Capítulo 3: Un juego para dos

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El primero en probar suerte es un chico chaparro y regordete, alguien muy fácil.

Arremete de frente contra mi, primer error. Alza la lanza que tiene hasta la barbilla, a un lado de su cabeza, sujetándola con las dos manos, segundo error. Su gordura no le permite correr adecuadamente, tercer error. Da el primer golpe, cuarto error. Mi sonrisa crece aún más.

Espero hasta el ultimo segundo para moverme a un costado para poder vencer. Tomo la parte segura de la lanza y continuo ascendiendo por la madera hasta llegar a la mano de mi atacante, ahí jalo con fuerza la lanza, la cual se parte como un palillo para dientes.

Una vez deshecha el arma continúo con la persona, lo tomo del brazo y le pongo el pie para que caiga y su propio peso disloque su brazo sin necesidad de que to haga nada. Todo en segundos. Vencido.

-AHHHHHHHH

Grita a todo pulmón, concediendo la ventaja de la afectación, quinto error.

Ahora, herido, agotado y vencido, solo sirve para una cosa; una ventaja por sobre sus compañeros.

Me posiciono por detrás de el chico, su gordura me encubre, y tomo la punta de la lanza que había roto y la pongo justo en la yugular y presiono un poco. No lo mato, si hubiera sido otra la situación, lo haría sin dudar, pero ahora lo necesito. Se reconocer mis ventajas.

Los otros no intentan nada más en mi contra, saben que puedo matar al chico. No saben que hacer; no examinaron a su oponente, sexto error.

Mi sonrisa solo puede hacerse más feroz a medida que ellos asimilan su situación. En serio disfruto esto, no me defraudan.

Las miradas entre ellos, discutiendo en que hacer. Las mandíbulas tensas. Los ojos duros. Las miradas de miedo.

Oh, si. El espectro ha tomado las riendas. Y no las piensa soltar.

Noto a un chico, a mi derecha, dudando y viéndome fijamente, séptimo error. Se decide y alza su lanza contra mi, no se acerca, ocho. Tomo al chico que tengo de rehén y lo interpongo, solo de un costado. La lanza se le clava en brazo, haciendo que suelte otro grito.

Miro la cara de mi atacante, se le ve aterrado, sabe que ha hecho una estupidez. Nadie más alza sus armas. Solo uno. Uno que estaba en el fondo, que no parece igual que los demás.

Camina lentamente con una daga en la mano. Me dedico a estudiarlo, se que no será tan fácil.

Su postura es relajada, mantiene la mirada en alto, no logro ver sus expresiones ni su cara pero si su cuerpo. No es de músculos exageradamente desarrollados, pero tampoco es un fideo, es de gran estatura. Fácil me saca una cabeza.

No deja que vea mucho de su habilidad, lo que me indica que tiene una clara oportunidad de verncerme. Y eso no me gusta.

Antes de que pueda llegar a mi toma la lanza de uno de los suyo y la manda directamente contra mi, vuelvo a acudir a mi escudo. La punta se clava en su corazón. Muerto ya no me sirve.

Pero la lanza sí. La saco de su corazón, ensangrentada y sucia, pero sirve. En un segundo ya está frente a mi, listo para atacar. Suelta una sonrisa parecida a la mía, la primera batalla: intimidación. No la va a ganar. Su cara en astuta, tiene ojos verdes y su cabello de un color indefinido.

Se ha parado muy cerca de mi, Y no intenta atacarme, está concentrado en ganar la primera pelea, nueve.

Sin que se de cuenta y sin apartar mis ojos de los suyos, manipulo la lanza en mi mano y la clavo con fuerza en su costado. Sus ojos verdes se oscurecen pero no grita, no dejo que me irrite, la primera pelea aun no ha terminado.

En un parpadeo ya no esta frente a mi, ahora se encuentra a mis espaldas, con su daga en mi cuello, justo como yo tenía a mi rehén. Con la otra lanza la clavo en su brazo y le desgarro gran parte de su piel. La sangre no tarda en salir.

Vuelve a alejarse de mi y a ponerse en frente en un parpadeo. Veo la sangre correr de su costado, donde todavía tiene la lanza, y su brazo.Talvez no grita, pero ver su sangre, es definitivamente satisfactorio. Me ha mostrado un punto débil, su costado, diez.

Debo estar atenta, ese movimiento solo fue una advertencia, nadie puede alcanzar esa velocidad, y mi defensa fue un acto reflejo.

Bien, este es un juego para dos.

Dejo que todo el espectro que hay en mi salga, no lo reprimo. Vamos a jugar.

Sick BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora