Capitulo 49

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Santo Dios. Viena era todo un sueño. Tan pronto las chicas bajaron del avión todo era distinto. El clima era más frio, pero se sentía como si estuviesen en otro mundo. Bernardette y Miriam estaban fuera de la salida de aviones internacionales esperándolas con un gran letrero con sus nombres "Tory y Grace Bienvenidas".

Las dos mujeres eran un sol. Miriam se comportaba como una mamá. La mamá de todos. Pidió a las niñas y a Andy que le llamaran abuela. Las niñas estaban encantadas. Porque no sabían que tenían una abuela, nunca habían tenido una, y se sentían muy bien llamándola de esa manera. Además que ella se esmerara por complacerlas y malcriarlas. Andy lo miraba todo con curiosidad, pero sin temor.

Bernardette, era una bomba de energía casi comparada con la de las gemelas. Hablaba muy de prisa. Tanto que en su acento alemán, apenas y se le entendía lo que hablaba. Les enseñaba cosas, indicándoles el nombre de los lugares por donde pasaban, les contaba anécdotas y las iba informando acerca de todo. El trayecto desde el aeropuerto fue bastante largo, debido a que la casa estaba a las afueras de la cuidad y era hora pico. Fueron necesarios tres autos para transportarlos a todos. Pero fue aprovechado a su máximo.

Las chicas estaban exhaustas, y cuando por fin llegaron a casa de los padres de Joseph, descubrieron que su casa era una mansión. Entendieron porque Joseph les había dicho que no se preocuparan por el espacio. Urian, era una versión madura de Joseph. Poseían la misma estructura muscular, los mismos ojos azules y el cabello que seguramente algún día habría sido rubio como el trigo. Aún era un hombre muy guapo y contrastaba a la perfección con la belleza interna y externa de su mujer. Victoria descubrió en sus suegros a unas personas muy sencillas que a pesar de sus comodidades eran poseedores de una gran calidez humana. Le dieron la bienvenida a su hogar y su familia y estuvieron encantados de conocer a Andy, Grace y las niñas y los acogieron también como familia.

- Pero sigan mis queridas. – Pidió Miriam. – les mostraré sus habitaciones, se ven que están demasiado cansadas.

- En verdad estamos molidas. .- Expresó Grace. Aunque allí tan solo había empezado la tarde, para ellas su reloj biológico les indicaba que era hora de dormir.

- Mami, mami. – gritaban las niñas. – Hay una piscina grande por el lado de allá. – Anunciaron juntas.

En cambio las pequeñas parecía como si hubiesen comido miles de chocolates, ni reloj biológico, ni viaje de 10 horas ni nada, nada las detenía.

- ¿Enserio?. – Preguntó sorprendida Grace.

- Siiiiiiiiii. – Contestaron emocionadas.

- Bien, pues está prohibido que entren allí sin mami, o sin tia Tory.

- Pero mamiii.

- Nada de, pero mami, y ahora vamos a dejar de saltar de aquí para allá. – Ordenó tomándolas de la mano. – Vamos a ir a nuestra habitación, tomar un baño de agua caliente y a dormir un ratito. - Aseguró Grace entre un gran bostezo.

Las pequeñas mostraron su desilusión, con su postura corporal general. Miriam las observaba muy divertida.

- Pues en realidad las niñas y Andy tienen una habitación acondicionada para ellos, y ustedes dos tienen sus habitaciones independientes. – Informó Bernardette. – Ya saben, para que tengan su espacio, cuando lleguen los muchachos.

- Pero... - trató de protestar Tory sin sonar mal agradecida.

- No te preocupes. Entiendo lo que piensas, creo que estas noches mientras se adecuan al entorno deben dormir juntos, pero cuando lleguen los chicos, ya saben querrán tener su espacio propio.

Las dos mujeres de miraron, Grace se sonrojó mientras Victoria escondió su rostro detrás de Andy.

- Oh, vamos chicas, no creerán que nosotros no sabíamos que ustedes compartían habitación con nuestros chicos. Joseph y Mat son nuestra familia.

- Mat dueme con mami. – Expresó Lili, tímidamente.

- ¿Enserio? – preguntó una curiosa y malvada Bernardette.

- Siiii. – aseguró Lulu. – Pero antes dueme con nosotas y nos lee cuentos.

- Mami, ¿cuándo viene Mat?. – Preguntó Lili.

- Si, quielo a Mat. – solicitó Lulu en tono de voz lastimero a punto del llanto.

Recordar a Mat, hizo que las niñas le extrañaran y se entristecieran por su ausencia. En ese momento Grace se percató de la importancia tan grande que tenía él en sus vidas. Y no por todas las comodidades y ventajas que le ofrecía, sino por esos pequeños detalles que tenía con ellas, su compañía, abrazos, besos y protección. Habían hecho que las tres se "enamoraran de él". Sí, sus hijas le amaban y ella sabía que no dudarían en aceptarlo como padre. Y lo amaba aun más por aquello. Mat sin pedírselo, había adoptado el papel de padre que el hombre que las engendró no quiso aceptar.

- Oh mis pequeñas.

Grace se agachó para recibirlas en brazos. Las acogió cada una sobre uno de sus hombros y les consoló frotando su espalda. Le hubiese podido alzarlas a las dos, y acucharlas como lo hacía antes. Pero sus pequeñas ya estaban muy grandes y sus brazos no eran tan fuertes como los de Mat.

Bernardette se apresuró en tomar su teléfono y llamar a Mat. Él contestó en el segundo repique. Reconociendo el número de Bernie, Mat supo que la llamada se relacionaba con sus chicas, así que no demoró en responder.

- Bernie. – Saludó.

- Hola Mati, tengo aquí dos personitas que no se quieren ir a dormir porque no estas para leerles un libro y dormirte con ellas.

El corazón de Mat se estrechó en una sensación acogedora. Sus pequeñas. Hacía poco tiempo que las había despedido, y ya las extrañaba. Bernardette, activó el altavoz, mientras todos seguían camino hacia las habitaciones.

Mat saludó a las niñas, les preguntó que habían hecho el durante el día, animándolas a que le narrasen todo, como siempre hacían. Cuando llegaron a la habitación, cortaron la llamada por un espacio corto de tiempo mientras Grace las bañaba rápidamente y las vestía con sus pijamas. Cuando el baño hubo acabado, hicieron video llamada a Mat. Este desde la distancia, había buscado un pequeño cuento por internet, el cual les narró mientras ellas se acomodaban en la cama con mamá y se quedaban dormidas arrulladas por su voz. Finalmente Grace y él terminaron la llamada, hablando entre susurros. Mat extrañándola montones y Grace amándolo como nunca había amado a alguien.

Mirian se encargó de acompañar a Tory. Ofreció su ayuda para bañar a Andy, cuando se marchó deseándole que descansar, esta aprovecho para llamar a Joseph. Él se encontraba repasando todos los descubrimientos de Tomas y John, pero al igual que Mat, saco un tiempo para hablar con ella y dedicarle toda su atención. Cuando entendió las señales de que Tory se estaba quedando dormida, la envió a acostarse y dormir plácidamente hasta que lograra descansar, sintiendo una sensación muy reconfortante en todo su ser. Su familia, su pequeña recién estrenada familia estaba a salvo.

Ángel de luz Propia - |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora