vendrán. – confesó mirándola fijamente a los ojos. – Nada me haría más feliz en el mundo que poder compartir mi casa, mis cosas, mi vida completa contigo y Andy.

Los ojos de Victoria se dirigieron directamente a los de Joseph

- En el poco tiempo que llevamos conociéndonos, ustedes dos, Andy y tú, se han convertido en lo más importante del mundo para mí, y por esto es que quiero acompañarte, protegerte y quererte. ¿Quisieras aceptar venir a vivir conmigo?

Ella simplemente permaneció mirándolo durante lo que pareció una eternidad. Grace mantenía las manos de Mat entre las suyas mientras esperaban la respuesta como si se tratada de una película. Victoria empezó con una sonrisa pequeña que se fue expandiendo por todo su rostro iluminando todo el recinto, tal y como a Joseph le gustaba. Se lanzó a los brazos de Joseph casi con demasiada fuerza, haciendo que el cayera hacia el respaldo de la silla, mientras ella se colgaba de su cuello y estampaba un fuerte beso en sus labios.

Joseph solo pudo sostenerla, recibir el beso y reír de alegría.  Ella era tan transparente, genuina, sin artificios siendo solamente ella. solo ella podía pasar de la angustia, al enojo y rápidamente a la alegría.Estas clase de situaciones, maneras de afrontar la vida y sacar lo mejor deella eran lo que había enamorado a Joseph de la transparente Victoria 

Ángel de luz Propia - |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora