Capitulo 25

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Una noche saliendo tarde de su oficina, debido a una revisión de informe de un costoso imprevisto que había surgido en uno de los proyectos. Joseph observó que la luz del sector de los practicantes donde Tory trabajaba estaba encendida. Él sabía que no permanecían personas en el edificio, más que el personal de limpieza, al principio creyó que se trataba de algún aseador realizando su trabajo, pero algo en él lo instó a acercarse hasta el sitio.

Tory estaba trabajando sobre una mesa de diseño, en unos planos. Joseph asomó su cabeza un poco por la puerta, y la descubrió recostada sobre el plano. Pero su quietud y la fuerza de su respiración le indicó que ella estaba dormida. Ingreso lenta y silenciosamente, se detuvo justo a su lado y la observó dormir por unos momentos. Su cara era tan angelical, tan pura, tan brillante, que no pudo evitarlo. Atraído como Ícaro deslumbrado por el sol, su impulso fue acercarse a esta luz.

Joseph arremango sus pantalones, se puso de cuclillas junto a ella para estar a su mismo nivel y empezó a despertarla con suaves caricias aplicadas tiernamente en la mejillas de Tory. Fue testigo como sus ojos fueron abriéndose poco a poco como una flor en primavera, mostrando el más hermoso color de la miel.

- Joseph. – Tory susurro su nombre, cuando aún se encontraba en la línea entre la conciencia y la inconsciencia.

- Despierta, mi ángel.

Ella aspiró fuertemente aire para expulsarlo por medio de un poco glamuroso bostezo. A Joseph, le pareció el gesto más gracioso que hubiese visto nunca. Y sonrió. Tory se levantó lentamente de la silla, se estiró y lo obsequió con una de sus sonrisas que tanto le gustaban a él.

- Lo siento. Siento haberme quedado dormida, trate de adelantar trabajo por que nuevamente se me perdió una información, esta vez fueron los informes de los directores de área y Mat necesita la compilación completa para presentártela a ti. – Argumentó, recostándose instintivamente sobre el hombro de Joseph.

- ¿Nuevamente? ¿Se perdieron?. – Preguntó Joseph, quien había aprovechado la confianza y cercanía de ella para pasar su brazo por encima de sus hombros y ahora le acariciaba suavemente el brazo.

- Si. – bostezó nuevamente. – es que últimamente se están perdiendo muchas cosas de mi escritorio, y no se quien está haciéndome esto. Cielos estoy tan cansada. Andy ha estado un poco inquieto durante la noche, despertó varias veces llorando para que lo llevara a mi cama.

- ¿Estará enfermo?.

- No lo creo, le tomé la temperatura, no ha tenido síntomas de ningún malestar.

- ¿Se lo comentaste al personal de la guardería para que lo chequeara la pediatra?

- No, lo olvide. – ella suspiro. – Soy una madre terrible.

- No. Eres la mejor madre del mundo.

El tono de voz lleno de convicción que empleó Joseph cuando aseguró tal cosa, hizo que Victoria tuviese que levantar la cabeza y lo mirase. Fue un grave error. La mirada penetrante y directa que le estaba dedicando Joseph, hizo que se le erizara la piel.

Ninguno de los dos supo quién se acercó a quien. Si fue Joseph quien se inclinó o fue Tory quien se estiró, pero de repente se estaban dando el más maravilloso de los besos. Según criterio de Tory. Empezó por pequeños toques, después fue profundizando hasta convertirse en una danza sincrónica de sentimientos. Fue dulce, pero fuerte. Fue tierno, pero apasionado, tanto que tras separarse después de lo que parecieron horas de besarse. Los dos tenían la respiración agitada, los labios sonrojados e hinchados, y despiertas otras partes de sus anatomías que no deberían despertar de esa manera, en una oficina y menos entre jefe y empleada, pero sobretodo. Menos con un simple beso. Joseph acercó su rostro al de ella, pegando sus frentes.

- Vamos, te llevo a casa.

- No, gracias, traje mi moto.

- Ángel. Estas loca, si crees que te dejare ir sola a casa a esta hora en esa maldita motocicleta, aun menos con el cansancio evidente que tienes.

Tory lo beso nuevamente, pero solo un toque de labios.

- Gracias.

Se apresuró a guardar todas sus cosas en el armario de la oficina de Joseph. Él tomó nota mental de pedirle a los de seguridad que revisen las cámaras para identificar al saboteador. Nadie esperaba a Joseph para llevarlo a casa, debido a que Tomas ahora trabajaba en contabilidad

- Y tu nuevo conductor? – preguntó Tory mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

- El señor Pearce, no puedo utilizarlo con horario tan extensivo como a Tomas.

- ¿Por qué?

- Porque Pearce es un hombre de familia. Y no vive en mi casa como Tomas. Esa era la ventaja de que ese tonto viviese conmigo.

- ¿Tomas vive en tu casa?

- Si, Tomas es nieto de Lena, tienen sus residencias en la parte de atrás de la casa.

- ¿Enserio? ¿Y ahora que ya no es tu conductor?

- También, Tomas es la única familia que tiene Lena en este país, no puedo separarlos. Ellos se adoran mutuamente.

Tory sonrió.

- Eso es muy noble de tu parte.

- ¿El qué?

- El pensar en los sentimientos de los demás.

- ¿Y por qué no iba a hacerlo? ¿Acaso te parezco un ogro? Preguntó sorprendido.

- No, sí. Quiero decir. Yo sé que tú tienes un corazón de oro, pero a veces pareces tan serio y frio...

- No creo que te haya parecido frío hace 10 minutos.

Victoria se sonrojó al hacer mención al apasionado beso que habían compartido. Pero decidió guardar silencio. Se mantuvieron en un cómodo silencio durante el resto del trayecto hasta la llegada al apartamento de Victoria. Mientras estacionaba en frente del edificio. Joseph observó en la esquina un grupo de chicos, no muy viejos, con aspectos, no tan agradables, más bien parecían delincuentes. Y nuevamente no le gustó. Acompaño a Tory hasta el portal del edificio, hasta que abrió la puerta. Antes de que ella se metiera dentro la tomó por la cintura y la besó fugazmente. La empujó suavemente hacia dentro y le pidió que cerrara la puerta con seguro. Y así lo hizo. Joseph subió al auto y se marchó, mientras dejaba a una confusa Tory en el portal observando desde dentro como se marchaba.

Ángel de luz Propia - |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora