- Capítulo 3 -

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Auch. Abandonada y obligada a abandonar.
No valía la pena pedir un tiempo o intentar solucionar el problema, porque no solo era uno; habían sido tantos problemas que terminaron en aquella amarga experiencia de ser dejada y sacada de casa. Una emancipación forzada.

Como toda mujer independiente, exitosa y fuerte aquella noche tomé mis cosas e hice lo que era más obvio en mi situación: buscar a mi madre.

Después de llegar a la casa que me vio crecer a mitad de la noche no pude contenerme más y comencé a llorar. Mi mamá bajó la escaleras rápidamente preparada y asustada creyendo que se trataba de algún ladrón y no de su hija con el corazón roto.

-¿Elsa?- preguntó al encender la luz y verme sentada en el suelo abrazando mi maleta.

Su mirada de incertidumbre y susto cambió a esa que sólo las madres pueden tener cuando quieren decir "te lo dije".
Ella jamás había estado del todo convencida de mi relación en general con Hans, le molestaba el hecho de que él no hiciera nada más que darme problemas económicos y en mi estabilidad emocional, y alejarme de mis viejas amistades. Eso decía ella.

Después de pasar parte de la noche llorando como niña pequeña con mi madre consolándome con el gran arte del silencio y abrazos pude dormir lo justo para poder ir a trabajar por la mañana temprano. Podría estar triste, pero no podía permitirme perder mi empleo ni mucho menos que el asunto me afectara más de lo que parecía, al menos no ante los ojos de mis compañeros.

Pensaba en alguna forma de hablar con Hans, no entendía porque pero esperaba que aquello fuese una crisis y que por la tarde me dijera que estaba equivocado y que podía volver a casa. Era patética. 

-¿Sigues aquí?- preguntó Mavis, mi hermana menor al entrar a la cocina para preparar su desayuno.

-Solo por un tiempo- respondí seria mientras seguía mirando mi teléfono.

-Deja de esperar y da gracias de como sucedieron las cosas- gruñó Mavis sentándose frente a mi.

-¿De verdad vas a desayunar eso?- miré con decepción su taza de café y una rebanada de pastel que había tomado de la nevera.

-Es mi cuerpo- sonrió mientras bebía un poco -¿De verdad crees que si te echó de casa sin importarle a donde irías por la noche, va a llamarte para pedirte que vuelvas?-

-Las cosas no fueron así...- gruñí comiendo de mi plato.

-¿Qué fue lo que hiciste? ¿Lo engañaste? ¿Tuviste una aventura con una mujer?- Mavis parecía demasiado interesada e impertinente. Como todo adolescente.

-Mavis, es suficiente. Deja de burlarte de tu hermana- interrumpió mi madre con un tono que hacía tanto  no escuchaba en ella. Extrañaba esa vida. 

-Elsa, ¿Llegarás a casa temprano? Anna y Kristoff vendrán a cenar- me volvió a decir retirándole a Mavis su plato de pastel.

-No estoy segura...- dudé volviendo a mirar el celular.

-Elsa, no va a llamar- dijo nuevamente Mavis molestándome un poco.

Me marché al trabajo un poco molesta ¿Cómo podía una adolescente ser tan... Inteligente? Por otra parte, comencé a pensar que tal vez mis problemas con Hans se veían venir de esa forma, y no dudaba que Anna me abordaría con ese mismo argumento. Iba a odiar esa cena en casa esta noche, eso si es que no solucionaba antes de eso mi problema.

EspiralesWhere stories live. Discover now