Capítulo 14

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-Frank... ¿Qué haces? –Preguntó tímido.

-Yo... nada, lo siento –Retiró sus manos y se puso de pie, retrocediendo unos pasos y rascando su nuca nervioso-, ponte ropa seca, cuando estés listo baja a la sala –Salió de la habitación tan rápido como pudo, preguntándose por qué la imagen del chico desnudo y sonrojado frente a él se le hizo tan adorable.

Encendió la chimenea para que el menor no tenga frío cuando bajase y fue a la cocina a preparar chocolate caliente. El menor bajó sin darse cuenta de que Frank estaba en la cocina y se sentó sobre un cojín frente a la chimenea, Francisco tomó dos tazas con chocolate caliente y fue a sentarse a un lado del menor ofreciéndole una de las tazas, la cual no tardó en recibir.

-¿Estás bien? –Preguntó Francisco para romper el silencio.

-Eso creo... -Murmuró para luego darle un sorbo a su chocolate caliente.

-Siento haberte sacado de ahí... pero estaba preocupado por ti.

-Entiendo, gracias... y gracias por el chocolate caliente, está realmente bueno.

-Lo hice por ti, me alegra que te guste –Frank sonrió, haciendo que Alejandro lo mirara por un momento para luego también sonreír. Tan sólo un par de segundos después de eso Alex estornudó-. Ay pequeño... ya te resfriaste.

-Demonios... -Murmuró, mientras Frank frotaba sus manos sobre los brazos del menor para  brindarle algo de calor.

-Espérame aquí, ahora vuelvo.

Alejandro no se movió, sintió de nuevo frío cuando Frank soltó sus brazos por lo que continuó él haciendo lo que Francisco hacía.

Es muy atento. Pensó sonriendo levemente.

No tardó en notar que le estaba sonriendo a la nada y borró su sonrisa, justo cuando Frank lo rodeó con una manta gruesa con un bordado de diamantes rojos y azules que en poco tiempo comenzó a hacerle sentir menos frío, agradeció con una voz sutil y Frank respondió con su clásica sonrisa. Alejandro notó como Frank se sentaba en el suelo a su lado y apoyaba su espalda en la pequeña mesa de centro. Alex no dudó y no tardó en quitarse la manta y apegarse al mayor, cubriendo con la manta a ambos y apoyando su rostro contra el pecho de Frank sin su permiso, el mayor sólo sonrió y rodeó con sus brazos a Alex cerrando sus ojos para disfrutar del calor que les ofrecía la hoguera en la chimenea y Alex acurrucándose en los brazos de Francisco.

Muy seguro estaba Frank de que la visión que tenía de Alejandro aquella mañana había tomado un nuevo rumbo; ahora se concentraba en su tierna estatura, en su cuerpo delicado y enjuto, de su carita gentil, pero por sobre todo, se ensimismaba en los labios rosados del menor.


Síndrome de Cotard | StaxxbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora