- Capitulo 23 -

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Salí de la oficina y busqué un taxi que me llevara hasta el bar en el que Hans me había dicho que estaba. Necesitaba ayuda para volver a casa y por una razón de la cual me enteraría después, su novia no podía ayudarlo ni enterarse de lo que pasaba.

Entré al lugar y busqué entre los rostros de la gente y me abrí espacio hasta ese lugar en la barra donde lo pude reconocer a medio dormir con comentarios imprudentes que molestaban a la gente a su lado. Costó algo de trabajo sacarlo de ahí y algo de dinero pagar por los tragos que debía para que el cantinero me devolviera sus llaves.

Conduje hasta ese lugar que alguna vez fue mi casa, esperaba ansiosa poder volver a mi verdadero hogar pero cada vez se hacía más tarde y mi conciencia no me permitía dejarlo solo ahí; había estado bebiendo desde temprano debido a una discusión con Peri que había terminado con ella dejando su casa por un día o dos. Yo sabía que no iría muy lejos ni por mucho tiempo en su estado y que permanecer junto a Hans después de una pelea podía ser una experiencia sumamente desagradable. 

Lo ayudé a llegar hasta un sofá y le llevé un balde, solo por si era necesario. 

-Debes de comenzar a madurar, Hans- le dije mientras limpiaba su rostro con una toalla húmeda. 

-Nunca se trato de cambiarte por ella ¿Sabes?- habló arrastrando cada palabra -Solo me distraía y todo pasó...-

-Estás ebrio... Intenta dormir- contesté intentando ignorar sus palabras. A esas alturas ya era algo incómodo de escuchar. 

-¿Aún podrías amarme?

Me quedé callada unos segundos y dejé de lado la toalla junto el balde y lo miré con atención en esos ojos que muchas veces y que debo admitir que casi me hicieron caer nuevamente. Pero recordé que esa era una vida que ya casi no recordaba, que lo que yo creía que era ser feliz junto a él en realidad no lo era. Recordé aquel sentimiento agridulce y de pesadez que confundía con amor en mis años junto a Hans y cuanto se diferenciaba a lo que sentía al estar junto a Hiccup.

Hiccup... Debía estarme esperando.

-No- contesté cortante y me levanté con fuerza para dejar la toalla en la cocina. 

-¿Recuerdas que lo hicimos en este mismo sofá?- rió casi tan alto que temí que alguien en la casa de junto lo escuchara. 

-Probablemente no valía tanto la pena porque no lo recuerdo- gruñí aún sin salir de la cocina.

-Claro que lo recuerdas...- se burló esta vez en voz baja y después se quedó dormido. 

Esperé unos minutos y estando segura de que ya no despertaría me apresuré a tomar un par de cosas mías que aún estaban ahí y mis cosas para salir. Miré mi teléfono 1% de batería, perfecto.

Estaba en la puerta a punto de abrir cuando el nauseabundo sonido de Hans vomitando en el balde me hizo girarme. El hombre estaba hecho un desastre, si nadie estaba ahí para ayudarlo moriría ahogado en su propia asquerosidad producto de la ebriedad. 

Mi estúpida conciencia había ganado una vez más. 

Dejé caer mis cosas en el suelo y ayudé a Hans un poco. Definitivamente era mucho más asqueroso que haber ayudado a Hiccup cuando enfermó.

Quise llamarlo para explicarle y dejarle claro que todo estaba bien y que volvería a penas pudiera, pero mi teléfono estaba muerto y por alguna razón Hans tenía su línea telefónica desconectada. 

Logré acomodarme en la alfombra y cuando menos me di cuenta me quedé dormida. Claro, después de haber atendido a Hans un par de veces más durante la noche. Estaba más preocupada por Hiccup y lo angustiado que debía estar o en que pensaría Peri si llegaba a su casa y me encontraba ahí. 

-Despierta...- escuché decir a Hans por la mañana. 

No se veía bien, pero por lo menos no se veía tan mal como por la noche. Tenía en sus manos una taza de café que me ofreció con una sonrisa que palidecía por sus ojeras y lagañas.

-Gracias...- sonreí débilmente sintiéndome igual de cansada y adolorida que él pero por el desvelo y la incomodidad de la alfombra -¿Qué hora es?- pregunté después de un par de sorbos. 

-10:30 am- sonrió sentándose en el sofá. Él mismo ya había limpiado todo su desastre. 

-¡Es muy tarde!- me sorprendí poniéndome de pie -Ya debería estar en casa- dije buscando mis cosas. 

-Entiendo...- sonrió Hans tomando mi taza. 

Me apresuré y acomodé un poco mi cabello trenzándolo, me miré en el espejo esperando no ser yo la que se viera con resaca. Abrí la puerta, Hans me siguió y me tomó ligeramente del brazo para que me girara hacia él.

-Gracias...- sonrió y me abrazó con fuerza. Creo que ese fue el primero abrazo sincero que me daba en mucho tiempo -Y lo lamento- suspiró aún abrazándome. 

-Descuida- susurré tranquila devolviendo el abrazo. 

Nos separamos y nos sonreímos amistosamente. Hans regresó adentro y cerró la puerta, sonreí para mi misma, di la vuelta y me quedé helada a penas mi vista se agudizó.

No podía ser cierto.

-¡Hiccup!- exclamé corriendo hacia él del otro lado de la calle. 

Su cara me decía que estaba pensando todo lo malo que podría haber ocurrido durante la noche menos lo que en realidad había pasado. Su sonrisa iracunda seguida por un gesto molesto con sus ojos mientras daba la vuelta para subir a su auto. 

-¿Podemos hablar?- pregunté nerviosa con la voz quebrada y un nudo en la garganta.

-Sube al auto- gruñó abriendo la puerta. 

-No es lo que crees.

-Solo...- apretó los dientes mostrándome con una mano estirada que subiera al auto.

Tomé algo de aire y me apresuré a subir. No ayudó mucho el ruido que hizo la puerta cuando él mismo la cerró azotándola un poco. 

-Tenemos que hablar...- volví a decir nerviosa cuando subió al auto y lo encendió.

-¡Claro que vamos a hablar! Pero no aquí- levantó un poco la voz mientras daba marcha hacia el departamento.  

EspiralesWhere stories live. Discover now