Capítulo 11

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Alejandro entró a casa desilusionado, colgando su pequeño abrigo negro en el perchero con decepción. Una vez más Eva no había llegado.

¿Qué pasa?

Alejandro no entendía por qué Eva no llegaba, no le quedaba mucho tiempo en aquel mundo, había ido a esperarla durante horas cada día y Eva no se dignaba a aparecer. Se sentía molesto, incluso hasta traicionado, esa mañana una diminuta parte de él sintió enojo, algo dentro de él comenzaba a agrietarse.

Más que sentarse, se aventó sobre sofá pesadamente, con la mirada fija en alguna parte de la sala comenzó a tratar de excusar a Eva pero no conseguía armar una explicación. Apoyó sus codos en sus piernas y recargó su peso hacia adelante, estuvo así unos minutos, en los que comenzó a sentir como algo bajaba por su brazo izquierdo, miró con extrañeza su extremidad, pero no divisó nada que pudiese hacerlo tener esa sensación. 

¿Qué sucede aquí? ¿Qué es esto? Se preguntó

Deslizó la palma de su mano sobre su brazo y la sensación desapareció, no entendía nada. Decidió ir a darse una ducha, de seguro había sido producto de su imaginación. Al salir de la ducha se vistió y volvió a la sala, no tenía ganas de nada, ni de comer, se sentía frustrado. Decidió poner algo de música para calmarse, tomó su ordenador, y puso Won't Get Fooled Again de la banda The Who, era una canción que le gustaba mucho. Mientras la canción se reproducía notó que había una curiosa página entre las catalogadas como "Visitada recientemente", era una web sobre enfermedades, pero no le tomó mayor importancia. 

Justo cuando la canción estaba por terminar y el grito poderoso de Roger Daltrey se hacía escuchar la puerta se abrió, creando una espontánea entrada triunfal y un tanto graciosa para Frank. Alejandro estuvo a punto de soltar una leve risita, pero notó como Francisco lo miraba casi atónito y con una pizca de molestia. Alejandro alcanzó a notar que tenía un horrible moretón que cubría su pómulo izquierdo, atravesaba su ojo y terminaba por sobre la ceja. Iba a preguntar acerca de aquel golpe, pero Frank se apresuró a gritar.

-¿¡Estuviste aquí todo el tiempo!? –Alejandro se sorprendió con su reacción, había pasado del chico tierno y compresivo a un hombre alterado, la canción había terminado y había dejado un extraño silencio.

-Yo... llegué hace un rato -Respondió algo nervioso.

-¡Te estuve buscando toda la mañana!

-Frank... tranquilo.

-¿¡Dónde estabas!? ¿Por qué saliste sin decirme?

-Sólo salí a buscar a Eva, no es para tanto, no tienes que cuidarme todo el tiempo.

-¡Sí, sí tengo que! ¡Estaba preocupado!

-Frank, relájate, no grites –Se puso de pie frente al mayor y lo tomó de las mejillas. Francisco respiró profundamente, intentando calmarse- ¿Qué te sucedió en el rostro?

-¿Por qué? ¿Qué tengo? –Preguntó, notablemente más calmado.

-Tienes un ojo morado ¿Te peleaste con alguien?

-Ah... no, descuida, no fue nada –Respondió, quitándole importancia.

-Frank ¿Cómo que no fue nada? Se está hinchando –El menor soltó las mejillas de Francisco y tomó su mano, para luego dirigirlo a la sala y acostarlo en el sofá- Quédate aquí, no te muevas.

-Alex ¿A dónde vas? ¿Qué vas a hacer?

Alex no respondió. Entró a la cocina y tomó un pañuelo de tela pequeño, puso un par de hielos sobre éste y lo dobló a la mitad horizontalmente algunas veces, formando un pequeño tubo, para luego empaparlo con agua fría. Volvió a la sala y se sentó a un lado de la cadera de Frank.

-¿Qué es eso? –Preguntó, mientras dejaba que Alex pusiera el pañuelo enrollado sobre su ojo, de manera vertical para que cubriera todo el hematoma.

-Es una compresa fría, ayudará a bajar la hinchazón, pero tienes que mantenerla ahí quince minutos –Explicó con una voz suave.

-Entiendo... gracias.

-¿Me dirás qué te sucedió ahora?

-De acuerdo... -Suspiró- iba caminando mientras miraba el móvil y choqué con un poste.

-¿Un poste? –Alejandro rió levemente- Eres un tonto.

-¿Qué? ¿Por qué?

-¿De verdad lo preguntas Frank? –Volvió a reír.

-Bien... -Rió también- Ven, acuéstate conmigo.

Alejandro sin pensarlo dos veces se recostó en el pecho de Frank y se acomodó, ambos habían tenido una mala mañana, al menos el estar juntos los hacía sentirse bien a ambos.

-Alex... lamento haberte gritado... -Se disculpó Frank mientras acariciaba el cabello del menor.

-Descuida, yo lamento haber salido sin decirte... ¿Puedo compensarte haciendo un almuerzo? –Propuso levantando la cabeza para mirarlo, haciendo que las caricias de Frank pasaran a su mejilla.

-Pequeño, no tienes que cocinar, yo lo hago, no te preocupes por eso.

-No, Frank, estás lastimado, déjame hacerlo a mí, tú tienes que quedarte tranquilo ¿Ok? –Francisco sonrió.

-De acuerdo.

Síndrome de Cotard | StaxxbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora