Capítulo 23

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Frank juntó apresurado toda la ropa y la arrojó a la cocina con desesperación.

-¡Un segundo! –Gritó Frank, esperando darse tiempo con eso.

Salió de la cocina y buscó una escoba para limpiar lo más rápido posible los vidrios rotos del vaso que tiraron y regresó corriendo a abrirle la puerta a Guillermo, con la respiración acelerada.

-¡Guillermo! ¿Qué tal? ¡Pasa, pasa! –Dijo apenas abrió la puerta.

Él entró, se le hacía extraño estar en aquella casa después de enterarse del suicidio de Alex, le traía recuerdos del menor, se sentía nostálgico mirando cada lugar.

-¿Qué haces aquí Frank? –Cuestionó, no entendía que hacía ya en ese lugar.

-¿Cómo que qué hago? Lo que vine a hacer –Respondió sin entender a qué se refería Francisco.

-No comprendo –Dijo sin más.

-Tampoco yo a ti...

Guillermo frunció el ceño confundido y continuó analizando el lugar, apelando a sus recuerdos, miró la chimenea y recordó que a su amigo le encantaba botar un cojín frente a ésta y sentarse ahí por horas, o el sofá que el menor usaba más como cama, la cocina también le traía recuerdos, de cuando le preparaba sus platos preferidos y él lo veía ansioso por comer. Quiso entrar a la cocina para inducir más recuerdos pero Frank se puso frente a él de manera repentina.

-¡Hey! ¿Por qué no vas a sentarte y te preparo algo? ¿Qué gustas? ¿Un café?

-Eh... sí, por favor –Respondió extrañado. Volteó y fue a sentarse al sofá.

Frank suspiró aliviado, se adentró en la cocina y sigilosamente volvió a recoger todas las prendas de vestir, que habían quedado desparramadas por el suelo, y subió para dejarlas en la habitación de Alex, sin que Guillermo se diera cuenta. Se arrodilló junto a la cama de Alex y dejó todo sobre esta, tirando algunas al suelo accidentalmente. Comenzó a recogerlas con prisa, mas sintió unas suaves manos acariciar y masajear con lentitud sus hombros.

-Te noto tenso... -Habló Alejandro suavemente.

Frank se volteó, poniéndose de pie, para darse cuenta de que Alex tenía el cabello alborotado y húmedo, además de que todo lo que tenía era una toalla rodeando su cintura.

-Alejandro –Exclamó en un tono bajo-, necesito que te vistas, está Guillermo abajo.

-¡Guillermo! –Prorrumpió entre sorprendido y emocionado.

Alejandro corrió a buscar ropa que ponerse, tomando lo primero que había en el armario, sin vergüenza alguna se quitó la toalla y comenzó a vestirse. Frank se obligó a dejar de mirarlo para volver a la cocina a preparar el café de Guillermo. Una vez lo tuvo listo se lo entregó y se sentó a su lago mientras él le daba un sorbo.

-¿Por qué me trajiste aquí Frank?

-Es que Alejandro...

-¿Guillermo? –Escucharon desde las escaleras.

Ambos voltearon, al ver a Alejandro que estaba atónito en el último escalón, Guillermo se puso de pie igual de sorprendido que Alex.

Síndrome de Cotard | StaxxbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora