- Capitulo 8 -

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Después de ese día de cierta forma me convertí en amiga de Hiccup, pero no de esas a las que ya puedes decirles detalles de tu vida demasiado íntimos; mas bien de ese tipo de amigas con las que sueles conversar y después dejar de hablarle por un tiempo porque es divertido. Él era divertido. 

Al ser nuestra "amistad" algo muy frío aún, no ocupaba parte de mis días o semanas esperando de él y cuando llegaba a escribirme siempre era con algún tipo de broma que de principio me hacía enojar, pero siempre terminaba por ser divertido. En realidad aún no conocía mucho de Hiccup, muy pese a lo que habíamos hecho seguíamos siendo desconocidos, y esa forma de iniciar de nuevo me había ganado.

Todo progresaba raramente bien en mi vida persona, y aunque me gustaba la vida en familia comenzaba a necesitar buscar un lugar en donde vivir por mi cuenta, o por lo menos lejos de eso nuevamente. Ya estaba acostumbrada a estar lejos de ellas... Mas no a estar sola por mi cuenta, ese era el reto. Poco a poco el ver parejas felices en la calle ya no me daba nostalgia, comenzaba a ver lo bueno en lo malo pero debía admitir que habían veces cuando me quedaba sola en casa o ya era tarde por la noche cierta tristeza me abordaba cuando veía el otro lado de mi cama vacía. Pero ya había decidido dejar el drama por un asunto como ese. No podía darle tanta importancia, ya no.

Más pronto que tarde se acercó la fecha del cumpleaños de Hans; eso me hacía sentir algo ansiosa, de ante mano sabía que organizaría algo en su casa pero esta vez su compañera anfitriona no sería yo. Que triste, tal vez ni siquiera sería invitada. Eso hubiera estado bien.

Una tarde mientras comía con Rapunzel, soltó la bomba; Peri había insistido en que me invitaran ese día, querían agradecerme haber donado mi sangre y dejar en claro que no debía haber ningún resentimiento ente Hans y yo. Aún más estúpido fue que accedí a asistir.

Ese día llegó y no puedo describir todas las cosas que sentí al llegar a ese lugar que hacía tiempo había llamado "mi casa", nada había cambiado y a la vez si; muchos recuerdos abordaron mi mente mientras descendía del auto de servicio que me había llevado hasta ahí. Dudé y temí entrar, sentía que mi cuerpo temblaba y no entendía porque estaba realmente en ese lugar.

Donar sangre no debería de ser una excusa para ser "amiga" de tu ex novio.

Pero ahí estaba, esperando a que alguien abriera la puerta aún cuando yo conocía de sobra como abrirla sin una llave. Fue un trago amargo de mi propia saliva cuando Periwinkle abrió la puerta con una sonrisa mientras llevaba en su mano un par de bebidas, mi sonrisa en comparación con la suya, fue tímida e incluso algo distante ¿Era así como yo me veía?

Entré a la casa y mientras caminaba hacia el jardín trasero para ver al resto de mis amigos pude darme cuenta de que muchas cosas de la decoración que yo había comprado y dejado ahí por falta de espacio ya no estaban. Solo esperaba que estuviesen guardadas porque eran caras y de diseños únicos. 

Saludé con una falsa tranquilidad y me acomodé en el pequeño mini bar que ahora tenían en un rincón del jardín, nada me podía mover de ahí y nadie podía hacerme convivir con naturalidad. Eso estaba resultando sin duda alguna incómodo, debía marcharme en cuanto fuese posible. No ayudaba en nada el ver que sin vergüenza o pena Hans y su novia se tragaban el uno al otro con sus desagradables besos ¿Siempre había besado tan mal o era el hecho de que yo si sabía besar que lo disimulaba bien? No quería ya ni saberlo, me estaba dando algo de pena ajena. 

Comencé a beber un poco, solo lo normal cuando Rapunzel y un par de amigas mas se alejaron para participar en otra parte de esa fiesta, ese era mi momento para marcharme sin que nadie lo notara. Pero antes debía saber que había pasado con las cosas que por derecho eran mías y que ya no estaban ahí. 

EspiralesWhere stories live. Discover now