Capítulo 27

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Alex se hallaba en la misma colina que se había visto con Eva, pero ahora se encontraba solo, no entendía por qué estaba ahí de nuevo. Se dedicó a admirar el paisaje con tranquilidad, sin mover un músculo. El tiempo pasaba y nada ocurría, se sintió solo, fue cuando sintió unos brazos rodearlo por la cintura, no hacía falta voltearse, sabía quién era pero ¿Por qué...? ¿Por qué Frank aparecería en su sueño? Alejandro decidió voltearse con calma, pero la imagen que vio no era para nada buena. Su novio estaba demacrado; su piel estaba toda bañada en sangre y se desprendía de su cuerpo, en el rostro su piel colgaba y dejaba ver sus dientes, mientras que en el resto de su cuerpo lucían como cortes profundos. Su ropa estaba rasgada y teñida de rojo, y sus ojos... sus ojos eran blancos y se veían cansados gracias a las obscurísimas ojeras que rodeaban sus párpados pero estaban muy abiertos, más de lo normal. Estaba irreconocible, pero Alex sabía que era él.

-Frank... ¿Qué...? –Atónito quiso preguntar, pero fue interrumpido.

-Vuela conmigo... -Murmuró acercándose al menor.

Alejandro no supo qué responder, estaba muy confundido, no entendía nada. Frank tomó sus manos y Alejandro se dio cuenta de que, a pesar de tener sangre fresca cubriendo las manos del mayor, ésta no manchaba las suyas.

-Vuela conmigo... -Repitió tirando de las manos de Alex- Vuela conmigo...

Alex, asustado, zafó sus manos del agarre del mayor y vio extrañado como este se iba repitiendo lo mismo una y otra vez, y con sus manos como si nunca se hubiese zafado. Y sin más desapareció entre la irradiación de un sol que comenzaba a asomar por la colina, Alejandro volvió a quedarse solo, y nuevamente un dolor lo hizo reaccionar, pero esta vez no fue en su cabeza.

Despertó en sus cama y recostado a un lado de su novio, que tenía su piel como si nada, estaba como siempre, Alex se sintió aliviado con eso, de alguna manera se sentía feliz de que el Frank que vio en sus sueños no sea el Frank que estaba en su vida. Se recostó tranquilamente mirando el techo de su habitación, pensando en su extraño sueño, esta vez no sabía cómo explicarlo o darle alguna interpretación, decidió no tomarle más sentido y comenzó a recordar lo que había pasado anoche, soltó un suspiro que, más que suspiro, era una risita, le encantaba pensar lo que había hecho Frank por él. Sin duda había sido un hermoso detalle y una noche realmente pasional, no se arrepentía de nada. Frank lo había hecho gozar como nunca. Se sentó en la cama, bajando sus piernas de ésta, pero en ese instante sintió una fuerte punzada, Alex se quedó un momento quieto con los ojos muy abiertos, sabía exactamente por qué sentía ese dolor, y él sabía que Frank estaba bien dotado pero nunca creyó que le dolería de esa forma, tenía que aguantar las consecuencias. Se puso de pie con cuidado y caminó en busca del baño del mayor, para darse una ducha, tenía la impresión de que la punzada no sería tan intensa luego de una ducha.

Simplemente se metió y dejó que el agua bajara por su cuerpo un rato. Deslizó sus manos por su cuerpo con suavidad, sentía zonas como su cadera cansadas aún y algo adoloridas. El martirio de su punzada comenzaba a dejarlo, pero no terminada de esfumarse, sin embargo lo dejó así. Tomó una toalla y comenzó a secarse sin ningún apuro, enrolló la toalla en su cintura y volvió a la habitación para vestirse. Cuando ya estaba casi listo se acercó al armario de Frank, quien aún no despertaba, y tomó una de sus playeras, le quedaba grande, obviamente, pero le gustaba, tenía su aroma. Alex estaba sumido, aspirando el aroma que desprendía la playera, ese perfume de Frank que tanto le gustaba, cuando de repente llegó a sus fosas nasales el aroma extraño de siempre, ese hedor a descomposición que esta vez era más fuerte que antes. Se acercó a Frank, detestaba sentir ese olor que sus órganos desprendían, y sabía que Frank lo podía calmar, sabía que cuando estaba con él nada de eso lo atormentaba, quería estar entre sus brazos. Se inclinó sobre la cama y puso su mano en el hombro de Frank, que no había movido un músculo desde que había despertado.

-Frank, mi amor –Habló suavemente, pero éste no despertó-, Frank, ya es hora de despertar.

Sin embargo, Frank seguía inerte, inmóvil sobre la cama.

Síndrome de Cotard | StaxxbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora